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Salud mental

"Somos la generación que va de crisis en crisis, y eso genera ansiedad permanente"

Andrea Mézquida, psicóloga especialista en juventud, advierte de que nunca antes habían llegado tantos pacientes a su consulta

Sandra García, de 29 años, ha sufrido de ansiedad e ido a terapia para tratarla. Miguel Angel Montesinos

Sandra García conoció la ansiedad en el confinamiento domiciliario de 2020. Le golpeó tan fuerte que la dejó paralizada en el suelo. Inmóvil. Ya sabía que le pasaba algo, pero no acababa de ponerle nombre. Se encargó su terapeuta. En realidad padece este trastorno mental, el más común entre los jóvenes, desde hace muchos años, solo que no lo sabía.

Pasó por terapia, estuvo en tratamiento y hoy en día sigue aprendiendo a lidiar con ello. "A mi la ansiedad me la provoca el miedo y la inseguridad. La situación de pandemia, el no saber qué iba a pasar ni cuando acabaría me hizo explotar", recuerda García. Ella es una de las tantísimas jóvenes con problemas de salud mental en la C. Valenciana por estar condenados a una eterna juventud; sin acceso a una vivienda propia, sin trabajo digno, saltando de precariedad a temporalidad y vuelta a empezar. "Somos la generación que va de crisis en crisis, y eso genera una ansiedad permanente", señala.

El estrés y la ansiedad se arrastran. Son una mochila que la juventud no se puede quitar porque no puede desarrollar sus aspiraciones. "Y yo me considero una privilegiada por tener un trabajo con sueldo mileurista. Muchos no tienen nada", dice esta joven de 29 años. "Con mis amigos y en mi círculo sí que noto que todos tenemos esos problemas de estrés y ansiedad, sobre todo por la sensación de desesperanza y no poder avanzar", destaca.

"No tenemos derecho a parar. Tenemos que ser siempre productivos, pase lo que pase, aunque estemos mal emocionalmente", dice García

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Andrea Mezquida tiene 31 años y es psicóloga. Muchos de sus pacientes también son jóvenes, "alrededor del 70 % de los que vienen a la consulta tienen entre 18 y 30, y la mayoría son mujeres", asegura. El caso de Sandra no es aislado, de hecho casi podría ser un caso tipo. Como explica Mezquida "la gran mayoría de personas vienen con ansiedad, pero también con fobia social, estrés, y depresión o un estado de ánimo bajo alargado en el tiempo", asegura.

Andrea Mezquida, psicóloga especialista en juventud. @andrea.psicologia

Derecho a parar

La ansiedad es la más común en consulta. "Influye el tema laboral. Muchas personas vienen con un síndrome del impostor tremendo porque no encuentran trabajo, tampoco pueden acceder a posgrados porque son muy caros. El tema de la vivienda también marca mucho; situaciones como compartir piso con 5 personas más porque no te puedes permitir vivir solo o ni siquiera con tu pareja", dice Mezquida.

"No tenemos derecho a parar. Tenemos que ser siempre productivos, pase lo que pase, aunque estemos mal emocionalmente eso no se contempla como una enfermedad física que sí que te hace frenar. El sistema no nos da esa posibilidad cuando hablamos de salud mental", asegura García. Hasta que la cabeza, como le pasó a ella, te para literalmente. "Siempre digo que es comparable al que se rompe una pierna. Pues a mí en aquel momento se me rompió la cabeza", cuenta.

La pandemia, como en el caso de Sandra, fue un mazazo para muchos jóvenes. Mezquida asegura que "nunca antes habíamos tenido tantos pacientes en consulta. Y eso no significa que antes de la pandemia estuvieran bien. Muchas personas llevaban un ritmo de vida tan frenético que no les permitía parar, hasta el confinamiento que les obligó a hacerlo. Y mucha gente se dio cuenta de su estado emocional", cuenta la psicóloga.

Pese a todo, como explica Mezquida, "la salud mental sigue estando cero normalizada. Aún es un tabú entre la gente joven, y muchos van a terapia a espaldas de sus padres porque no quieren que lo sepan", señala. Añade que una gran parte de la gente joven, por el contexto socioeconómico que les rodea "vive con ansiedad de baja intensidad pero permanente".

"Todavía hay muchos jóvenes que van a terapia a espaldas de sus padres porque no quieren que lo sepan"

Andrea Mezquida - Psicóloga

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Descartar la sanidad pública

Sandra ni siquiera pensó en pedir un cita para el psicólogo de la pública. "Sé cómo está y las pocas plazas que hay, así que ni me molesté en intentarlo, y me fui directamente a un terapeuta privado", cuenta. Mezquida recibe pacientes que vienen de los psicólogos de la Seguridad Social y explica que "a algunos los atienden unos 15 minutos cada dos meses".

García reconoce que la generación anterior no tuvo, ni siquiera en muchos casos, la posibilidad de acceder a terapia. "Ahora ya no hay tanto estigma, hablo del tema con mis amigas y poco a poco se va normalizando", cuenta. Y aunque sea un tema generacional, la realidad no ayuda. "Vivimos en un estado de incertidumbre constante, y sabemos que aunque tengamos estudios, y aunque seamos brillantes, eso no nos asegura un trabajo que de para vivir, que no hay meritocracia", apunta.

A esta realidad es necesario sumar las redes sociales, una máquina de generar trastornos o una muy buena herramienta en función del uso que se les dé. Mezquida recuerda que "en Instagram subimos lo que queremos que la gente vea, la parte maravillosa de nuestras vidas, y eso puede generar que otras personas se sientan mal con la suya propia". Sin embargo, aunque García está de acuerdo con esta parte, añade que "puedes detectar los perfiles que te hacen daño y dejar de seguirlos, porque hay otros muy buenos. Hay muchas cuentas que divulgan sobre salud mental y bodypositive que a mi me han ayudado muchísimo", explica García.

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