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"El regreso del odio a las mujeres no lo esperábamos"

La exvicepresidenta Calvo y la delegada del Gobierno dialogan sobre igualdad y feminismo en un momento de avance de la ultraderecha

Carmen Calvo y Gloria Calero, ayer, en el Palau del Temple de València. | LEVANTE-EMV

Gloria Calero : ¿Crees que existe democracia sin igualdad?

carmen Calvo: No. Imposible, la idea de que el Estado sea democrático es el reconocimiento de que los seres humanos somos básicamente iguales. Es el único sistema que se fundamenta en la igualdad.

g. C.: Además, uno de los ítems que se utilizan para valorar la calidad democrática de un país es la participación de la mujer en cualquier ámbito de la vida. La igualdad de género es la que ordena el resto de igualdades.

C. c.: Claro, porque entre hombre y mujer negros, está en peor situación la mujer. En la pobreza, está peor la mujer. Por eso la gran igualdad de la democracia es la que propone el feminismo, las demás igualdades van por detrás, están enganchadas a esta. Por eso no somos un colectivo.

g. C.: ¿Llegaste a la política por feminismo, por intentar cambiar las estructuras sociales?

C. c.: Sí, en los titulares de la prensa andaluza está: «Chaves incorpora a una líder feminista al Consejo de Gobierno». Y como feminista creo que soy buena demócrata y buena socialista.

g. C.: Y lo importante no es que tú te definas como feminista, es que te reconozcan externamente como tal. Ahí es cuando te reafirmas. Es alentador que te reconozcan por tu comportamiento cotidiano, del día a día. Lo que expresas y cómo te mueves en política.

C. c. Tienes razón. Yo me siento muy orgullosa de estar en la política española después de mucha trayectoria y que la identificación primera que se hace de mí sea que soy una mujer del feminismo. Eso íntimamente es un acierto de mí conmigo misma.

g. C.: Aunque debemos tener en cuenta que en nuestros inicios ser feminista era para muchos un insulto. Y eso está volviendo, términos peyorativos como feminazi me preocupan mucho.

C. c.: Es que ha vuelto la misoginia, que es un grado más del machismo. Es el combate, la negación y el aborrecimiento de lo que son las mujeres. Y esto no era esperable. Que el machismo se atrincherara era predecible, pero que haya vuelto el odio a las mujeres, eso no lo esperábamos.

g. c.: Esto que dices nos debe impulsar a las mujeres a reafirmarnos más. A mí el miedo que me da es que no toda mujer que está en primera línea sostiene preceptos feministas.

C. c.: Esto que dices es muy importante porque nosotras hablamos por todas las mujeres, ya que todas hemos vivido situaciones inferiorizantes. Pero es verdad que hay mujeres que no están en esta lucha. Hay mujeres que cuando están en poder no actúan de esta forma. Por eso, hace ya tiempo que dijimos que no nos vale cualquiera. Las mujeres progresistas queremos mujeres feministas. No nos fiamos de las que no lo son. Llegué de vicepresidenta al Gobierno un 7 de junio. El 3 de agosto tenía en el BOE un decreto ley que desarrollaba el pacto de Estado contra la violencia de género. Por cierto, no hemos visto más desarrollo del pacto.

g. C.: Carmen, empezamos a trabajar en los mismos años. ¿Tú crees que hay cosas que no han cambiado?

C. c.: Sí, la autoridad. Seguimos teniendo autoridad formal, pero es muy difícil que todos los hombres de nuestro entorno entiendan que cuando proponemos cuestiones que tienen que ver con todas las mujeres desde el feminismo, esto es prioritario. Aún no se han dado cuenta de que la política debe ser transformada de punta a cabo. Que para mí es más lastimoso tener 200.000 mujeres prostituidas en nuestro país que si el AVE tiene más o menos kilómetros.

g. C.: Cada día me pregunto los derechos que el discurso de Vox puede hacer desaparecer.

C. c.: Con ellos desaparece nuestra contundencia, nuestra mayoría. Por cierto, a Vox lo han comprado demoscópicamente varones jóvenes. Eso significa que esos varones no quieren dar pasos en la dirección de la igualdad. Estamos como Penélope, andamos y desandamos. Esto es muy arduo. Vox manda a las mujeres a su casa.

g. C.: El problema es que esta sociedad piensa que no vamos a perder derechos. Nos hemos confiado. No somos conscientes de la fuerza que tenemos las mujeres.

C. c.: No. No lo somos porque toda la vida nos han tratado como un colectivo en singular. Eso nos reduce a pocas.

C. c.: Gloria, ¿abordaste la educación de tus hijos como una oportunidad para avanzar en cuestiones de género?

g. C.: Sí, tengo una hija y dos hijos. La chica cuando era jovencita me decía exagerada cuando veíamos comportamientos machistas en los medios o la publicidad. Decía que esas cosas ya estaban superadas. Ahora ya no piensa así, es más feminista que yo. Cuando salió de la universidad se dio de bruces con la realidad.

C. c.: Con mi hija me pasó lo mismo. A los 30 se cayó del burro y me dijo: «Ahora voy contigo a todas las manifestaciones». Y tengo dos nietos que se están educando de otra manera. Hay una clave lenta que es la de los varones jóvenes que están criando bebes niñas.

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