Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

"Ahora soy una persona feliz, pero pensé en quitarme la vida"

Airto Granell, encargado hoy de leer el Manifiesto del Día Internacional de la Visibilidad Trans en València, realizó la transición a hombre hace tres años

Airto Granell, en la Avinguda de Torrent, ayer. | M.A.MONTESINOS

Airto Granell (1988) leerá hoy el Manifiesto del Día de la Visibilidad Trans 2022 en València. Es la persona indicada porque su vida ha sido una continua lucha por el reconocimiento de los derechos personas transgénero. Es uno de ellos desde 2019, cuando por fin decidió realizar la transición de mujer a hombre.

«Ahora soy una persona feliz. Estoy viviendo mi vida, la que antes solo podía vivir en sueños o imaginármela. Mi familia, amigos y compañeros de trabajo me aceptan sin ningún problema. Me aceptan tal como soy», explica Airto, que hoy ha pedido ‘día de asuntos propios’ en el Ayuntamiento de Aldaia, donde ganó una plaza de informático por oposición, para acudir a la convocatoria de la plaza del Ayuntamiento de València a favor de los derechos trans.

«La sociedad avanza en el reconocimiento de los derechos de las personas trans, pero es verdad que esto va muy despacito», asegura Airto con un tono de resignación. Pone como ejemplo la paralización de la ley trans, que sigue bloqueada en el Congreso.

Una ley estatal

«Estamos pidiendo una ley que nos acoja de una vez a todos los trans del Estado español, porque en cada comunidad tienes unos derechos distintos. De aquella ley que está por aprobarse se quedaron fuera las personas migrantes y las personas no binarias (identidad de género con aspectos femeninos y masculinos). Falta que los políticos se pongan manos a la obra. Con las enmiendas queremos que entren y que los menores de 12 años al menos tengan el reconocimiento de género que piden», explica.

El destino ha querido que Airto volviese a Aldaia, el pueblo donde vivió una infancia y adolescencia horribles porque era un hombre en un cuerpo de mujer. «Yo no podía salir a la calle, porque había compañeros del colegio, y después del instituto, en la calle esperándome para acosarme y para pegarme. Eso pasó desde que era muy pequeño hasta que tuve 18 años, cuando me fui del pueblo. Me llamaban ‘bicho raro’ o ‘marimacho’», recuerda Airto. Yo llegué a un punto en el que intenté quitarme la vida, estuve yendo a un psicólogo durante 7 años todas las semanas. Con 16 años y aún hoy en día sigo yendo cuando empiezo a ver que estoy muy estresado. Pero eso es algo que deberíamos hacer todos».

La normalización del cambio de género empieza por romper los moldes de una sociedad cisheterogénero, en la que a las personas se les asigna el género según unos genitales. «Una persona trans es la que no se identifica con ese género y es algo que ya deberíamos tener todos asumido. Pero hay muchas personas que siguen teniendo miedo a hacer público su cambio. Diariamente recibo correos de gente que quiere entrar al grupo de Lambda, pero le da la miedo exponerse a la sociedad», añade.

Preguntas no pertinentes

«Tampoco ayuda a la normalización que haya personas que me preguntan si me he operado o cuál era mi nombre anteriormente. Yo digo que no son preguntas pertinentes. Y entonces yo le digo si al siguiente chico que va a pasar por la calle le va a preguntar cuánto le mide el pene», explica.

La operación para la transición de hombre a mujer, asegura el miembro del colectivo Lambda, «está mucho más avanzada» que la contraria. «Los médicos tienen mucha más experiencia con las vaginoplastias. Para el cambio de mujer a hombre, la operación se ha quedado muy anticuada y la gente no quiere, porque no es funcional y pierdes la sensibilidad», asegura Airto, que se siente un afortunado por haber sido aceptado por todo su círculo más cercano.

«Otros no tienen esa suerte, yo puedo decir que sí. Mi pareja ha estado a mi lado en todo momento y ahora nos vamos a casar», explica. «Cuando me decidí a hacer el cambio, con 30 años, fue mi novia la que me aconsejó que fuese a Lambda, con quien yo no había contactado nunca. Ahí me dieron todo el apoyo que necesitaba», sentencia.

Compartir el artículo

stats