Me imagino en el fiordo de Varanger, en esas primeras estribaciones de la península escandinava que emerge del mar de Barents, entre prados exuberantes que se extienden por las riberas del condado de Finnmark, en Noruega. Este paraje debería estar acampando en nuestra imaginación con un viento fresco estival que hace mover los tiernos tallos que intentan abrirse paso y crecer, casi a contrarreloj, antes de que vuelva la noche, repunte el frío y caiga la nieve. Esto sería lo habitual pero no, este mes de junio no. Allí está el pueblo de Vadso, sobresaliendo apenas seis metros sobre el nivel del mar y acogiendo a poco más de 6000 habitantes que este mediodía disfrutarán de una temperatura máxima de 27 ºC. La misma que habrá en las ciudades de Valencia y Alicante, pero allí, en el círculo polar ártico.

Ayer el Instituto Meteorológico de Noruega no salía del asombro, convirtiendo las redes sociales en un arma arrojadiza de récords, como el de la ciudad de Tromso que se plantó en 29,7 ºC, una cifra nunca vista en junio que superó la anterior plusmarca de este mes que databa de 1974. A media mañana esta urbe, junto con Bodo o Bardufoss, ya superaban los 25 ºC y esto no era de extrañar tras una madrugada que había deparado mínimas tropicales. La ciudad más septentrional de Europa, Hammerfest, no logró bajar de los 20 ºC en toda la noche, emulando a Gandia o Xàbia.

Los meteorólogos finlandeses tampoco deben estar pegando ojo, ya no por el calor apegaloso nocturno, porque allí, pese a todo, coger la cama suele ser bastante fácil, sino por permanecer incrédulos ante el mercurio. En muchas zonas del país las noches tropicales se están prodigando y, tras una pausa prevista para el jueves y el viernes, el fin de semana volverá a las andadas con registros de cariz mediterráneo. Aquí tenemos clarísimo lo que significan, pero allí en las últimas horas no paran de esgrimir la explicación de aquello que está permitiendo ver, en plena Laponia finlandesa, el Sol de Medianoche con una camiseta de tirantes.

Esto sucede en la península escandinava mientras que en este rincón de Europa las temperaturas permanecen relativamente frescas, al menos por debajo de la media. Y podríamos decir que tiene relación de causalidad. La misma ondulación del chorro polar que nos está dejando este ambiente más agradable, algo más al este, vira y traza una “lengua” que proyecta el aire cálido del norte de África y del Mediterráneo hacia latitudes muy altas, compensando de algún modo nuestro desajuste. Quién se lo iba a decir, que de Gandia a los fiordos… había un paso.