El foro ‘Economía Circular en la comarca Requena-Utiel’ dejó una conclusión unánime: la potencialidad de esta zona geográfica para liderar la producción y el consumo de compost orgánico, debido a la elevada cantidad de hectáreas de cultivos que producen materia que puede ser reutilizada y devuelta a los campos. Por eso, el presidente del Consorcio Valencia Interior, Robert Raga, anunció que el organismo estudia la creación de una nueva planta para gestionar únicamente las podas que se generan en esta comarca y en las cinco restantes en las que trabaja el CVI.

Según explicó, cada año se recoge alrededor de 25.000 toneladas de poda de los municipios consorciados, con un elevado número de chalés y parques públicos. Sin embargo, planteó la posibilidad de extender ese servicio a la recogida de podas industriales, de campos de naranjos, de vid, de olivos, almendros o cualquier otra explotación agraria. «Ahora, esos residuos agrarios se gestionan a través de transferencias, pero si tuviéramos una planta concreta podríamos gestionarlo nosotros, asegurando que tras su reconversión, tiene una salida en el mercado», señaló Raga.

El presidente hacía referencia a otra de las máximas del foro: hay que rentabilizar los residuos. La idea primigenia versa sobre la posibilidad de convertir esa poda de los cultivos tanto en compost de calidad como en pellets, el combustible natural que utilizan algunos sistemas de calor. «Hay que ver si esa salida al mercado es rentable», aseguró.

Según avanzó Raga, se está estudiando que la planta pueda impulsarse gracias a los fondos europeos de reconstrucción, una opción que se está valorando.

En este sentido, el CVI ha integrado recientemente una nueva máquina gracias a una subvención de la Generalitat de 400.000 euros. Se trata de una instalación dentro de la cadena de separación de biorresiduos que se dedica únicamente a extraer el cristal del compost. De hecho, se han podido recuperar 1.100 toneladas de vidrio solo de la facción de orgánico gracias a este sistema que con un imán atrae cualquier resto, por pequeño que sea, de esta materia, limpiando todavía más el compost generado.

No solo eso, si no que hace dos meses, el CVI implementó también una línea de recogida de residuos orgánicos exclusiva para grandes generadores como institutos u hospitales. Según relató Raga, se están recogiendo 4,5 toneladas diarias de biorresiduos, lo que supone unas 16.000 toneladas al año solo en materia orgánica. «Para ello hace falta inversión, como el millón de euros de la Generalitat para subvencionar este proyecto que nos ha permitido instalar contenedores inteligentes y camiones preparados», señala Raga.

Educación y conciencia

Junto a la inversión económica y la disposición del CVI de crear una nueva planta, el representante de la Mancomunidad del Interior Tierra del Vino, puso el acento en otro aspecto: la concienciación ciudadana, apelando a lo que se hacía antes. Para Gustavo Cárcel, «somos una comarca agrícola, con tradición de compostaje de toda la vida, con nuestros familiares recogiendo los restos de la comida, añadiendo cenizas y hojas, y abonando los huertos», recuerda. Por eso «hay que aprovecharse de esa tradición para transformar esos residuos, en la planta de caudete o en otra específica, para hacer un compost de calidad», señaló.

Para ello, hay que educar y concienciar a los ciudadanos de hacer la separación correcta de la facción resto. En este sentido, el presidente de Rurable, José Luís Salom, apuntó a que esa verdadera sensibilización «llega cuando nos cuesta dinero». Según explicó, en el horizonte ya se atisba el Pago por Servicios Ambientales. «La Conselleria de Agricultura lo tiene claro. Cuando uno visita el Rincón de Ademuz, por ejemplo, puede hacerlo gracias a las personas que viven allí y conservan el entorno, y eso se tiene que pagar», señaló. ¿Cómo? Con una fiscalidad diferenciada como ya defienden organismos como la Asociación de Municipios Forestales.