El argumentario del Consell para lo que resta de legislatura va a estar protagonizado por la gestión y la buena salud de la que gozan los indicadores económicos en la autonomía. Las recientes apuestas de Volkswagen y Ford por la Comunitat Valenciana han llenado de razones al gobierno valenciano para reforzar ese perfil de Administración seria y capaz de atraer inversiones incluso con competencia de otros territorios punteros en materia industrial. El bolsillo pesa mucho a la hora de escoger papeleta y en el Botànic creen que ayudará a pasar página a la peor semana de la coalición tras la imputación y posterior dimisión de Mónica Oltra.

Anke Rehlinger, primera ministra del Sarre, en una protesta contra Ford el miércoles en Saarlouis. | LEVANTE-EMV

La estrategia es tan evidente como arriesgada. El escenario económico mundial lleva semanas emitiendo señales de estrés y si los peores presagios se cumplen podrían complicar al Consell mantener ese relato de prosperidad a partir de otoño. La espiral inflacionista no da tregua, los mercados financieros vuelven a poner la deuda de algunos países como España en la picota y la recesión asoma en Estados Unidos y en la Unión Europea de cara a 2023, el año electoral. Una coyuntura mundial endiablada contra la que un gobierno autonómico tiene un margen de intervención muy limitado más allá de lanzar algunos paquetes de ayuda concretos pero a la que el Consell liga su suerte. Sobre todo el president Ximo Puig, que es la figura que se expone a captar el rédito o el desgaste que conlleve esta jugada, a falta de ver el rol de los socios.

Asimismo, en la Generalitat cuentan con un hándicap añadido en esa tarea de marcar perfil gestor: los dos grandes hitos económicos, la gigafactoría de baterías de Sagunt y la prolongación de la vida de la planta de Almussafes, serán todavía ‘invisibles’ en cifras cuando los valencianos acudan a las urnas.

Suponen una oportunidad histórica para abordar el ansiado cambio de modelo productivo de la C. Valenciana y tienen el potencial de convertir a la autonomía en un referente de la nueva movilidad en Europa, pero no tendrán efectos sobre la economía real hasta mitad de la década, ya que la megaplanta de Volkswagen no estará activa al menos hasta 2026 y Almussafes encara todavía un periodo convulso con posibles despidos hasta que lleguen los modelos prometidos por Ford a partir de 2025.

El propio Ximo Puig avisó de esto tras el anuncio del fabricante de coches estadounidense: se había evitado el abismo pero todavía quedan tragos amargos en Almussafes. En todo caso, la elección de Ford ha librado al tripartito y en especial al president de sufrir el desgaste de la oposición por no haber logrado captar la inversión, algo que ya está experimentando la primera ministra del Sarre, Anke Rehlinger (SPD).