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La nueva edad de oro de las bodas

Las reprogramaciones por culpa de la pandemia provocan que los salones se vean obligados a pedir a la clientela que «descongestione los sábados»

Salida de una pareja de novios de la iglesia. | E. RIPOLL

Nunca había sido tan larga la espera para dar el ‘sí quiero’. Ni siquiera en un pasteloso drama romántico de Hollywood. Muchas parejas han tenido que esperar dos años y otras tantas siguen aguardando a celebrar su gran día después de que la pandemia les haya hecho posponer varias veces sus fechas de matrimonio.

La situación sanitaria por fin ha mejorado y, de repente, todos los casamientos que no se habían celebrado en los años previos han florecido durante esta primavera. Por eso mismo, estos meses hay una acumulación en los salones de boda valencianos, que casi suplican a los cónyuges que, por favor, elijan otros días diferentes a los sábados para el festejo.

«Los sábados están todos llenos al completo en los salones. Hacemos un llamemiento a que, de alguna forma, los clientes descongestionen el sábado», dice a Levante-EMV el presidente de la Asociación de Empresarios de Salones de Boda y Convenciones de la Comunitat Valenciana (Aesava), Juanjo Carbonell.

El dirigente, que también es secretario general de la Federación de Ocio y Turismo de la Comunitat Valenciana (Fotur), asegura que «un montón de eventos se han trasladado a este año y, sobre todo, a los meses de más actividad en el sector, que son mayo y junio». Los salones de eventos han pasado de no albergar prácticamente nada a un año muy intenso. Porque además de las bodas, este mes es el más tradicional en la autonomía otra celebración: «ahora en mayo además coinciden las bodas con las comuniones». Sábado noche, boda; domingo mediodía, comunión. Seguro que será un doblete al que se enfrentarán no solo los salones sino también muchos asistentes que repitan en dos celebraciones en el mismo fin de semana. El regreso a la normalidad tampoco es normal en el mundo de los salones de eventos, que llevan un ritmo nunca antes visto.

Desde Aesava saben que es difícil modificar una fecha tan especial y movilizar para otra jornada a decenas de invitados, pero Carbonell afirma que «si contratan un viernes, un domingo o incluso un jueves», encontrarán muchas veces «deferencias, detalles, cortesías y descuentos por parte de los salones». «Supone que existan ventajas competitivas a nivel comercial», recalca.

«Es evidente que en 2022 se ha producido una saturación y que se están haciendo programaciones para redistribuir... Pero por eso mismo pedimos que se negocie otra fecha distinta al sábado», expresa Carbonell, ante la avalancha de solicitudes por acaparar el ‘día fuerte’ de la semana.

La facturación del salón de bodas medio en la C. Valenciana era de unos 400.000 euros antes de la pandemia. «Vamos a intentar recuperar esas cifras, aunque muchos compañeros cerraron». Y es que de 150 salones en territorio valenciano que estaban inscritos en Aesava, se ha pasado a poco más de 100. «Lo que más nos ha golpeado han sido los costes de gestión, y las infraestructuras son muy cuantiosas», asevera, en referencia al gran tamaño de estos salones, que ha sido un hándicap a la hora de afrontar el cierre pandémico.

Rosa San Patricio dirige un salón de bodas en Alginet y, al mirar la agenda, ve que ya tiene cubierto todo mayo y junio... De 2023. Ni qué hablar de 2022. «Hay una demanda muy fuerte —comenta—, este verano haremos una media de 200 bodas, quizá 220, y solo tengo algún hueco en agosto».

«La gente ya ha perdido el miedo al virus y lo que estoy viendo en los últimos meses es que todos hacen unas bodas de bandera», añade San Patricio. Parece ser que hay ganas de mostrar amor.

Recelan de la reforma laboral

Los empresarios valencianos del sector se quejan de que la nueva reforma laboral que ha impulsado el Gobierno no contempla, según ellos, «un contrato específico para este tipo de trabajo». Afirman que la figura del fijo discontinuo, que es la que suelen aplicar, no se corresponde con la realidad que necesita un sector que concentra su actividad «por temporadas y en los fines de semana». «La capacidad de adaptación por la reforma laboral está penalizando con los costes laborales», consideran desde Aesava.

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