La 12.ª Cumbre internacional sobre la Profesión docente (ISTP por sus siglas en inglés), concluye hoy en València y ha buscado durante dos jornadas «establecer un diálogo social articulado en torno al futuro de la educación», sobre todo en el contexto actual, marcado por el impacto de la pandemia en el sector educativo.

Así, 14 ministros de Educación de diferentes países y más de 200 observadores de todo el mundo —expertos, políticos y sindicalistas— , explicarán hoy la hoja de ruta educativa que han consensuado para los próximos años. Entre otras cosasas, el secretario general de la OCDE, Mathias Cormann, instó ayer a los participantes a «reimaginar el sistema educativo y repensar el rol del profesorado».

La cita —organizada por la OCDE, la International Education (que representa a los sindicatos) y España (como anfitriona)—, se ha centrado en la enseñanza como garante de la igualdad de oportunidades; los retos de la sostenibilidad; y la introducción de la tecnología en las aulas.

Está por ver qué conclusiones trasladan los representantes, sobre todo en cuanto a la digitalización que, según ha podido saber este periódico, es una cuestión con posturas enfrentadas entre parte de los participantes: unos a favor de su implantación total en clase; y otros, más cautos, sobre todo por el hecho de que grandes empresas tecnológicas tengan vía libre en las aulas.

Ayer, en les Arts, las autoridades dieron comienzo a las mesas de trabajo. El presidente Ximo Puig apuntó que la cuestión supone «todo un reto y un desafío». «Hemos venido a escuchar y a conocer experiencias de éxito de Islandia, Estados Unidos, Singapur, Suecia... Es un honor para València, porque la educación es, sin duda, la gran prioridad», añadió.

La pregunta es «qué queremos que sea nuestra educación», preguntó. Una enseñanza universal, docencia multilingüe o reducir brechas son algunas de las respuestas que dio Puig, al tiempo que apostó porque se haya «posibilidades de progreso» para todo el alumnado, y que desde las aulas se «cierre el paso a los peligros del siglo XXI», siendo «cantera de personas libres».

Estas dos cuestiones también fueron mencionadas tanto por el secretario general de la OCDE, como por la ministra de Educación, Pilar Alegría, que afirmó que «la pandemia, los populismos extremistas, la emergencia climática... urgen potenciar una educación en valores y respeto, el cuidado del planeta, la cohesión social y la igualdad entre hombres y mujeres».

En este sentido, Cormann apostó porque la formación ayude a los estudiantes en un momento de «polarización de la sociedad», para «distinguir hechos de opinión».

El futuro de los jóvenes

Pilar Alegría avanzó que «las nuevas formas de enseñar» implantadas por la pandemia « han venido para quedarse», aunque aclaró que «la distancia no sustituye a los compañeros de la escuela» y que «son primordiales las políticas educativas con equidad».

La ministra no perdió la oportunidad para hablar de la «ambiciosa» reforma educativa del Gobierno. Sobre esto, afirmó que «solo con profesorado bien formado será posible el cambio que nuestro sistema necesita». El cambio en su formación será el «más importante que se ha planteado en España en 40 años».

Por su parte, Cormann se centró en cómo la pandemia ha afectado de una manera disruptiva a los jóvenes, para quienes hay que crear «mejores oportunidades». Llamó a aprovechar el «potencial de la tecnología» y criticó que, en este sentido, los «sistemas educativos han sido tradicionalmente lentos para implantarla».

Además, destacó la importancia de dotar al alumnado de «habilidades» y de la «ciencia en educación»: es la «mejor inversión para el futuro» para, entre otras cosas, «anticiparse» y afrontar el cambio climático.

Para Susan Hopgood, presidenta de la International Education, la educación «siempre nos brindará esperanza: los desafíos del mundo actual exigen una pedagogía orientada a la formación de sujetos críticos, que sepan afrontar las crisis para mejorar su vida personal y para transformar las sociedades».

Por ello, se decantó por «unos sistemas públicos educativos con una financiación adecuada, y una mayor inversión en la profesión docente, protagonista principal en la lucha por una educación de calidad y universal».