Fueron los grandes damnificados de las políticas de la exconsellera Carmen Montón pero los hospitales privados han vuelto a recuperar durante la pandemia de coronavirus su estatus de principal apoyo de la Conselleria de Sanidad para hacer frente al pozo sin fondo que suponen las listas de espera para operarse.
Y todo, por culpa del parón en la actividad normal en todos los hospitales públicos durante las sucesivas olas de la covid-19. Con las camas de hospital y, sobre todo de UCI, llenas de infectados de coronavirus y todo el personal volcado en la pandemia, los quirófanos anularon las intervenciones programadas durante largas épocas desde marzo de 2020 hasta el año pasado. La consecuencia: los días que había que esperar para operarse de algo no urgente volvieron a dispararse, así como las personas que estaban en ellas: de los 80 días que había en febrero a 2020 a los 157 de agosto de ese año y los 150 días de espera, de nuevo, en febrero de 2021, tras la ola de mayor afección en la C. Valenciana.
La solución rápida de la Conselleria de Sanidad ha sido volcar ese exceso de trabajo que no se podía asumir a través del plan de choque, es decir, derivar a todoslos pacientes que llevaran más de tres meses esperando a una clínica privada y resolver el problema. Las cifras del año pasado y de los anteriores dan cuenta del papel que ha tenido el sector privado en resolver parte del problema de las listas de espera que generó la pandemia: el año pasado se asignaron 28.196 intervenciones y algo más de 25.000 en 2020. La cifra de 2021 supone casi el doble de cirugías enviadas a la privada que en 2019.
Cambio de papeles
Hay que mirar, de hecho, a los años prepandemia para entender la magnitud de las derivaciones. Más o menos esas 25.000 o 28.000 intervenciones eran las cifras de operaciones que asumían las privadas durante el gobierno del Partido Popular, cuando el plan de choque era la única ayuda extra al funcionamiento normal de los quirófanos. La llegada del Botànic y el compromiso con la sanidad pública que impuso como marca Carmen Montón resultó en la creación de «otro» plan de ayuda a las listas de espera, totalmente público: las operaciones en autoconcierto. El planteamiento era crear equipos de sanitarios de la pública que alargaran su jornada por las tardes y usaran recursos públicos para operar «más» a cambio de cobrar esas horas extras.
Y cambiaron las tornas. En 2018, por ejemplo, se hicieron 20.375 operaciones «de tarde» por el autoconcierto frente a las 8.622 derivadas a la privada por el plan de choque.
La salida de Montón y la llegada de Ana Barceló supuso un nuevo cambio en la balanza. Barceló quería utilizar todos los recursos a su alcance para rebajar la lista de espera y aseguró que no iban a tener «complejos» en apoyarse más en la privada y así lo hizo. En 2019, año prepandemia, de 8.622 se pasó a 14.980 intervenciones derivadas a la privada pero también aumentaron las de autoconcierto. Una vez llegó el coronavirus, esta vía de hacer más con recursos públicos (y que ha tenido cada año más presupuesto) se vio igualmente afectada por el parón de la covid: las intervenciones cayeron, proporcionalmente a lo que subieron en la privada.
El año pasado, sin embargo, y pese a que la sanidad valenciana atravesó la peor de las olas de coronavirus, las cifras se recuperaron. No a niveles de 2019 pero muy cerca con 22.486 intervenciones, según las cifras oficiales aportadas por la Conselleria de Sanidad.
En total, gracias a la recuperación del autoconcierto y el papel más relevante de las clínicas privadas, las operaciones de lista de espera hechas de forma «extra» el año pasado para intentar rebajar los días de espera han rozado máximos: 50.682 en 2021, muy por encima de las 41.000 a las que se llegó el último año prepandemia, 2019.
