El 25 % de los incendios producidos las últimas décadas en la Comunitat Valenciana fueron desencadenados por rayos, con una cifra superior al 30 % entre 2014 y 2019. El territorio valenciano es muy propenso a esta situación de riesgo, con una elevada frecuencia respecto a todos los registrados en la península ibérica. Hay, además, puntos del norte de Castelló donde se localizan los máximos absolutos. Aunque la proporción es inferior a los causados por la mano humana, su impacto suele ser mayor en cuanto al tamaño, dada la potencial lejanía e inaccesibilidad del punto de inicio.

Un estudio del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM), elaborado para la Dirección General de Prevención de Incendios Forestales de la Generalitat Valenciana, señala que la mayor parte del aparato eléctrico se produce en el período estival y se suele dar en circunstancias topográficas con dificultad para el despliegue de los operativos de extinción. La concentración de descargas próximas en el tiempo y en el espacio aumenta claramente la posibilidad del conato.

Emergencia climática

El objetivo de la investigación era explorar un índice normalizado que permita informar sobre la probabilidad de que se produzca un desastre natural. Un interés justificado por el escenario de emergencia climática que ya afecta a la zona mediterránea, con un incremento de episodios extremos y de inestabilidad atmosférica. Los investigadores del CEAM inciden en el descenso de las precipitaciones y el aumento de la temperatura, «que podría estar estimulando la ocurrencia de tormentas secas con potencial aumento del efecto de los rayos como iniciadores de incendios».

Así, la última parte del trabajo del CEAM profundiza en el desarrollo de un modelo predictivo que permita anticipar que un relámpago acabe desencadenando una ignición. Y recuerdan la incertidumbre del proceso por el período de latencia entre la caída y el fuego, pues algunos rayos  a menudo se quedan «dormidos» en el árbol. El objetivo es identificar en el menor tiempo posible la solución más eficiente.

La base de datos de la Comunitat Valenciana cubre el período 2002-2019 pero solo a partir de 2009 se registran coordenadas geográficas de las descargas. Los registros históricos sistemáticamente documentados se remontan a 1968, con una disminución del porcentaje de causa desconocida en gran medida en favor de los iniciados por tormentas. 

El número de fuegos por rayos se ha mantenido con variaciones a lo largo de los años. Destacan 1968, 1971, 1972 y 1977, con menos de diez incendios frente a los 191 en 2005 y 151 durante 2014. De los 31 años incluídos en la serie estadística, en 17 el porcentaje supera el 25 % del total, de ellos diez con posterioridad a 2000. En 2014, 2015 y 2018 los fuegos por descarga eléctrica representan más del 30 %.

Durante el mes de junio, con datos aún por confirmar, se han producido hasta una cuarentena de incendios provocados por tormentas secas. El abandono de cultivos y de prácticas tradicionales de aprovechamiento forestal, así como la falta de ganadería extensiva han convertido los montes en un polvorín cargado de combustible. Cada año, además, la masa forestal se incrementa.