El lunes mencioné en mis redes sociales una interconexión de lo más curiosa que trascendió en este periódico. El movimiento hacia el norte del huracán Fiona, que llegó a ser un “major” al este de Carolina del Norte, iba a desencadenar un efecto dominó de lo más curioso: tal ascenso camino de Canadá extendería, en esa misma dirección, la cuña anticiclónica que había en medio del Atlántico con la consiguiente ondulación del chorro polar. Este último se concibe como una cinta transportadora de borrascas y ese serpenteo hoy nos ha traído hasta la península una vaguada que, por entonces, tenía visos de DANA. Finalmente parece que no lo va a ser.

Que un ciclón al otro lado del Atlántico condicione el tiempo del oeste de Europa no es excepcional, ha sucedido otras muchas veces. Precisamente, por estas fechas en 2019 el huracán Dorian hizo una carambola similar que acabó con una depresión sobre la Península y los inolvidables diluvios que anegaron el sureste peninsular. En este caso el escenario meteorológico no es tan adverso como aquel, aunque también tiene su miga. Tenemos una lengua de aire frío larguirucha que se extiende desde Centroeuropa hasta el norte de Madeira, dejando al este peninsular y a Baleares en su flanco más oriental e inestable. En las próximas horas, esto se conjugará con el viento de procedencia mediterránea que añadirá humedad al asunto, dejando un contexto ideal para que las nubes de tormenta crezcan a sus anchas.

Esta tarde los cumulonimbos arrancarán desde el este de Castilla-La Mancha, el interior de la Región de Murcia y de la Comunidad Valenciana. Rápidamente esas nubes darán lugar a chaparrones muy intensos, algunos acompañados de granizo, que al final del día ya afectarán a zonas del litoral para después congregarse en el mar Balear. Allí parece que aunarán fuerzas antes de desplazarse hacia las islas Baleares, quizá en forma de sistema convectivo de mesoescala, que viene a ser un pelotón de tormentas potencialmente adverso. Mañana, más allá del episodio en el archipiélago, las lluvias podrán ser cuantiosas en el litoral sur del golfo de Valencia y aparecerán otras vespertinas, más dispersas y de nuevo tormentosas en muchas otras zonas del este peninsular.

Esta situación de riesgo está viéndose eclipsada por la que está dejando lluvias inusualmente intensas en las islas Canarias. Aquella va ligada a Hermine, una depresión subtropical hija también, en parte, del excedente de calor que muestra el Atlántico. El mismo que alentó a Fiona y que convertirá al ciclón Ian, en el Caribe, en un nuevo huracán de categoría 3. La reacción en cadena continuará.