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Sanidad envía el doble de cirugías a la privada para contener la lista de espera

En los hospitales públicos se han practicado ya 17.500 intervenciones «de tarde»

Quirófano preparado para un transplante.

De «demonizar» la práctica, marca de la casa de los gobiernos del Partido Popular, a apoyarse en ella sin reservas. Es el camino que la Conselleria de Sanidad ha transitado desde 2015 hasta 2022 con respecto al conocido como plan de choque: derivar a pacientes a operarse a clínicas privadas de patologías no urgentes cuando el atasco en los hospitales públicos era importante.

La percepción que se tenía del plan de choque ya había cambiado en la administración valenciana antes de la crisis de la covid-19 —como un puntal necesario para contener la lista de espera— pero la pandemia ha terminado de apartar las reticencias que había sobre esta colaboración público-privada. Si en 2021 la conselleria envió a operarse a la privada al doble de pacientes que en todo 2019 en un intento de rebajar la espera media quirúrgica (descontrolada por el coronavirus), este 2022 lleva el mismo camino: según datos de la administración de enero a junio ya se han enviado a hospitales privados a 14.102 pacientes, casi tantos como los 14.980 de todo el año 2019.

El refuerzo que viene del sector privado sigue siendo potente, pero eso no ha significado que la administración valenciana haya dejado caer el proyecto estrella de la exconsellera y exministra Carmen Montón: operar más en la pública por las tardes, más conocido como autoconcierto. En 2021 se hicieron 22.486 intervenciones «de tarde», casi tantas como antes de la pandemia. En lo que llevamos de año van ya por 17.504.

Si se mantienen estas cifras se podrían superar las más de 50.000 intervenciones de lista de espera que se hicieron el año pasado (ya fuera en clínicas privadas o fuera de horario en la pública). Y todo para intentar contener una lista de espera quirúrgica que parece un pozo sin fondo. Según los últimos datos de julio la demora media es de 98 días (87 en el mes de junio antes de que se notara el efecto del inicio de vacaciones) pero hay que tener en cuenta que antes de la llegada de la pandemia, la espera media era de 80 días (a febrero de 2020) y el objetivo era rebajar esta marca hasta los 70 días.

Si este esfuerzo doble en operaciones de tarde y en envíos a la privada se hubiera realizado en una realidad sin covid-19, se podría estar hablando de haber conseguido ese objetivo, que la exconsellera Ana Barceló se marcaba a principios de 2020: 70 días de espera.

Esfuerzo presupuestario extra

Pero la pandemia desbarató este y muchos otros planes. Los hospitales colapsados y todos los recursos puestos en (casi) una única enfermedad tuvieron pronto su impacto en los días que los valencianos esperaban para operar sus juanetes o sus cataratas: en vez de bajar de los 80, la espera se duplicó en cuestión de cuatro meses y así estuvo prácticamente todo 2020. Desde entonces, la sanidad valenciana ha tenido que ir con todo, operando de tarde cuando se podía y volviendo a confiar de pleno en los hospitales privados, para ir sacando a pacientes de la lista, con nuevos parones por las sucesivas olas de coronavirus.

Gracias a este cambio (obligado) de política, Sanidad pudo moderar la lista de espera durante 2021: el año acabó en una espera media de 100 días. En el arranque de 2022, las cifras de este termómetro de la situación sanitaria se han vuelto a moderar, casi a niveles de 2019. Enero arrancó con una espera media de 103 jornadas y se ha llegado a contabilizar 87 días de espera en junio de 2022, cuando los quirófanos estaban a pleno rendimiento.

Habrá que esperar tras las vacaciones (que siempre hacen engrosar las listas) para saber el impacto que este esfuerzo económico tendrá en la lista de espera y si vuelve definitivamente a cifras «parecidas» a la prepandemia. Mantener pisado el acelerador de las derivaciones a la privada supondrá un esfuerzo presupuestario extra para la Conselleria de Sanidad. El plan de choque tuvo un presupuesto de 11 millones en 2019, cuando todavía se podía hacer más en la pública. La cuantía empezó a crecer en 2020 con el colapso de los hospitales públicos hasta los 16 millones de euros en 2020 y se llegó a los 20 millones el año pasado (el doble de presupuesto para doblar el número de derivaciones). Para este año, Sanidad había previsto 15 millones de euros, pero es más que posible que si mantiene este ritmo de envíos a la privada, se tenga que suplementar esta partida.

La Vila Joiosa, la excepción en el plan de choque

No todos los departamentos de salud de la Comunitat Valenciana recurren por igual a la derivación de operaciones a las clínicas privadas. Por regla general, el volumen de pacientes enviados suele ser mayor cuanto más grande es el departamento pero aún así hay diferencias notables. El área del Hospital General de Valencia es la que más pacientes gestiona con diferencia, más de 373.000 cartillas y también es la que más pacientes deriva. El Hospital Clínico, sin embargo, gestiona unas 16.000 cartillas menos pero derivó el año pasado menos de la mitad de pacientes que el H. General. El H. Doctor Peset y el General de Castelló, a similar volumen de pacientes a su cargo, tienen unas cifras de derivaciones muy dispares: 1.970 el castellonense, 674 el valenciano. Tampoco ha sido la misma la evolución que cada centro ha tenido desde 2019. El área de la Vila Joiosa ha sido la única que en estos dos años ha rebajado la dependencia de este plan. En el resto de departamentos ha crecido en mayor o menor medida: desde el 17 % de La Fe hasta el 3.434 % más de Gandia. Han doblado el volumen de envíos en Alicante o Xàtiva.

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