“En un momento como el que estamos viviendo, en el que todo el mundo está tratando de encontrar alguna bengala de luz que le de alguna pista sobre el futuro, no van a encontrar en mí esa bengala que ilumine respecto al futuro. Quiero compartir las dudas que todo ciudadano normal debe tener para, a partir de ellas, “instalarse ante un mundo en cambio absoluto”.

Con esta declaración intenciones inició el periodista Iñaki Gabilondo la conferencia “El periodismo necesario en tiempos de bulos y desinformación” que clausuró el XXXI Seminario Permanente de Ética Económica y Empresarial de Étnor que este curso ha llevado por título “Inteligencia Artificial: ¿oportunidad o amenaza para la democracia?”.

El acto tuvo lugar en el Jardín Botánico de la Universitat de València y contó con la participación del President de la Generalitat, Ximo Puig y de la rectora de la UV, Mavi Mestre. Adela Cortina y Pedro Coca, directora y presidente de Étnor, fueron los responsables de introducir la conferencia de clausura.

Contexto mundial

Iñaki Gabilondo aludió a la crisis de 2008, a la pandemia y a la guerra de Ucrania, tres “cataclismos” que se producen cuando todavía no se había encauzado la nueva realidad que trajeron consigo la globalización y las nuevas tecnologías.

Antes de 2008, la sociedad ya vivía con “desconcierto” las novedades que se producían a una “extraordinaria” velocidad y, ya entonces, empezaron las dudas de cómo actuar en política, cómo hacer el periodismo, cómo educar a los hijos o cómo invertir.

“Todavía no había empezado la secuencia de enormes cataclismos cuando estábamos ya sumidos en ese inestable suelo”, asegura Gabilondo

En este escenario complejo, cuya dimensión sólo podrá calibrarse con perspectiva, pretender tener las ideas claras es una “petulancia”. Cuando se “rompen las costuras” del mundo que habíamos conocido, vivir en el desconcierto es natural, asegura Gabilondo.

“Nadie puede pretender, en un momento como este, tener las respuestas, aunque sí es imprescindible que compartamos el desconcierto y que lo hagamos con una mentalidad aportadora y positiva”, asegura.

Y, para empezar, Gabilondo anima a denunciar a “los pescadores en las aguas revueltas del desconcierto” que están tratando de hacer su gran negocio político y económico aprovechando el estupor, el desconcierto y la caída de las evidencias, las certezas y las grandes verdades.

Todo esto ha pasado, apunta Gabilondo, mientras la irrupción de internet dibuja “el mayor escenario para la libertad que nunca se ha conocido” y que ha tardado muy poco tiempo en descubrirse que es, al tiempo, “la mayor amenaza para la libertad que nunca ha existido”.

El periodismo necesario

Como consecuencia de la llegada de internet y las nuevas tecnologías el periodismo sufre una gran “conmoción”, asegura Gabilondo. Aquella estructura industrial que sostenía el negocio del periodismo se ha visto sometida a un gran desafío.

“Todo el mundo de la comunicación entró en pánico financiero y como resultado, en un “ejercicio de mimetismo algo infantil”, empezaron a buscar soluciones en la “juguetería tecnológica”, asegura. “Los medios de comunicación se dejaron también invadir muy fácilmente por todos los elementos que ahora les han envenado”.

Las fake news son las mentiras de toda la vida solo que, en el mundo de hoy, se difunden a la velocidad de un “click”. Pero, además, se descubren las posibilidades de actuar de una manera organizada y, en este momento, es indiscutible la existencia de maquinarias muy poderosas construyendo fake news al servicio de intereses muy variados.

Gabilondo asistió al acto. ED

Las fake news no son solo los “disparates o barbaridades que vemos o escuchamos, “son el descubrimiento de la vulnerabilidad de la nueva sociedad a través de las redes sociales para ser utilizadas por máquinas enormemente poderosas”.

En este contexto, el periodismo ha tenido que responder a la pregunta de si seguía teniendo sentido o no. Y se tardó poco tiempo en descubrir que eso que parecía en principio constituir la muerte definitiva del periodismo no era para nada así.

“En tiempo de inundación lo primero que escaseaba era el agua potable”, ejemplifica Gabilondo. Y en tiempo de inundación de señales informativas como el que vivimos “lo verdaderamente decisivo es localizar los puntos de agua potable”, asegura Gabilondo.

En su opinión, “no vamos a evitar que nos inunde agua envenenada, pero la acción del mundo entero movilizado neutralizará todo este desconcierto”

La búsqueda de esa posición de referencia de credibilidad es el gran compromiso del periodismo y es, también, el compromiso que la sociedad tiene que adquirir con el periodismo.

El periodismo necesario debe recuperar su razón de ser y “la razón de ser de nuestro oficio es ayudar a la gente a disponer del mayor número de elementos de juicio posible para poder cumplir con su papel, al que tiene derecho, de ciudadano responsable.

“Tenemos un compromiso absoluto con la ciudadanía”, un compromiso de verdad, de decencia y de realidad. Y los ciudadanos tienen que saber que es eso lo que tienen que exigir al periodismo.

En opinión de Gabilondo, el periodismo ha entrado en “desdichadas” disputas de parte y no ha ofrecido a la sociedad garantías de facilitar información certera y veraz. “Como parte de esta sociedad, tenemos un compromiso que debemos cumplir y la sociedad tiene que exigírnoslo.

“El periodismo tiene que contar lo que la gente tiene derecho a saber”, enfatiza. Y tiene que afirmarse en la ética como nunca antes lo ha hecho, “la ética ya no va a bastar como un aderezo final para complementar, va a estar en la sustancia misma de nuestra actividad porque, o nos acreditamos como yacimientos de agua potable o no vamos a poder a sobrevivir”.

El periodismo, asegura Gabilondo, tiene que jugar con confianza en sus posibilidades, arriesgando e invirtiendo para ofrecer un producto de calidad.

“Es momento de trabajar afirmando los valores, la decencia, las convicciones, la solidaridad, la voluntad de ser de alguna utilidad para los demás”, concluye Gabilondo, que apela al humanismo y a la responsabilidad de todos “para decidir hoy qué hacer, qué no hacer o qué permitir que se haga para construir el futuro”.