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Entrevista

Jordi Sevilla: "El Estado autonómico queda a medias sin reformar la financiación"

Advierte de un posible giro del votante hacia «opciones moderadas» tras Andalucía y sobre Oltra afirma: «Para políticos que han hecho bandera de esto, estar imputado es suficiente para dimitir»

Jordi Sevilla, instantes antes de la presentación de su libro ‘La España herida’, el miércoles en el Centre Cultural del Carmen. | FERNANDO BUSTAMANTE

Jordi Sevilla (València, 1956) volvió a casa el miércoles para presentar su libro La España herida (Deusto). En días de vértigo para el Consell —Mónica Oltra había dimitido apenas unas horas antes—, el exministro, exdiputado y expresidente de Red Eléctrica atiende a Levante-EMV para entroncar las reflexiones de su última obra con la actualidad.

La España herida busca las claves de una época de polarización política y crispación social. ¿Siente que las elecciones de Andalucía rebaten estas premisas?

No tienen por qué rebatirlas. Puede que la época de auge de la polarización, la radicalidad y el populismo que intento explicar en el libro esté empezando a finalizar. Es posible que los votantes empiecen otra vez a respaldar las opciones moderadas. Sería una muy buena noticia porque recuperaríamos el espacio para el diálogo y el debate en democracia.

¿Qué hubiera hecho usted en el lugar de Mónica Oltra? ¿Cree que el Consell ha gestionado bien la crisis?

Creo que el president Ximo Puig ha hecho lo que podía hacer y con la discreción que le suele caracterizar. Yo, de haber sido amigo de Oltra, le habría sugerido dimitir unos cuantos días antes. Dentro de un tiempo veremos si había o no fundamento para la acusación, pero creo que en el momento actual, y especialmente en políticos como ella que han hecho de esto una bandera, estar imputado es suficiente para presentar la dimisión.

Apunta a la crisis de 2008 como germen del descontento actual. Ahora los expertos nos sitúan a las puertas de otra recesión. ¿Cuál es su previsión?

Se está instalando esa idea, pero está muy instigada por los mercados financieros, que ganan dinero cada vez que los tipos de interés suben y cada vez que especulan contra la deuda pública de un país, que sube o baja en función de lo que ellos hayan apostado. No son ingenuos. Lo vimos en la crisis contra el euro, están detrás de este tipo de rumores. Es evidente que hay una situación muy complicada a nivel internacional que golpea también a España, pero yo no veo datos que avalen que vamos a una recesión en absoluto.

¿Qué efectos tiene una crisis económica en año electoral?

Hay ejemplos para todos los gustos. Dependerá de cómo se perciba la actitud de unos y de otros. Por eso, me gustaría que en situaciones complicadas, como puede ser una situación de inflación como esta, los ciudadanos premiaran a los políticos que arriman el hombro y no el ‘qué hay de lo mío’. Y que viéramos grandes acuerdos y consensos.

¿Habla de pactos PP-PSOE?

Claro. En situaciones sobrevenidas como 2008 o la pandemia, es muy difícil culpar a un gobierno de que es responsable. Pediría que nuestros representantes se sienten y acuerden un conjunto de medidas que sirvan para paliar o mejorar la situación.

Explica en su libro que la historia es cíclica, pero no es muy halagüeño buscar similitudes con el siglo XX...

Me gusta mucho la historia, pero estamos en un momento de transformación por el cambio climático y la digitalización. Es un contexto en el que me gustaría más ofrecer miradas hacia delante. En España seguimos demasiado mirando por el retrovisor y en épocas como esta no podemos permitirnos ese lujo .

¿Épocas disruptivas como la actual aumentan la desigualdad?

Totalmente. Eso lo abordo con las brechas que explico en el libro. Hay una que es especialmente dramática que es la de jóvenes y mayores. Las personas en situación de pobreza menores de 18 años triplica la de mayores de 65. Las dificultades de acceso laboral, a la vivienda o a la pensión que tienen ahora muchos jóvenes las dejamos en manos de las familias. Es decir, que la que tiene recursos puede resolverlo mucho mejor que la que no. Se genera y perpetúa una desigualdad social que va en contra de todo el discurso meritocrático de que si te esfuerzas llegarás.

¿Es justo promover la cultura del esfuerzo en ese contexto?

Yo creo en la cultura del esfuerzo y me considero representante de ella, porque vengo de familia muy humilde. Pero en España el Estado ha perdido capacidad redistributiva, que es una pieza esencial de la política meritocrática, que se basa en la igualdad de oportunidades que debe garantizar el Estado. Y el Estado está dejando de garantizar la igualdad de oportunidades. Seguir pidiendo cultura del esfuerzo y a la vez bajar impuestos y que el Estado cuanto más pequeño, mejor, a mí me parece contradictorio, cuando no directamente cínico.

¿Reformar la financiación facilitaría cerrar algunas de las brechas que detecta en España?

Sin lugar a dudas. Hay una brecha que explícitamente no trato en el libro y que es la territorial. Nuestro Estado autonómico está a medio hacer sin un buen sistema de financiación. Hemos hecho la parte complicada, que es repartir competencias y más o menos cómo se financian. Pero falta la parte común, cómo cooperamos entre las 17 autonomías y el Estado. En ese contexto de intentar unir lo común, un buen modelo de financiación es fundamental. Haría que ya no discutas de dinero sino de actuaciones. Uno de los grandes déficits de nuestro Estado autonómico sigue siendo el hecho de no haber sido capaces de llegar a consenso en torno a cuáles son los métodos y las variables a contemplar para esas distribuciones. Eso sí, sin olvidar nunca que el modelo de financiación se basa en la capacidad de cada autonomía de poner impuestos a sus ciudadanos, algo que por cierto muy pocas hacen.

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