"Es un infierno". El resumen es directo por parte de algunos habitantes de la localidad de la Vall d'Ebo donde el fuego avanza y ha arrasado ya más de 2.200 hectáreas en lo que es el incendio más devastador de todo el verano en la Comunitat Valenciana. El municipio se encuentra rodeado por las labores de extinción y solamente tienen una salida por carretera: la que lleva hacia Pego. Eso sí, con el aviso de que si salen, no podrán volver. Al menos, de momento.

En la Vall d'Ebo se respira la ceniza y el humo del fuego que envuelve su núcleo urbano. "Las llamas son como una herradura que estrangulan el pueblo", explica Pepita, del bar de la entrada de la localidad quien manda deseos hacia una naturaleza que no escucha: "Ojalá el rayo hubiese caído en el mar, es horroroso".

Las condiciones meteorológicas hacen presagiar una tarde-noche complicada. La temperatura continúa siendo muy alta, la humedad baja y aunque el viento apenas se nota entre las casas del pueblo, las llamas han llegado a las crestas de las montañas con lo que cuentan con la orografía y las rachas para multiplicarse.

Pepita, del bar de L'Entrada de la Vall d'Ebo Alfons Padilla

Precisamente un cambio de viento es el que ha complicado su evolución y ha obligado a evacuar varias casas diseminadas en la zona del Calvari en el término municipal de Pego. "Nuestra estrategia siempre se tiene que hacer desde una perspectiva de proteger a las personas", ha indicado la consellera de Justicia e Interior desde el Punto de Mando Avanzado, Gabriela Bravo.

De momento esa evacuación no llega a la Vall d'Ebo aunque sus vecinos ven las llamas desde sus calles. "Es un infierno", añade una familia que vive a las afueras de Vall d'Ebo que recuerdan el sufrimiento que pasaron por la noche cuando el fuego ya se estaba multiplicando en la zona boscosa y se acercaba a la localidad. "Escuchábamos las llamas crepitar y pensábamos que las llamas entraban en el pueblo", expresan.