Viajando hacia una nueva realidad, ¿merecida? Estamos a mediados de mayo y el calor que está haciendo es más propio de los meses estivales que de la primavera. Esta semana, veremos que muchas ciudades llegarán a los 30 y 35 ºC, incluso a los 40 ºC. Por tanto, estamos delante de un episodio que nos puede dejar entre 10 y 15 ºC más de lo que es habitual para esta época. No está de más decir que estamos delante de una nueva realidad climática que cada vez esta más presente. Un calentamiento global que en los últimos años ha estado acompañado de una mayor frecuencia e intensidad de los extremos climáticos. Y si no, ¿por qué cada año anotamos nuevos récords de temperaturas máximas en muchos lugares de la Península Ibérica? Pero no solo esto, también los inviernos cada vez son más cortos y obviamente menos fríos. Esto se traduce con un alargamiento de la primavera y y por consecuencia, del verano. El calor típico de los meses estivales se alargará hasta el mes de octubre, como ya ha pasado otros años. No cabe duda que el futuro que nos espera cada vez será mas cálido y seco. Un panorama climático desolador que tendrá graves consecuencias sobre el territorio y sobre los ecosistemas. Nuestros recursos hídricos se reducirán y la vegetación actual se tendrá que ir adaptando, eso si no desaparece antes. El bosque que conocemos se modificará y muchos árboles perderán la vitalidad convirtiéndose en matojos. Y esto ya pasa en nuestro país, en Portugal, en Italia y en Bulgaria. Los escenarios de cambio climático indican una creciente vulnerabilidad a la desertificación en todo el planeta. Las temperaturas van en aumento y los periodos de sequías, también. El proceso de cambio climático ya se ha iniciado y en los próximos años será más evidente y claro. Una situación que no cambia de hoy para mañana, aunque cambiáramos nuestro modelo socioeconómico basado en la quema de combustibles fósiles y en las emisiones de dióxido de carbono en la atmósfera.