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Los trágicos precedentes de Mislata y Gandia

Dos niñas fallecieron en el municipio de l’Horta en una atracción de feria mientras que en la capital de la Safor cayó una noria que hirió a un operario - El FIB de Benicàssim también ha sufrido un reventón térmico hasta en tres ocasiones

Los agentes de la Policía Judicial investigaron el accidente ocurrido en la feria de atracciones de Mislata. | M.A. MONTESINOS

La Comunitat Valenciana ha registrado recientemente varios episodios de fuertes vientos que han provocado cuantiosos daños materiales, heridos y se han cobrado vidas humanas. Las escenas de pánico vividas en el Medusa de Cullera, por tanto, no son un episodio aislado ni esporádico, sino que tienen preocupantes precedentes en distintos puntos del territorio valenciano, donde las fuertes rachas de viento han sido protagonistas.

Mislata, Gandia, València o Benicàssim han sido el escenario de estas auténticas tempestades, y en el caso de la capital de la Safor y del municipio castellonense, de las explosiones térmicas, que estos días son noticia.

Recientemente, en enero de 2022, Mislata vivió una tragedia en la feria de atracciones de Navidad, donde dos niñas resultaron muertas, tras salir volando un castillo hinchable -donde jugaban en ese momento once niños- por el viento huracanado.

Al margen de que la autoridad judicial está investigando si la atracción ferial contaba con los anclajes necesarios o si por el contrario había una parte sueltos, como defienden los padres de las víctimas, aquel día se registraron rachas de viento de hasta 74 Km/h que acabaron levantando el castillo hinchable y tumbándolo.

El triste siniestro causó heridas graves a las pequeñas de 4 y 8 años, que finalmente acabaron falleciendo en el hospital, y a otros 7 niños más, heridas de menor consideración.

Los trágicos precedentes de Mislata y Gandia

El fabricante de esta instalación dejaba claro en el libro de instrucciones que acompaña como documentación al castillo que nunca debe ponerse en marcha con vientos que superen los 30Km/h, aunque, si se instala con las directrices de fábrica la estructura podía estar expuesta a una sobredimensión del 177,77 % y resistir hasta 40 Km/h

Hace un año, justo el 15 de agosto de 2021, en Gandia se vivió el mismo fenómeno climático que en el recinto del Festival Medusa. Entonces, una explosión térmica, donde el viento superó los 80 Km/h de velocidad, derribó una noria en la feria de atracciones. Afortunadamente, en ese momento, todavía no había público en el recinto pero sí un trabajador que resultó herido.

El relato que hacía para Levante-EMV el dueño del parque de atracciones Juan Antonio Almazán sobre lo ocurrido en Gandia coincide con los testimonios que han transmitido los jóvenes asistentes al evento musical de Cullera. «Cuando llegué, -relataba este empresario sobre lo sucedido en Gandia-, bajé rápidamente del coche y empecé a gritar pidiendo a todos que se apartaran de las atracciones». Almazán describía el fenómeno climático como «una ráfaga fortísima que quemaba», y que acabó derribando la atracción.

El aviso del dueño de Gandilandia permitió que los operarios salieran del recinto a toda velocidad excepto uno que regresó a recoger una riñonera que se había dejado olvidada. Este hombre fue el que resultó herido cuando la noria se vino abajo ya que los hierros le rozaron. Al final, el susto se quedó en unos puntos de sutura en la cabeza y en unas cuantas contusiones.

Pero en Gandia, ya sabían del peligro de esta clase de tempestades. En 2012, en plena Feria y Fiestas de la capital de la Safor, un violento turbonado entró por la playa, destrozó diversos chiringuitos y mobiliario urbano y alcanzó de lleno al recinto ferial, donde causó daños muy cuantiosos en las atracciones que habían montado para lo actos festivos.

También entonces, la gran noria situada en el extremo sur, se desplomó. Milagrosamente, no hubo heridos de consideración porque poco antes, debido a la lluvia torrencial que se desató, la gente abandonó el parque.

Más atrás en el tiempo, el clásico de los festivales musicales de verano, el Festival Internacional de Benicàssim (FIB), ya registró hace décadas tres episodios similares al que se produjo en el Medusa en la madrugada del sábado, en las ediciones de 1997, 1999 y 2009. Afortunadamente en la población de Castelló no hubo que lamentar daños humanos en ninguna de estas ocasiones pero sí cuantiosos daños materiales .

De hecho, a raiz, de los sucesos acontecidos en el recinto de Cullera, multitud de asistentes y aficionados del FIB relataban en redes sociales que en 1997 las imágenes que vivieron, con vallas y pantallas zarandeadas por el viento, recordaban a lo que han vivido los asistentes al Medusa. No en vano, ese año, las fuertes lluvias y el viento que azotaban la costa valenciana obligaron a suspender las últimas actuaciones del FIB.

En la última jornada, cuando estaba previsto que actuara Blur, el temporal provocó el hundimiento estrepitoso de una parte del escenario. No hubo heridos. Los organizadores, ante el riesgo para público y artistas, decidieron suspender el festival. En ese momento había en el recinto unas 15.000 personas.

En 1999, también en el FIB, otro temporal de lluvia y viento derribó parte del escenario y obligó a desalojar a miles de asistentes. No hubo que lamentar heridos. Justo 10 años después, en 2009, las condiciones meteorológicas también provocaron el desalojo de 40.000 personas al final de una jornada en la que el viento fue aumentando de intensidad y derribando lonas y estructuras de los escenarios. Además, un incendio ocurrido esa misma noche en los alrededores del recinto del FIB hizo temer lo peor a organizadores y al público, aunque fue rápidamente sofocado y tampoco hubo que lamentar daños personales.

Los trágicos precedentes de Mislata y Gandia

València también fue el escenario de un gran vendaval que se cobró hasta 6 víctimas mortales el pasado 25 de febrero de 1989. La capital valenciana vivía una pesadilla que dejó tras de sí más de 100 heridos, algunos de ellos de extrema gravedad, además de más de 1.500 millones de las antiguas pesetas en pérdidas.

La bestia negra que aquel día asoló la urbe y gran parte de la provincia de València fue un temporal de viento que provocó rachas de hasta 117 Km/h en el cap i casal, los mayores registros que ha tenido la urbe nunca, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). En el aeropuerto, la velocidad del viento inclusó fue superior, ya que se registraron rachas de hasta 139 Km/h, algo que obligó a desviar numerosos vuelos hacia Alicante y Palma de Mallorca.

Aquel suceso acabó con la vida de una pareja de jóvenes que resultó aplastada en el Paseo Marítimo y con la de un turista italiano al que le cayó un tablón en la cabeza en la plaza del Carmen. Si aquel día no hubiera sido sábado, probablemente hubiera habido muchas más víctimas porque entonces las autoridades no tenían tantos medios tecnológicos para prever este tipo de catástrofes.

Un reventón cálido causó hace 1 año justo la caída de una noria en Gandia. En la foto, los sanitarios trasladan al único herido. foto: natxo francés

El FIB ha sufrido hasta 3 fenómenos climáticos similares al ocurrido en Cullera. En la imagen, una actuación en la edición de julio de 2022. foto: fib

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