Los peores incendios forestales ocurridos en la Comunitat Valenciana desde que hay registros fiables de hectáreas afectadas han sido originados por causas naturales o por negligencias humanas. Ninguno de los 13 siniestros que forman esa lista negra fue provocado de forma directa, un dato que choca con esa idea generalizada de que muchos de los fuegos que prenden en el monte lo hacen de forma intencionada. Así puede desgranarse de las estadísticas elaboradas por el Ministerio de Agricultura y Pesca (MITECO), que lleva desde 1968 contabilizando todos y cada uno de los siniestros e incendios que se producen en España, con todo lujo de detalles. En total, entre 1969 y 2019, ha habido 620.000 siniestros.

Aunque más de un 40 % de los incendios se producen por pirómanos, actos vandálicos o vengativos -según datos de 2020 publicados por la Memoria de la Fiscalía-, ninguno de los grandes fuegos de la Comunitat Valenciana tiene su origen en una causa intencionada. La incidencia en estos últimos 50 años guarda una relación muy estrecha con el éxodo rural desde la década de los sesenta. El cambio climático y la despoblación están ahora en el punto de mira. A lo largo de estos 50 años, las zonas rurales se han transformado en urbanizaciones en contacto con gran cantidad de combustible forestal, lo que lleva a que el fuego se descontrole rápidamente.

Igual que un rayo ha sido el origen de los incendios de este verano en la Vall d’Ebo y en Bejís, también lo ha sido en otros 6 de los 13 grandes siniestros ocurridos desde 1968. Las tormentas eléctricas causaron también los fuegos de Espadilla en 1991 y los de Millares, Villarluengo y Yátova en 1994, el año más negro que se recuerda en la Comunitat Valenciana, con un total de 138.000 hectáreas calcinadas. En esas mismas fechas, en otro incendio en Requena (Valencia) el fuego arrasó 25.000 hectáreas en una semana debido a una negligencia por una colilla. También el 4 de julio, y debido a una quema de basura, el fuego quemó 18.500 hectáreas en Fontanars dels Alforins.

El peor desastre forestal del siglo XX en España tampoco fue por causa natural. En 2012, casi 30.000 hectáreas ardieron en Cortes de Pallás a causa de una chispa que saltó en la instalación de un panel solar. Los trabajadores de la empresa instaladora fueron condenados a 10 meses de prisión, a una multa de 1.440 euros y el pago de 750.000 euros por los daños ocasionados. En Andilla, ese mismo verano, ardieron más de 20.000 hectáreas. El origen: la quema de unos rastrojos por parte de un vecino.

Además, en 1978, un fuego originado en la Ribera Alta calcinó más de 13.100 hectáreas por una causa que no llegó a esclarecerse en los montes de Tous, Catadau, Montroi, Llombai, Dos Aguas y Carlet.

En total, de los incendios más grandes de la Comunitat desde 1968, el 66,6 % fueron a causa de un rayo y el 33,3 por imprudencias.