Son su vecina del rellano. La que lleva a sus hijos al mismo cole que los suyos. La que los lleva a jugar al mismo parque. La que encuentras en la cola de la compra o en la pescadería. Como usted, trabajan. Como usted, se ganan la vida. Como usted, cotizan a la Seguridad Social. Usted tiene derecho a paro. Pero ellas no. Ellas tampoco tienen derecho a baja laboral, ni por enfermedad, ni por maternidad ni a ninguna otra prestación porque no figuran como el resto en el Estatuto de los Trabajadores. Tampoco en la ley de prevención de riesgos laborales. No pueden formar un sindicato ni negociar un convenio.

Pueden trabajar legalmente 60 horas semanales en régimen de interna, de lunes a sábado, encerradas en una casa. No pueden ver a sus hijas durante ese tiempo. Ni a sus amigas, ni tener una vida sexual activa. No pueden denunciar a su acosador sin miedo a represalias. Pueden ser despedidas en cualquier momento, sin justificación ninguna, e irse a la calle sin cobrar un duro. Su vecina del rellano tiene derechos laborales de segunda categoría. Casi del siglo XIX. Su vecina es una trabajadora del hogar.

Hoy el colectivo de empleadas del hogar y cuidados se ha ido a Madrid, desde distintos puntos de toda España, para entregar una carta en el Ministerio de Trabajo con motivo del Día Internacional del Empleo del Hogar. El contenido de esa carta es reivindicar unos derechos laborales a la altura del resto de trabajadores, ni más, ni menos. Su vecina solo quiere gozar de los mismos derechos que cualquiera que trabaja para sacar a los suyos adelante.

Hay 400.000 trabajadoras del hogar y cuidados en España registradas en la Seguridad Social, y se estima que hay 200.000 sin papeles, 600.000 en total. En la Comunitat Valenciana hay unas 32.000 con papeles y no hay estimación de cuántas no los tienen. De todas esas mujeres trabajadoras, Oxfam Intermón estima que una de cada tres están en riesgo de pobreza, y una de cada seis en pobreza extrema. Pobreza extrema con un empleo.

Trabajadoras del hogar y cuidados durante la presentación de la carta en el Ministerio de Trabajo. Aiphyc

Dolores Jacinto es portavoz de la Asociación Intercultural de Profesionales del Hogar y Cuidados (Aiphyc). Una entidad que nació en València en el año 2018 para empoderar a las cuidadoras y ponerse de una vez a reivindicar sus derechos. Explica que "no queremos que nos traten de pobrecitas. Somos mujeres que reivindican sus derechos, y queremos estar en el Estatuto de los trabajadores como cualquier otra persona, queremos derecho a paro".

Pero, ¿Por qué este colectivo vive en esta situación de infraderechos? Esa es una de las reivindicaciones que entregará Jacinto. Hace once años la Organización Internacional del Trabajo (OIT) creó el "Convenio 189" de derechos y deberes de las trabajadoras del hogar. En el se recogían y respetaban los derechos del colectivo a la altura del cualquier trabajo. La OIT instó a todos los estados a ratificarlo, pero España no lo hizo.

En su lugar el Gobierno de nuestro país (con la complicidad de los grandes sindicatos) creó una "relación laboral de carácter especial" que las rebaja a ser ciudadanas de segunda. En esa relación especial están recogidos todos los no-derechos antes descritos.

Los presidentes pasan y las empleadas domésticas siguen igual. "Solo pedimos a este Gobierno, que se supone que es muy de izquierdas, que se nos vea como un sector profesional más, con derechos como el resto", reclama Jacinto. De hecho, la portavoz de Aiphyc matiza, "nosotras fuimos esenciales en la pandemia y lo seguimos siendo, porque nadie sale de su casas sin ser cuidado, muchísimas mujeres y hombres pueden ir a sus puestos de trabajo gracias a nosotras, pero eso no se nos valora", explica. Como reivindican en el colectivo en muchas ocasiones "sin las trabajadoras del hogar no se mueve el mundo".

Algunas victorias

Pero no todo sigue igual desde hace once años. En 2019, una trabajadora del hogar de Vigo emprendió una batalla contra la administración para denunciar su caso. La Seguridad Social le negó el derecho a cotizar por desempleo. Ocurrió a otra trabajadora del hogar en Barcelona, a la que el SEPE denegó también el subsidio para mayores de 52 años.

En el primer caso, el magistrado del juzgado de Vigo elevó el recurso al Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea (TJUE). El pasado 24 de febrero resolvió que la legislación española discrimina a las trabajadoras del hogar por negarlas el desempleo. El asunto volvió al juzgado del que salió, y el 17 de marzo se reconoció el derecho de C. a cotizar. El 16 de marzo llegó otra victoria, la de la trabajadora de Barcelona. Es la primera vez en España que una trabajadora del hogar accede a un subsidio por desempleo.

Varias trabajadoras del hogar protestan este domingo en la plaza del Ayuntamiento de València. Eduardo Ripoll

Mujeres migrantes que cuidan

Antes fueron las mujeres españolas de los pueblos. En los años 90 los flujos migratorios tomaron en relevo de estas cuidadoras, y desde entonces las herederas del trabajo doméstico remunerado son las mujeres (95 %) del colectivo y migrantes. Se estima, según apunta Jacinto citando un estudio de la Universidad Carlos III de Madrid, que el 30 % de estas trabajadoras están sin papeles.

"Está claro que somos discriminadas por origen, por clase y por género. Como las mujeres de los pueblos, la enorme mayoría pobres, las que siempre acaban haciendo este trabajo", explica Jacinto. "Pero es un trabajo, uno como cualquier otro, y queremos derechos", sentencia.

Al trabajo del hogar se le añade un aspecto, la dureza del empleo. Muchas cuidadoras acaban padeciendo de enfermedades crónicas que no se les reconocen como enfermedades profesionales cuando llegan a cierta edad. "Por eso pedimos entrar en la ley de riesgos laborales. Somos personas que trabajamos cada día con productos químicos, moviendo a personas que pueden pesar mucho, con movimientos muy repetitivos, y eso tiene consecuencias que no se nos valoran", explica.

"No queremos que nos traten de pobrecitas. Somos mujeres que reivindican sus derechos, y queremos estar en el Estatuto de los trabajadores y tener derecho a paro", dice Jacinto

Por otra parte, desde el colectivo denuncian la labor multitarea que les toca hacer en cada casa. "Entramos para ser la que cuide de su padre o madre y acabamos siendo la que plancha, limpia, guisa, hace de psicóloga, compra y lleva toda la economía doméstica", dice Jacinto.

Dolores, Claudia, Marcela, Diana Marcela, Reina, Malika, Julieta, Gala, Susi, Cecilia, Arabella. Son los nombres de las trabajadoras del hogar que llevan once años en un régimen de infraderechos. Son sus vecinas. Las que cuidan a su padre o a sus seres queridos con una sonrisa. Hoy están en Madrid exigiendo derechos, pasado mañana en una de las numerosas concentraciones que organizan y a la que cualquier persona puede adherirse. Están en el camino porque, como dicen en el comunicado que han entregado hoy queremos "dejar de ser tratadas como trabajadoras de segunda".