El fuego de la Vall d’Ebo se descolgó por las crestas de la Vall de Gallinera y conquistó los castillos inexpugnables de Benirrama y Benissili. Además del enorme estrago ecológico (ha arrasado 12.500 hectáreas y abraza un perímetro de 100 metros) y del gran impacto social y económico (ha golpeado a los pueblos vaciados de la Marina Alta y el Comtat), el incendio ha causado un daño patrimonial que, poco a poco, va saliendo a la luz.
Los dos castillos del siglo XII de Al-Azraq, el caudillo andalusí que lideró a los mudéjares en su tenaz resistencia a las tropas de Jaume I, han sufrido ahora el azote del fuego. Las llamas, curiosamente, han pasado al término de la Vall de Gallinera precisamente por donde se alzan sobre afilados riscos las ruinas de estas fortalezas. El castillo de Benirrama está en la entrada oriental a este valle. El incendio ha bajado desde el Pla del Miserà. Ha arrasado la peña sobre la que está el baluarte. La vegetación ha quedado totalmente calcinada. Además, el terreno está muy inestable y va a sufrir una fuerte erosión. Más que los daños en la estructura de lo que queda del castillo, devastado por dos terremotos en 1396 y 1644, el peligro está en los desprendimientos que puedan producirse en estas abruptas laderas. La vegetación calcinada ya no aguanta con sus raíces el suelo.
Este castillo es de propiedad privada. La cancela está cerrada con un candado. Pero el fuego no sabe de títulos de propiedad. Ha asaltado los muros y torreones de uno de los grandes baluartes islámicos de la Marina Alta.
Mientras, el castillo de Benissili se halla en la entrada occidental a la Vall de Gallinera. Y por aquí también ha bajado la destrucción. Las llamas han llegado a los muros y han arrasado la escasa vegetación. Han alcanzado las precarias pasarelas que se colocaron hace ya 15 años para intentar hacer visitables estas ruinas (fue un proyecto fallido). Los desmedrados muros y torreones de este castillo se funden con el precipicio. También era inexpugnable. Pero este incendio ha sido tan devastador que ni las irreductibles fortalezas se han salvado.
En estas crestas, hay rutas de senderismo. Al asomarse a la vertiente de la Vall d’Alcalà la desolación es total. Todo está calcinado. Las sendas no están ahora para muchos trotes. El incendio ha provocado una fuerte erosión. Además, otro motivo para no lanzarse ahora a excursiones precipitadas y absurdas (hay que esperar a que la montaña empiece a respirar) es que los pinos calcinados pueden venirse abajo.
El fuego también ha llegado a los despoblados moriscos. En el de l’Atzuvieta, que está junto a Alcalà de la Jovada (la Vall d’Alcalà), las llamas han calcinado parte de la vegetación. No se observan daños en las estructuras. Las carrascas que rodean estos vestigios han frenado el avance del incendio. La alquería islámica de los Masos de Capaimona, en Tollos (Comtat), ha quedado rodeada de ceniza. Todo este paisaje está carbonizado.
Un incendio tan descomunal como el éste también asalta el riquísimo patrimonio que está desperdigado en las 12.500 hectáreas que ahora son un desierto.