Los museos tienen una oportunidad para convertirse en oasis en medio de las ciudades. Las nuevas medidas de ahorro energético que entran en vigor el próximo martes obligan a la mayoría de espacios de uso público a regular sus termostatos elevando las temperaturas con el fin de limitar el consumo de energía. No es así para los museos.

El texto modifica la temperatura máxima de refrigeración hasta los 27 grados, una temperatura incompatible con la conservación de las obras de arte en la mayoría de los casos. Ana Hernández, restauradora de arte, asegura que, por norma general, la temperatura no debería sobrepasar los 20 grados centígrados, aunque «lo ideal son 17 ºC». La humedad también debe estar regulada al milímetro, en un 55 % de humedad relativa. Si bien añade: «Depende del tipo de museo y las obras que albergue; no requerirá las mismas condiciones un lienzo que una escultura de piedra».

Medidas de ahorro energético

Sergi Pérez, gerente del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM), asegura a este periódico que ya se están aplicando las medidas de ahorro energético establecidas por el Gobierno, a excepción de la temperatura en salas, ya que «por conservación de las obras artísticas debemos aplicar la temperatura y humedad que dictan las convenciones de conservación de obras de arte».

José Luis Pérez Pont, director del Centre del Carme Cultura Contemporània y del Consorci de Museus, asegura que «se aplicará la legislación».

De esta manera, los museos valencianos se convertirán en oasis donde acudir para huir del sofocante calor que inunda las calles y, desde el martes, la mayoría de establecimientos de uso público. Una opción asequible, cultural y desde ahora refrescante para pasar los días de verano. «El IVAM, con entrada gratuita, buenas exposiciones y programas públicos, es el mejor espacio posible para refugiarse del calor», aseguran desde la institución.

Conformarán así una red similar a la de refugios climáticos que ya se ha establecido en ciudades como Barcelona, Bilbao o Sevilla. Esta red consiste en una serie de locales públicos, como bibliotecas o centros sociales, que permanecen abiertos durante todo el verano, ofrecen agua y mantienen temperaturas agradables para acoger a personas que necesiten o quieran pasar unas horas alejados del calor.

La ley prevé, además del incremento en las temperaturas, la obligación de apagar las luces de locales comerciales, oficinas, centros culturales y otros edificios de uso público a partir de las 22 horas, así como el deber de que antes del 30 de septiembre tales locales hayan instalado cierres automáticos en las puertas de acceso con el fin de que no permanezcan abiertas y se despilfarre así la energía.

Tal como versa el texto, se estima que cada grado en el que se cambie la consigna de temperatura que suponga una menor necesidad de calefacción o refrigeración puede suponer un ahorro del 7 % del consumo. El objetivo de este cambio no es otro que paliar el uso de gas que se requiere desde Europa en su Plan para poner fin a la dependencia de la Unión Europea con respecto a los combustibles fósiles rusos.