La meteorología es una ciencia compleja y global que confirma que un sutil cambio en las condiciones del tiempo en un rincón del mundo puede provocar efectos realmente devastadores al otro lado del mundo. Las corrientes de aire y las corrientes marinas, que regulan muchos de los fenómenos meteorológicos, a lo largo del planeta están interconectadas en un frágil equilibrio que se ha visto alterado por el cambio climático y el aumento global de las temperaturas.

En el Mediterráneo tenemos, por ejemplo, que vigilar su temperatura media. Este mar interior que se conecta con el océano atlántico a través del estrecho de Gibraltar es el gran regulador climatológico que permite mantener a raya la temperatura y las inclemencias extremas en la vertiente mediterránea del continente europeo. Cuanto más se calienta, más se altera el equilibrio y peores episodios tormentosos se registran en las zonas litorales, como las super células o super tormentas en rotación que han dejado una fallecida en Francia. Junto al Mediterráneo, el segundo gran actor que modula la temperatura y el clima en esta parte del hemisferio es la bestia africana.

Qué es la bestia africana y por qué tiene mucho que ver con la subida de temperaturas en la península

¿Qué es la bestia africana?

Es un término acuñado hace años y que hace referencia a la enorme bolsa de aire caliente que se forma sobre parte del continente africano como consecuencia de la radiación solar y el efecto del desierto. Este aire caliente y seco normalmente viene acompañado de polvo en suspensión en forma de calima y es uno de los culpables del aumento de temperatura y de las olas de calor extremo que están afectando cada vez más frecuentemente la península.

Normalmente, la bolsa de calor africano permanece estática sobre el continente pero eventualmente puede desplazarse hacia el norte y afectar directamente a la península ibérica. Cuando eso sucede, la península queda expuesta al aire caliente que proviene del Sahara. A este se le suma el calor propio que se acumula sobre la península por efecto de la radiación solar y el calentamiento de la superficie. Este calor recalienta el aire y es entonces cuando, si sopla el aire desde el Oeste, se producen los episodios tan temidos de Poniente o Terral en el Mediterráneo.

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Domingo de calor extremo en las playas de València que lucen hasta la bandera Eduardo Ripoll