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Dudas y resignación en el primer día de medidas de ahorro energético

Los comercios expresan su malestar con la obligatoriedad de tener puertas de cierre automático: "Tendremos que hacer un gran desembolso" - Los clientes llaman a la "proporcionalidad" de la norma

Tres mujeres meriendan en una heladería con un ventilador de fondo para enfríar el local. | JM LÓPEZ

«Hace calor, pero nos tenemos que aguantar». Ese era el sentir general de muchos clientes y dueños de comercios y bares en el primer día de aplicación del paquete de medidas de ahorro energético en València que incluye limitación de la temperatura a 27 grados (en bares y restaurantes a 25) y obligatoriedad de apagar edificios y escaparates a las 22 horas. Además, a partir del 30 de septiembre será necesario tener puertas que se cierren de forma automática para no dejar escapar el aire y el 2 de septiembre todos los locales deberán tener carteles informativos con las medidas aprobadas por el Ejecutivo.

Dudas y resignación en el primer día de medidas de ahorro energético

Amparo paseaba ayer por la librería Soriano y se resignaba a estar a 27 grados: «Es lo que hay». De la misma forma se expresaba Ernesto, empleado del establecimiento: «Cuando la gente entra ya no hay casi diferencia de temperatura con la calle». Ellos ya han adaptado los termostatos y programado las luces del escaparate para estar apagadas a las 22 horas. «Creo que eso da inseguridad a las calles, el ambiente es oscuro y con la iluminación de cuatro tristes farolas, puede suponer malestar para quien vaya por la calle, especialmente mujeres», opinaba.

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Comentaba también que ahora tendrán que instalar una nueva puerta, pues la actual está permanentemente abierta. «Tenemos cortinas de aire. Hace un tiempo cambiamos la entrada porque la puerta que se abría cuando entraba gente se rompió de tanto trajín. Ahora tendremos que hacer un desembolso importante y no creo que esa solución ahorre mucha energía».

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Además, critica que «la gente no sabe que el papel de los libros desprende calor y que conforme pasa el día en las librerías va aumentando la temperatura» de hecho, dice, los libros se tienen que quitar del escaparate cada semana porque se desgastan.

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En la Estación del Norte, en pleno corazón de la ciudad, se notaba el calor, y mucho. El termómetro con el que cuenta este periódico para comprobar la temperatura ambiente no bajaba de 30 grados y algunos trabajadores decían que se notaba que hacía más calor. Iván era uno de ellos. «Se nota el bochorno, aunque el aire suaviza la torridez de la calle», apuntaba. El ir y venir de la gente dejaba escapar alguna gota de sudor, que se incrementaba al salir a la calle y encontrarse con el sol de medio día en plena ciudad valenciana.

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En ese momento, los bares estaban en la hora del almuerzo. En el Trocito del Medio tenían el aire y a 25 grados. «No se puede trabajar», lamentaban. Les salvaba la sombra, pues dentro aún la temperatura no era demasiado elevada. José aguardaba para sentarse en una mesa y decía estar en contra de las medidas. «No tienen ni idea. No son adecuadas, no serán trascendentes para el consumo. Sin embargo, la gente aquí no sale a la calle a protestar», añadía. Su compañera, Victoria, tenía otra opinión: «Yo creo que 25 grados está bien, en casa lo tengo a 26, 18 lo veo una barbaridad. Hay que moderarse».

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«El cliente solo está una hora»

En la mesa de al lado almorzaba Jorge Fernández, que añadía: «Siempre que estemos cómodos podemos aguantar con el decreto, pero en el momento que la gente empiece a sudar eso no se va a poder mantener. No por los clientes sino por los trabajadores». Lo dice con conocimiento de causa pues regenta la Taberna Alkázar de València. «El cliente, como yo, esta una hora o dos, pero el trabajador todo el día y ha de tener condiciones dignas».

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Unas calles más allá está Elena, que trabaja en un bar del centro de la ciudad y apuntaba ayer, con el aire acondicionado a 28 grados, que esta temperatura aunque es mejor que estar fuera ahuyenta a muchos clientes. Ángel y Roberto se tomaban algo en una mesa del bar y admitían que les parecen «muy bien» las medidas y que, en su caso, «se está mejor dentro, aunque el aire esté a más temperatura. Al menos hay algo de brisa».

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Miguel es un trabajador de una zapatería del cap i casal y le preocupa la incertidumbre que ha generado el decreto de ahorro energético del Gobierno. «No han explicado mucho las cosas, es todo una incógnita». En su caso, el aire acondicionado se rompió y funciona con un ventilador. «Ya he tenido dos personas con golpes de calor», relata. «Si no dejan poner el aire a una temperatura que refresque de verdad, ¿qué hacemos?», dice.

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Los cines también deben aplicar la nueva regulación del Ejecutivo. Ayer fue el primer día y por la tarde la entrada de una de las salas más famosas de València estaba a rebosar.

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Marisa salía con su nieto a las 18 horas y preguntada por este periódico por la temperatura de la sala, señalaba que no hacía frío como otras veces pero tampoco calor. «Siempre me llevo chaquetilla por si acaso y hoy no me ha hecho falta. Pero tampoco hacía calor». Esa misma sensación tenía Mari Carmen, que también había acudido a la proyección de las 16.30 con su nieto. «Yo soy muy calurosa, pero no he notado calor, se estaba bien. Aunque también es verdad que no éramos mucha gente, quizás si hubiera estado a rebosar se habría notado más», reflexionaba.

«Medidas equilibradas»

Guille y Laura comentaban, en el hall del cine que «se estaba mejor que en la calle aunque un poco más de aire no haría mal a nadie». «Creo que 21 grados no es necesario, pero 27 tampoco. Ni tanto ni tan poco. Hay que poner medidas equilibradas», decían los amigos tras abandonar el edificio. Cierto es, comentaba una persona por la calle, que «no es lo mismo trabajar y moverte a 27 grados que permanecer quieto mirando una película, donde el cuerpo está relajado y en reposo y la brisa del aire acondicionado llega más».

Las dudas están servidas, las respuestas, poco a poco, también. En la asociación hotelera Hosbec ya han informado a todos sus socios de la obligatoriedad de tener cartelería informativa y han recordado que las medidas no afectan ni a la zona de habitaciones ni las fachadas o luminosos de los establecimientos hoteleros y alojamientos turísticos.

El secretario autonómico de Turisme, Francesc Colomer, también se manifestó ayer sobre la aplicación de las medidas. Considera «razonables« las dudas del sector turístico y hostelero, pero pide «comprender» el contexto internacional y el momento de emergencia energética actual.

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