Habían pasado apenas unas horas desde ese vendaval imparable y extraordinario que azotó el recinto del festival del Medusa Sunbeach a las cuatro de la mañana y que arrebató la vida a un joven e hirió a varias decenas de personas. Los asistentes al evento salían ayer por la mañana a cuenta gotas del camping, cargados con sus pertenencias y con los ánimos por el suelo. En shock. Ni ellos mismos se creían el suceso tan bestia que acababan de vivir.

Con las primeras luces del día, y tras lo sucedido de madrugada, la gente iba dejando el recinto, algunos para volver después a la espera de noticias, otros para escapar del infierno vivido la noche anterior. Todos los relatos recogidos por este diario comenzaban de la siguiente manera: «Hacía calor, caían cuatro gotas y de repente se despertó un viento muy fuerte, que vino acompañado de mucha arena. Fue en un momento. A partir de ahí, la música se paró y la incertidumbre y la confusión se apoderó del recinto donde permanecían miles de personas».

Pietro y María, naturales de Galicia, salían ayer sobre las nueve de la mañana del camping con todas las tiendas y enseres para dejar Cullera. «Estábamos en los baños y de repente se desató un viento tremendo. Como se estaba moviendo el arco, decidimos irnos, ni siquiera llegamos a mear. Queríamos irnos, nos daba pánico ver cómo se movía, al final el arco de entrada al lavabo acabó por caerse encima de algunas personas», explicaban ayer.

Todas las personas consultadas ayer por este periódico coincidían en que, después de un suceso de estas características y que afectó a tantísima gente «ya no había ganas de fiesta ni de nada». Diego y Mohamed caminaban a la salida del recinto. Son de València y resumían la situación como «caótica y confusa». «Se sabe más fuera que dentro, desde las cuatro de la madrugada del viernes todo fue incertidumbre, nadie sabía nada, nadie sabía qué estaba pasando», explican. Ellos estaban en el escenario principal. «Estábamos en mitad de la pista y empezó a llover un poco pero a la vez un calor insoportable y de repente muchísimo aire. Vemos pasar una pareja corriendo, y me dicen que se ha caído carteles y hay gente sangrando. De repente dos coches de policía se meten dentro del recinto frente al gran escenario. Nos decían que nos separásemos del escenario y las barras. Gritaban: ‘Todo el mundo tiene que ir al centro del recinto. Lejos de las estructuras’. Hasta que nos empezaron a desalojar», explican.

«Tres minutos antes»

«Tres minutos antes estábamos justo de donde se cayó la pieza del escenario. Menos mal que cambiamos de zona. Solo pensamos en eso» explicaban María, Mollie y Rafa. Ellas son de Vinaròs, Castelló y Madrid, respectivamente. «Es vergonzoso que con el dineral que recogen no garanticen seguridad en las estructuras del festival. Eso lo tiene que supervisar alguna persona profesional. Tiene que cerciorarse de que aguantará. Es muy triste, sabe muy mal, sobre todo por quienes han fallecido o están heridos», concluían mientras dejaban atrás el recinto. «No tenemos ganas de nada».

Una pareja de amigas de Bilbao paseaban por fuera del recinto. A ellas les pillo en el camping. «Escuchamos silbatos entrando, pero era un caos porque no estaba abierta la salida de emergencia y la gente corría hacia la entrada principal. En el camping empezó a volarse todo y solo pensamos: ‘Vaya brisa!’». Cuentan que con la avalancha de gente se percataron que algo pasaba y lo confirmaron cuando un amigo les llamo: «nos dijo que se le acababa de caer una barra al lado». Ellas, de momento, se quedan en el camping. «Esperaremos a ver qué dicen, con el dineral que nos hemos gastado, si nos tienen que devolver el dinero que nos lo devuelvan ya».

Muchos testimonios coinciden en el agobio que supuso que, al saber que había que evacuar la zona de festival, las salidas de emergencia estuvieran cerradas. Según explican varios grupos de jóvenes, tuvieron que salir por la puerta principal de entrada, el punto negro en el que perdió la vida el joven de 22 años. Marta, de Catarroja, explicaba lo ocurrido por teléfono a sus familiares. Minutos después lo contaba a este periódico: «La gente intentaba salir por las zonas de emergencia pero solo dejaban evacuar por la salida principal, donde había un andamio que había cedido y caído encima de muchas personas».

Explica que salieron rápido. «Fue muy impactante ver tanta gente en el suelo. Otras personas les reanimaban, les ponían papel en las zonas ensangrentadas», dice. Algo que se agravaba todavía más, añade, «cuando veías todas las tiendas y palos de madera y otros objetos punzantes y duros volando por ahí».

 

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Tragedia en el Medusa Festival 2022 Lucía Marzal

«No era ético seguir la fiesta»

Marta opina que esto es algo «que no te esperas». «Sabes que es una zona vigilada, controlada y supones que todos los andamios están supervisados». Respecto a la cancelación del festival, la joven de l’Horta Sud decía que «no me parece ético que continúen», entendiendo así la cancelación definitiva que la organización anunció unas horas después. Joan, de Montserrat, descansaba en el césped e un parque cerca del festival. Relataba a este diario que vio con sus propios ojos como volaban por los aires placas y tubos de hierro y la dificultad visual que se agravó cuando elviento levantó toda la arena del suelo.

El drama no acababa en el festival. Cullera entera hablaba un solo tema. La tragedia que ocurrió en el Medusa pero que se sintió en toda la ciudad. «Se oían sirenas en todo el pueblo», «pensamos: algo ha pasado» o «el viento tan exagerado nos hizo despertarnos por el impacto de algunos objetos de la terraza contra la pared» son algunas de las frases que vecinos y vecinas comentaban por las calles. Todos coincidían en algo, y es que el accidente mortal les había dejado hechos polvo. En completo shock y con un mal cuerpo que seguramente durará, ya, «todo el verano», tal como explicaba una pareja de veraneantes.

La macrofiesta se acabó y el evento difícilmente volverá a ser el de antes tras haber dejado atrás una vida.