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Los campamentos de verano vuelven a las cifras prepandemia

La actividad fue solo del 30 % en 2021

Unos niños valencianos montan su tienda de campaña en un campamento estas Pascuas. | LEVANTE-EMV

Se acerca poco a poco el final de un curso escolar que ha vuelto a ser especial, en esta ocasión por el levantamiento progresivo de las restricciones contra la covid —la última de ellas la retirada de las mascarillas obligatorias—. Y, conforme llega ese final de curso, sobrevendrá otro momento que, si cabe, es más esperado aún que lo anterior por miles de niños valencianos. Los primeros campamentos de verano sin restricciones por la pandemia —si no se produce otra vuelta atrás inesperada—.

Respirar el aire de los árboles sin el tapabocas alrededor de las casetas del campamento, realizar las actividades lúdicas de la misma manera que la última vez, hace tres años. Quizá para muchos y muchas sea su primera vez en un campamento juvenil. Después de aprender a sobrevivir a una pandemia, seguro que muchos tienen ganas de lidiar ahora con las pruebas que les pueda plantear la naturaleza.

De hecho, las breves vacaciones de Pascua ya han servido como una primera toma de contacto con la normalidad en el sector, con campamentos llenos y ya sin restricciones covid.

«Ha sido una sensación de alegría de volver a vernos, para muchos ha sido la primera vez que se han visto las caras desde que empezaron a ser scouts», dice a este diario el presidente de la Federació d’Escoltisme Valencià, David Baldoví. Habla después de que los monitores se hayan reencontrado con muchos pequeños aventureros hace unos días. «Se han hecho con toda la normalidad», asegura el presidente de una de las dos federaciones principales de scouts en la C. Valenciana, que aglutina a 6.100 miembros, entre los que hay 1.500 monitores.

«Felicidad» por haber podido retomar una actividad lúdica importante para el crecimiento de los niños es lo que se desprende del lado de quienes los acompañan durante esas semanas.

Mientras, el sentimiento que sale a relucir desde los responsables de los lugares de acampada es, más bien, el de alivio. Y es que, de la misma manera que sufrieron los hoteles durante la pandemia, lo hicieron los campamentos.

No fue nada fácil el año pasado —cuando ya se abrió un poco la actividad, aunque apenas al 30 % de lo que se acostumbra—, organizar una actividad donde se juntan centenares de niños en el mismo lugar y duermen en el mismo lugar durante una semana sin que estén los padres en el lugar.

Está claro que los menores no han sido el grupo de población más afectado por la pandemia ni mucho menos, pero aun así gestionar posibles contagios masivos con los progenitores a decenas de kilómetros era una tarea harto complicada. Así que las zonas privadas de campamentos sufrieron. La Asociación Nacional de Empresas de Actividades y Campamentos (Anaecamp) estima que el 38 % de las zonas de acampañada a nivel nacional cerraron en 2020. «Hay muchas que han podido sobrevivir, pero reinventándose», asegura el portavoz de Anaecamp, José Manuel Fernández. «Este año, los aforos completos están haciendo que sea una campaña muy importante y que ha empezado muy pronto. Para el verano, donde especialmente en las dos primeras semanas de julio las acampadas juveniles concentran la mayoría de sus citas, esperan un «crecimiento bastante importante, cerca de los números prepandemia».

Todo completo

Uno de los lugares de acampada más populares de la Comunitat, el del Embalse de Benagéber, en la provincia de València, ya lo tiene todo ocupado para esas dos primeras semanas de julio.

Toda una fiebre —en algunos casos porque los niños adoran ir y en otras, bien es cierto, porque los padres los inscriben sin mucho convencimiento por parte de la criatura, aunque luego pueda pasárselo bien—.

El director del Centro de Vacaciones del Embalse de Benagéber, Rubén de la Cruz, dice que en las últimas semanas ha comprobado que se trabaja ya «igual que hasta hace un par de años».

Pese a todo, De la Cruz sigue sin confiarse. «El miedo de volver atrás lo tienes, después de lo que ha pasado con olas que iban viniendo», asegura. Pero confía en que, tanto para ellos como para otras zonas de acampadas juveniles, ese sea el año en que se repongan. «Este año económicamente lo que está suponiendo es intentar superar las pérdidas de los años pasados», lamenta.

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