Llega el verano y con el calor vuelven las imágenes de las playas de la Comunitat Valenciana abarrotadas de gente. Cargados con sillas, flotadores, neveras, sombrillas, toallas, la crema solar, botellas de plástico, latas, bolsas, entre otros, se instalan en la arena para disfrutar del día a un paso del mar. Este uso intensivo, sin embargo, puede tener importantes consecuencias.

"El impacto es muy grande porque somos muchas personas y se produce sobre un ecosistema ya muy destrozado y sometido a un gran estrés", explica Mario Giménez, delegado en València de la Sociedad Española de Ornitología BirdLife. El experto destaca que las playas urbanas son un "hábitat que hemos invadido y transformado", entre otras cosas, eliminando las dunas para construir paseos marítimos. "Estamos en un entorno natural, no en un decorado de postal para nuestro uso y disfrute", añade.

"Estamos en un entorno natural, no en un decorado de postal para nuestro uso y disfrute", afirma Giménez

Uno de los elementos de contaminación más importante son los microplásticos. "El problema viene cuando el residuo se abandona en la arena y a los servicios de limpieza no les da tiempo a recogerlo y retirarlo. Con la radiación solar y la temperatura a la que llega la arena, el plástico empieza a fraccionarse y se rompe en pequeñas partes. Así es cómo se forman", detalla Nuria Felis, ingeniera de la Escola Politècnica Superior de Gandia de la Universitat Politècnica de València (UPV). "También se pueden volar por la brisa marina y entrar en el mar", matiza.

La investigadora realizó un estudio sobre la densidad de microplásticos en el sector sur del golfo de València, en concreto, en el tramo entre el Cap Blanc de Cullera y el Cap de Sant Antoni de Dénia. "El nivel de contaminación marina que tiene ya todo el mar Mediterráneo es bastante alto. Incluso se está hablando de que es uno de los más contaminados del planeta", subraya. Entre otras cuestiones, señala que la costa es "muy turística" y está "muy transitado por cruceros y transportes de mercancías".

En cuanto a los plásticos, la alternativa para Felis es reducir su uso. "Si lo utilizamos porque no tenemos más remedio, podemos depositarlo en el contenedor amarillo y que le den una segunda vida o llevarlo con una bolsita a casa y luego reciclarlo", afirma.

Ser más respetuosos

Por su parte, Giménez recuerda que las playas "no son nuestras, las compartimos con una flora y con una fauna que estaban previamente ahí". Entre ellos, el chorlitejo patinegro, ave que se encuentra gravemente amenazada.

"Al limpiar las playas para que queden como en una postal, se elimina, no solo la basura no deseable, sino también los restos orgánicos que se acumulan en las orillas y donde el chorlitejo y otras aves encuentran su alimento", asegura.

Por eso, reivindica que se acoten zonas donde estas aves "puedan vivir y estar tranquilas", respetar las acumulaciones de algas en bastantes tramos de la orilla y en noches masivas como la de San Juan cambiar la distribución de los espacios. "Hay que intentar dejar el espacio como nos lo hemos encontrado", insiste.

Además, el experto añade que los bronceadores o las cremas para proteger del sol, sin dejar de ser imprescindibles, "acaban disueltos en el agua" y advierte de que al usar playas menos concurridas, en las que más fauna sobrevive, para llevar a las mascotas se puede asustar a especies como los chorlitejos. "Hace falta entenderlo, concienciarse y ser mucho más respetuosos", concluye.