La Xarxa Vives d’Universitats alerta de la brecha social que se mantiene en el sistema universitario. El Informe “Via Universitària” que se ha hecho público hoy revela un “estancamiento hacia la equidad”, ya que no todos los grupos ni clases sociales acceden por igual a estos estudios superiores ni están representados en la misma proporción que su peso en la sociedad. Así lo refleja el tercer estudio de la red de instituciones académicas de la C. Valenciana, Cataluña, Islas Baleares y Andorra.

El informe comprende el periodo 2020-22 -marcado por la pandemia- y en el que se ha entrevistado a casi 50.000 estudiantes (43.046 de grado y 6.245 de máster) de 20 universidades. Ha sido elaborado por seis equipos de investigación, entre ellos uno de la Universitat de València.

Entre otras conclusiones, el informe apunta que la “posibilidad de acceder a los estudios universitarios depende sobre todo del apoyo familiar”. A pesar del aumento de becas, tanto del ministerio como, en el caso valenciano, de la Conselleria de Innovación, el informe lamenta que el existente es “un sistema de ayudas muy débil”, lo que “dificulta el acceso de los grupos sociales menos favorecidos a la universidad”.

En concreto, según los datos, solo 1 de cada 10 estudiantes (9,1 %) proviene de clase social baja y depende de fuentes de financiación complementarias al apoyo familiar (como becas y trabajo), mientras que 6 de cada 10 son de clase alta (58,8 %) y 3 de cada 10, de clase media (32,11 %).

Estudiantes. M.Á.Montesinos

El informe afirma que “garantizar la equidad de oportunidades en el sistema universitario debería ser un eje principal de las políticas de educación superior”. Según refleja, el sistema universitario “aún está lejos de la equidad”. Pero no solo eso, sino que durante la pandemia se ha visto un ligero retroceso de la presencia del alumnado más humilde, que en el estudio del 2018 representaban el 10,6 % y en 2021 el 9,1 %.

En relación a esto, el tercer estudio de la Xarxa Vives demuestra que las economías familiares son las que sustentan al alumnado universitario, especialmente los progenitores, que son los “máximos financiadores” en el 54 % de casos, tanto de máster como de grado. Las becas y contar con un trabajo suponen el 17 % de los ingresos para estudios en ambos casos; además de los préstamos (0,9 %) o de haber trabajado durante en verano (6,3 %),

El nivel socioeconómico también marca los estudios que se cursan; las carreras científicas son menos acecsibles

Asimismo, el nivel socioeconómico también marca los estudios que se cursan. Los hijos de padres y madres con un nivel de formación bajo representan el 18,8 % de los universitarios, y la mitad se concentran en las ramas de Humanidades y Ciencias Sociales y Jurídicas, con poco más del 20 % respectivamente. En Ingenierías (15,6 %), Ciencias (13,7 %) y Titulaciones Mixtas (10,3 %) su presencia es menor. El informe recuerda que la matriculación en estos últimos estudios tiene un coste mayor.

Otro de los indicadores del informe también muestra cómo las familias son imprescindibles. Se trata del alojamiento, pues el acceso a la universidad “no conlleva una emancipación”: más de la mitad (el 63,5 %) de los estudiantes vive con sus padres u otros familiares; el 21,7 % comparten piso; solo el 5,8 % tiene una vivienda en propiedad; mientras que a las residencias o colegios mayores acuden el 3,3 %, mismo porcentaje de alumnado que ha alquilado solo.

Otras desigualdades

En cuanto a la brecha de género, las mujeres continúan siendo mayoría en los campus (64 %), pero siguen infrarrepresentadas sobre todo en las ingenierías (siendo solo el 15,4 % en las relacionadas con las comunicaciones); en Ciencias Experimentales y Matemáticas (rozan el 40 %); y en Economía, Empresa y Turismo (46,7 %).

Eso sí, el estudio también recoge que, a la hora de elegir carrera o máster, las mujeres atienden más a sus aptitudes, la profesión futura o su deseo de “cumplir un sueño”, mientras que los hombres se fijan en las salidas profesionales.

Además, estar en minoría en clase provoca a las mujeres “efectos negativos sobre la confianza en ellas mismas y la percepción del reconocimiento externo”; mientras que los hombres se muestran más seguros de sus capacidades y mejor valorados por su profesorado y compañeros.

Por todo esto, entre las conclusiones de la “Via Universitària” se piden alternativas a la financiación familiar para asegurar el acceso a los estudios universitarios de los grupos sociales menos favorecidos” (como becas, becas salario o residencias) y para compensar el “coste de oportunidad”. Asimismo, también se insta a las universidades y administraciones a “seguir trabajando para atraer el talento femenino a las áreas tecnológicas y científicas”.

Atención a la salud mental

Por primera vez, la Xarxa Vives incluye en este informe datos sobre la salud mental del alumnado, por lo que se cuenta con un indicador más para comprobar cómo la pandemia ha afectado al bienestar emocional.

En concreto, un 22,8 % de los estudiantes asegura haber sufrido ansiedad crónica y un 26,4 % depresión, alguna vez, a lo largo de sus vidas, aunque la gran mayoría detalló que fue en el último año.

Ante esto, los investigadores solicitan que se incorporen esta dimensión “entre los aspectos que cabe considerar dentro de la vida universitaria”.

Perfil del estudiante

El 77,5 % de los estudiantes de las universidades presenciales acceden tras presentarse a la selectividad , por lo que se trata de un perfil joven (de 22 años de media), sin apenas cargas familiares (solo el 1,6 % las tiene). No obstante, el estudio detecta que un 20,6 % del alumnado ha interrumpido sus estudios en algún momento previamente, por lo que “da la sensación de que las trayectorias de las personas jóvenes son cada vez más complejas”.

El 85 % de estos estudiantes asiste regularmente a clase , más de la mitad se dedica exclusivamente al estudio (51), el 23 % trabaja de forma esporádica y solo uno de cada 10 trabaja a jornada completa.

La tercera edición del informe analiza las universidades online, que tienen “perfiles más diversos en relación a la edad y trayectoria”, con una media de edad que asciende hasta los 34 años, muchos con cargas laborales y familiares (uno de cada tres tienen hijos y seis de cada diez, pareja), y con un tercio de estudiantes que provienen de la FP Superior (36 %) y mayor porcentaje de orígenes sociales bajos.

Para hacer aún más accesible la universidad, el estudio sugiere que se flexibilicen los currículums, para “facilitar el acceso a los estudios universitarios a estos estudiantes de perfiles menos convencionales (estudiantes de más edat, que trabajan, con responsabilidades familiares...).

Además, con la experiencia de la pandemia, instan a las universidades a “replantear el modelo de estudios” y “revisar qué se puede hacer mejor con menos presencialidad, y qué es lo que sí requiere presencialidad”.

Entre las 20 universidades que han participado, se recogen los datos de las cinco públicas valencianas (UV, Universitat Politècnica de València, Universitat Jaume I, Universidad Miguel Hernández, Universidad de Alicante) y la Universidad CEU Cardenal Herrera.

La dirección científica ha sido a cargo de Antonio Ariño y Ramon Llopis, de la UV, y Miquel Martínez y Ernest Pons, de la Universitat de Barcelona; y ha colaborado la Agència Valenciana d’Avaluació i Prospectiva (AVAP), entre otras entidades.