Bienvenida Torres, de 87 años, ha visto como esta mañana a las 9 dos furgones policiales con casi diez agentes acordonaban su calle. No había ningún criminal allí, habían cortado los accesos al lugar para desahuciarla. Durante dos horas más que angustiosas, Bienvenida se podía quedar en la calle con lo puesto y sus posesiones dentro de la vivienda. Su hija Teresa lloraba desde el otro lado del cordón policial, arropada por los activistas del Sindicato de Barrio del Cabanyal y la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) que protestaban para evitar el desalojo.

Con el furgón policial, cerrajero, y comitiva judicial presentes, una representante del sindicato de barrio logró acceder a casa de Bienvenida con la representación de la otra parte, un particular que compró el piso a Bankia y quería desalojar a esta mujer mayor. "Hemos podido hablar para contarles la situación de Bienvenida, qué es lo que había, y hemos acordado que el desahucio se paralice hasta el próximo 9 de mayo". Un mes que sabe a gloria para Bienvenida, un mes para que el ayuntamiento y las vecinas trabajen en una alternativa de vivienda para que esta mujer no se quede en la calle.

El anuncio ha caído entre aplausos de las mujeres en batín y hasta lágrimas de alegría de las vecinas de la finca, que protestaban airadamente porque Bienvenida Torres, de 87 años, lleva toda la vida viviendo en el barrio.

Varias vecinas de Bienvenida celebran tras evitar el desahucio de esta mujer mayor. Germán Caballero

Dos juicios ganados

La afectada, como explican desde el Sindicato de Barrio, había ganado ya dos juicios contra Bankia, la entidad que pretendía desalojarla. El juez entendía que con su situación de vulnerabilidad no era viable echarla sin poder tener acceso a una vivienda alternativa aunque estuviera okupando el piso del banco.

La entidad vendió la casa a un particular con ella dentro, y en el sindicato desconocen si es un gran tenedor de vivienda pero aseguran que "sí que tiene prácticas típicas de las personas que tienen muchas propiedades". Era esta persona quien quería desahuciar a Bienvenida.

Al final de todo el proceso, y mientras las vecinas aplaudían porque Bienvenida se quedaba en casa el sindicato de barrio denunciaba que "esta mujer no ha gozado de asistencia social de calidad y se supone que tenemos un gobierno progresista y de izquierdas. Pero los desahucios los seguimos teniendo que parar la gente en la calle".

La hija de Bienvenida, de 61 años, llora en la calle porque su madre está sola en casa mientras corre el peligro de ser desahuciada. Germán Caballero

Bienvenida había agotado todos los recursos habidos y por haber, tanto particulares como de servicios sociales y el ayuntamiento. Su intención era conseguir un sitio donde vivir tranquila, poder dejar la vivienda al propietario y precisamente no llegar a la situación que se ha llegado hoy.

Tras media hora de protesta, no estaba nada claro que Bienvenida fuera a quedarse en casa aunque al final se consiguiera. "Por lo menos queremos que nos dejen ayudarla a sacar sus cosas y que no se queden dentro. Pedimos que si se queda en la calle por lo menos sacar sus cosas", explicaba una representante del sindicato tras el cordón policial.

Como recordaron las activistas del sindicato de barrio "el de Bienvenida no es un caso aislado", hay muchos más ejemplos en el Cabanyal de familias. Matizaron que "lo único que queremos es una alternativa digna para que Bienvenida viva tranquila, que las administraciones sean eficaces porque no podemos tener a esta gente viviendo en la calle en València".

Entre cánticos de "este desahucio lo vamos a parar" o "vergüenza me daría desahuciar a una familia (en referencia a la policía) los manifestantes han estado protestando lo más cerca posible del domicilio de Bienvenida, cortado por los agentes. Al retirarse el furgón tras conseguir un acuerdo entre las partes la gente se ha acercado al grito de "¡Viva las vecinas!".