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La prohibición de quemar la paja del arroz obliga a retirar o fanguear 43.000 toneladas

La consellera Mollà cree que en el año de «transición hacia la normalidad habrá pocas solicitudes» para el uso del fuego

Quema de la paja del arroz, en una imagen de archivo. vicent m. pastor

La prohibición de quemar la paja del arroz obligará esta campaña a gestionar más de 43.000 toneladas de restos. Bien sea retirando para su revalorización posterior, fangueando o triturando, en función de en qué punto del Parc Natural de l’Albufera se encuentren los campos. El anterior plan de gestión del residuo agrícola, desarrollado entre 2017 y 2021, toca a su fin con una división del arrozal que pasa de dos a tres nuevas zonas según las características orográficas.

Las cotas altas quedan enclavadas en el área 1, las bajas en la 2 y las medias en la 3. La más problemática es la segunda ya que en caso de lluvias la paja sumergida puede generar putrefacción y causar aguas negras en las acequias y desembocar en el lago. Se trata de la temida anoxia, que en un episodio de precipitaciones torrenciales en noviembre de 2020 provocó la mortandad de fauna por falta de oxígeno en el agua. Algo que bligó a la Conselleria de Agricultura y Transición Ecológica a actuar de emergencia para recuperar más de 10.000 toneladas de material podrido.

El acuerdo alcanzado el pasado mes de junio entre el departamento que dirige la consellera Mireia Mollà y los sindicatos agrarios AVA-Asaja, la Unió de Llauradors, así como la Junta de Regantes, recoge el compromiso de poner en marcha prácticas rotatorias alternativas al fuego, como la retirada, el fangueig, el picat y el esparcido. Además, durante varios años seguidos. Solo después podrían autorizarse determinadas quemas.

El uso del fuego, eso sí, se hará siempre con una supervisión y en caso de darse disfunciones orgánicas. Una anomalía probable en los puntos más deprimidos del humedal como es la zona 2.

Distintos bancales

En la zona 1 conselleria no cuenta con que se den impedimentos para actuar de forma sostenible,mientras que en la 3 se da una combinación de bancales con menor y mayor profundidad. Mollà, en la presentación este jueves de la iniciativa para la producción de biogás en la Comunitat Valenciana, avanzaba que este año «habrá muy pocas solicitudes para quemar la paja del arroz». El nuevo plan no lo contempla como práctica estructural, solo en los casos previstos ligados a la aparición de fitopatologías en las zonas establecidas.

La consellera hablaba de esta campaña de la siega, que va retardada por las condiciones climática, como de «transición hacia la normalidad». Lo cierto es que desde Administración se admite la complejidad de algunos puntos del parque natural, de difícil acceso para la maquinaria pesada. De ahí que el nuevo plan aborde la necesidad de avanzar en maquinaria que permita la recogida de la paja «en las condiciones de nuestra zona arrocera que son muy diferentes de aquellas para las que se diseñaron las empaquetadoras que se estan haciendo servir actualmente».

Aunque el objetivo principal es impedir la contaminación del agua del humedal, en la elección de los métodos para el tratamiento de los restos se insiste en que «han de prevalecer aquellos con un menor impacto ambiental y el menor coste económico para el productor». «Una de las constantes ha de ser la posibilidad de recuperación de parte del potencial que pueda ofrecer la paja, mediante recuperación energética, como alimento para el ganado o como sustrato para otros cultivos», se apunta en el documento.

Vigilancia vía satélite

Desde la conselleria se remarca su obligación «de velar por la consecución de los objetivos de conservación establecidos en la legislación». Caso que se amplifica al tratarse l’Albufera de un enclave de la Red Natura 2000 y catalogada como espacio Ramsar. De ahí que el control «in situ» durante la época de recolección se extenderá y reforzará en la perellonà, con el uso del satélite Sentinel 2 para vigilar los niveles de oxígeno de la laguna.

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