El parte meteorológico iba a ser clave para tomar la decisión de posibles evacuaciones. Lo avisó la consellera de Justicia e Interior, Gabriela Bravo, a final de la mañana tras la reunión en el Puesto de Mando Avanzado en la Vall d’Ebo y los peores presagios se cumplieron. El viento dio imprevisibilidad al avance de las llamas y obligó al personal de Emergencias a decretar la evacuación de tres núcleos de población así como varias casas diseminadas y urbanizaciones de Pego.

Los habitantes de las pedanías de Benialí y Benirrama (dos de las ocho que conforman el término municipal de la Vall de la Gallinera) y de la Vall d’Alcalà tuvieron que ser evacuados de sus viviendas durante la tarde de ayer. Para ello, se habilitaron dos instalaciones en Pego: el Antiguo Espacio Vecinal y el Colegio Ambra. En ambas se desplegaron varios operarios de la Cruz Roja para poder facilitar todas las comodidades a quienes no tuvieran otra alternativa habitacional.

Muchos de los presentes en estas localidades son vecinos ocasionales que acuden durante el verano. De hecho, en Benialí se encontraba en plena celebración de sus fiestas patronales y para ayer estaba previsto el desfile de moros y cristianos que fue suspendido a media mañana, horas antes de que el Centro de Emergencias dictaminara la evacuación. También se suspendió la discomóvil en otra de las pedanías de la Vall de la Gallinera, Alpatró, que, sin embargo, no requirió de ser evacuada.

Antes, a final de la mañana, ya fueron desalojados algunos vecinos de urbanizaciones y viviendas diseminadas de Pego de la zona del Calvari. «Todas nuestras decisiones tienen que ver con la seguridad de las personas», explicó el secretario autonómico de Emergencias, José María Ángel, para justificar que cerca de mil personas abandonaran sus casas. En este sentido, precisó que fue el viento y sus constantes cambios de dirección lo que motivó la decisión de desalojo ante la imprevisibilidad del avance de las llamas.

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Siguen los trabajos para controlar las llamas en la Vall d'Ebo EFE / Juani Ruiz

Forma de herradura

También se avisó a los habitantes de la Vall d’Ebo que vieron cómo su municipio quedaba totalmente rodeado por el fuego y solo contaban con una salida, la de la carretera hacia Pego, aunque con la advertencia de que si se iban ya no podrían volver. En esta localidad donde impactó el rayo y comenzó el incendio a las 21:38 horas del sábado el ambiente estaba cubierto de ceniza y el humo se comía el horizonte.

Desde las calles de este municipio que habitualmente cuenta con algo más de 200 habitantes se podían ver las primeras imágenes de las llamas sobre la montaña por la noche, apenas minutos después del impacto del rayo que provocó el inicio del fuego. Algunos vecinos ya sintieron la amenaza del fuego y el crepitar de las llamas durante la madrugada. El incendio también fue visible desde otros puntos de la Marina.

La localidad quedó encallada en la forma de herradura que hizo el fuego a su alrededor. Este tomó dos direcciones: una hacia la Vall de la Gallinera y la Vall d’Alcalà donde se produjeron las evacuaciones y otra hacia el llamado barranco del infierno, un área especialmente sensible con una orografía pronunciada y mucha masa forestal, combustible para el avance insaciable de las llamas.

Varios vecinos ven desde las calles de la Vall d’Ebo el avance de las llamas a su alrededor. | ALFONS PADILLA

La dificultad del terreno fue una constante para los más de 250 efectivos que trabajaron durante toda la jornada en las labores de extinción. El despliegue fue destacado durante la mayor parte del día aunque algunos recursos tuvieron que desdoblarse y acudir a los incendios de Les Useres y Calles. En total, más de una quincena de unidades de bomberos, siete autobombas, una veintena de dotaciones del Consorcio Provincial de Bomberos de Alicante, hasta 17 medios aéreos tanto de la Generalitat como del ministerio) así como más de un centenar de efectivos de la Unidad Militar de Emergencias fue el balance general de una jornada complicada que superó las 3.500 hectáreas, el peor incendio en área arrasada desde 2012.

Con la caída del sol los medios aéreos tuvieron que ir retirándose de sus labores por la falta de visibilidad. No fue el único problema al que se enfrentaron. Durante toda la jornada se encontraron con dificultadas por culpa del humo que impidió las descargas en algunas zonas. También se encontraron con muchos problemas los efectivos terrestres ante los complicados accesos montañosos lo que provocaron algunas situaciones de riesgo.

Al final de la jornada, el incendio continuaba con las dificultades que había presentado a lo largo del día. Según la Agencia Estatal de Meteorología en la Comunitat Valenciana, las condiciones meteorológicas seguían siendo «muy adversas» con un viento «muy cambiante, convergencias que favorecen los ascensos, calor y humedad muy baja», previsiones nada halagüeñas.