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El reencuentro con sus hijos de la joven que huyó embarazada del Donbás

La conselleria de Políticas Inclusivas le ha devuelto la tutela del recién nacido tras aceptar el recurso asistencial y puede ver a la niña cada dos días

Antonina por fin puede abrazar a sus dos hijos a la vez tras tres meses separada de la mayor.

La lucha por recuperar la tutela de sus dos hijos de la joven ucraniana que llegó a València embarazada y con una niña pequeña huyendo del Donbás a principios de enero, antes de que comenzara la guerra, ha dado sus primeros frutos y tras tres meses de desesperación, huida con el recién nacido y sin que los Servicios Sociales le permitieran ver a la mayor de dos años, el pasado 6 de abril Antonina pudo por fin tener en brazos a sus dos hijos a la vez. «Siento una alegría enorme cuando tengo a los dos cerca», confiesa emocionada la joven, quien finalmente aceptó el recurso asistencial que le ofreció la conselleria de Políticas Inclusivas después de que le garantizaran que no le iban a quitar al niño lactante, temor por el que escapó en su día al ver que no le devolvían a la pequeña después del parto.  

Antonina, de 23 años, recién llegada al país, sin apoyo familiar en España y sin noción alguna de castellano, se asustó cuando se negaron a entregarle a su hija tras recibir el alta hospitalaria, como así debería haber sido según consta en el documento de solicitud de guarda voluntaria que le hicieron firmar en el centro hospitalario antes de dar a luz para que alguien se hiciera cargo temporalmente de la niña -ella además había dado positivo en covid-. 

Esta actitud de la madre, al rechazar el recurso que le ofrecía la conselleria, sumado a la «precaria situación económica» de la misma y a no contar con ningún apoyo que se pudiera acreditar en ese momento, hizo que los Servicios Sociales le retiraran la guardia y custodia tanto de la niña como del bebé, y que la Generalitat acordara la tutela de urgencia de ambos menores al declararlos en situación de desamparo, tal y como informó en su momento Levante-EMV.

Tres meses después, y tras aceptar irse a vivir a la casa de acogida con el menor -tenía miedo de que le quitaran también al niño en cuanto pusiera un pie dentro-, la administración ha suspendido la retirada de la tutela del pequeño, nacido el pasado 7 de enero, y abre la puerta a que ésta pueda recuperar también la guardia y custodia de la niña de dos años.

«Poder ver a mi hija, saber que está bien y poder abrazarla no tiene precio, es como una medicina para mí»

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«Ahora estoy tranquila con Anna porque todo está bien con ella, está sana. ¡Verla es como una medicina para mí!», afirma con la alegría de una madre que no veía a su hija desde que se la arrebataron antes de entrar en el paritorio a principios de enero. El primer encuentro con la niña, sin llevar todavía con ella al bebé por precaución -reconoce que no se fiaba del todo-, se produjo hace unas semanas. Desde el día 6, que ya está bajo la protección del recurso asistencial facilitado por la conselleria, los dos pequeños han podido estar juntos con su madre aunque fueran unas horas.

Aunque todavía mantiene la tutela de la niña la Generalitat, Antonina ya puede verla cada dos días, y acompañada también de su hermano recién nacido. «Soy feliz con ella, me abraza, me besa y quiero que nunca acabe. Es difícil dejarla ir, siento que es difícil para ella separarse», confiesa la joven a este periódico a través de una amiga como intérprete.

Después de la odisea que ha vivido desde que abandonó su ciudad natal, Nikolskoe, en la región de Donetsk, antes de que se produjera la invasión rusa, con el corazón en un puño por la familia que dejó allí -su hermano resultó herido en combate- y apenas tiene noticias de su madre y sus hermanos, Antonina confía en tener pronto bajo el mismo techo también a su hija Anna.

«Estoy muy agradecida con los trabajadores sociales por su ayuda», destaca la joven, a quienes en un primer momento veía con escepticismo al no entender los motivos de que la administración pública le hubiera quitado a su hija, y que todavía hoy son cuestionables. «La resolución fue acordada con una evidente precipitación y con una indebida descripción de la situación de apoyos de Antonina», puntualiza en la demanda su letrado.

Ahora está feliz y agradece el apoyo del centro de ayuda del Servicio Jesuita a Migrantes. «Me cuidan mucho a mí y a mis hijos. Poder encontrarme con mi hija, saber que está bien y poder abrazarla no tiene precio».

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