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Una delegada del Gobierno con el 'chelo' a cuestas

Gloria Calero retoma los ensayos para tocar con la Orquesta Sinfónica Saguntina en una 'carrera' musical que comenzó con 57 años

La delegada del gobierno Gloria Calero, retoma los ensayos con su orquesta, en el Auditorio Joaquín Rodrigo de Sagunt. Daniel Tortajada

La carrera musical de Gloria Calero no es convencional. Delegada del Gobierno en la Comunitat Valenciana desde 2020 y exalcaldesa de Sagunt, su excepcional trayectoria como chelista no es tanto por la ya rareza de que un cargo institucional sea parte de una orquesta ni por un virtuosismo sin igual en el instrumento sino por cómo ha llegado a formar parte de la Orquesta Sinfónica Lira Saguntina. Este sábado la orquesta celebra su concierto número 300, un evento especial, de homenaje, para el que Calero ha vuelto sobre sus pasos y ha retomado el violonchelo.

Queda una semana para el concierto y Calero llega al ensayo de la sociedad musical saguntina recibida entre abrazos. Los más efusivos son de los más jóvenes, aquellos con los que paradójicamente más años lleva compartiendo en el aprendizaje musical. Porque Calero empezó con los que hoy son adolescentes y veinteañeros. Su afición musical viene de lejos, admite a días del evento, pero no empezó a convertirlo en aprendizaje hasta los 57 años con paso por la Orquesta Joven con la sesentena cumplida.

"Empecé del cero absoluto", cuenta recordando el día que inició las clases hace ya una década. Lo hizo porque una compañera de trabajo en el hospital, enfermera, de su quinta, le contó que estaba empezando a ensayar, a tocar un instrumento. Al principio le pesó la edad para imitarla, pero de perdidos al río y por qué hacer de los años una barrera. Su ilusión era tocar el violonchelo y por él se decidió. "Siempre me había fijado en los chelos, es el instrumento que más me gusta, el que se parece más a la voz humana", explica Calero.

Lo que veía imposible, "algo inalcanzable", comenzó a concretarse entre niños y niñas de 8 y 10 años en el primer curso de Grado Elemental. Solfeo, lectura musical o armonía formaban parte de su rutina igual que lo había sido dirigir el Ayuntamiento de Sagunt unos años atrás. En el tercer curso el paso habitual es el de ir a la Orquesta Joven. Ella tenía 60 años. "Si toca ir a la Jove, voy a la Jove", le respondió al director que le preguntó. "Y es la etapa en la que más he disfrutado", explica.

"Era una relación muy bonita, enseguida éramos una más del grupo", dice en referencia a ella y su compañera de trabajo y cómo se llevaban con el resto de adolescentes que conformaban la orquesta. Confiesa que les llamaban las "mamichelos" y que acudían a ellas cuando tenían algún problema para el que la voz de la experiencia se convertía en música para sus oídos. Al conservatorio, una vez terminado el Grado Elemental, declinó acudir. Sí que optó a entrar en la Orquesta Sinfónica Lira Saguntina, la de los "mayores". Cuando lo logró, prueba de admisión mediante, tenía 64 años. "Es de las cosas que más orgullosa me siento", admite.

Todo cambia en 2020. En febrero de ese año es nombrada delegada del Gobierno de la Comunitat Valenciana lo que le hace imposible compatibilizar su cargo con la orquesta. Más que imposible, evita intentar hacerlo. Sabe que es complicado y quiere dedicarle todo el tiempo al cargo. Un mes después llega la pandemia y los ensayos se paralizan de forma total. Tendrían que pasar más de 800 días, hasta mayo de este 2022, dos años después, para que Calero vuelva a tocar el chelo con sus compañeros de orquesta.

Su vuelta, dice, fue recibida con alegría. Antes le preguntó al director de la orquesta si podía participar en el concierto homenaje, que le haría ilusión hacerlo pese a estar desentrenada. La respuesta fue totalmente afirmativa. "Aquí les da totalmente igual que sea delegada del Gobierno, nos vemos de una forma diferente, aquí no importa lo que sea, lo que importa es que todos juntos sonemos bien, que cada uno esté a su compás y que cada cosa esté en su sitio", añade.

Para preparar el concierto lleva un mes de ensayos intensos, con dos veces por semana en horarios que se alargan de la tarde a la medianoche. A ello se añade en su caso las prácticas extra en su casa con uno de los jóvenes de la banda que se ofreció a ayudarle para recuperar las manos de antaño. Ha llegado justa de ensayos y admite que cuando en el concierto "haya una parte que vea que me cuesta más, dejo de tocar y así no estorbo".

Ahora, tras un mes de ensayos, de regreso del gusto musical, ese que siempre tuvo, con Mozart, Bach o Vivaldi sonando en su despacho en el Hospital de Sagunt cuando trabajaba allí como directora de Enfermería, apuesta por intentar compatibilizar su puesto de delegada de Gobierno con la vuelta a la orquesta. "Quiero retomarlo, no siempre será fácil, pero creo que puedo, para mí la música es un balón de oxígeno", añade. Cuando el violonchelo se posa en sus manos, el cargo y todas las preocupaciones que lo acompañan se quedan en el estuche.

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