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La importancia del caballo en la conquista de València

Jaume I sabía muy bien que sin este animal era muy difícil llevar a término sus planes, ya que tenían muy pocas posibilidades de ganar en un nuevo combate

Ilustración de la conquista de València en 1238. | FIRMA FOTÓGRAFO

El caballo fue un animal fundamental en la Edad Media, pues acompañó al ser humano medieval en casi todas sus actividades vitales: la agricultura, el transporte, la caza, los viajes, etc. Pero de entre todas ellas destacó su papel en la guerra. De hecho, sería imposible o muy difícil concebir la conquista de Valencia ideada por Jaume I sin la participación del caballo y la familia equina.

El papel de la caballería fue crucial en las conquistas.

En abril de 1237, con la intención de reconstruir rápidamente el castillo de El Puig Jaume I preparó veinte pares de tapiales que desde Teruel llevaron hasta la fortaleza «les bèsties carregades» (Crónica, cap. 208). Y en el capítulo 209 nos aclara que «les bèsties» eran «atzembles», acémilas o mulos, utilizados como animales de carga imprescindibles en las grandes marchas que realizaba el ejército para transportar lo necesario.

La importancia del caballo en la conquista de València

El papel de la caballería era crucial en las empresas bélicas, por eso Bernat Guillem de Entença al acudir al castillo de El Puig, recién reconstruido por Jaume I entre la primavera-verano de 1237, para convertirse en su alcaide y preparar la ansiada conquista de Valencia, en vez de gastar en vituallas el dinero que el rey le dio lo invirtió en ciento cuarenta caballeros (Crónica, cap. 213). Bernat, tío de Jaume I por parte de su madre, más experimentado en la contienda bélica, sabía que esos guerreros a caballo eran necesarios para llevar a término la empresa conquistadora que se le había encomendado, más aun en un lugar como El Puig rodeado por territorio musulmán al sur, este y norte.

Un mes más tarde, el 20 de agosto de 1237, se verá claramente la importancia de la caballería, en la preparación de la batalla de El Puig y, por tanto, de los caballos. Así, a la hora de enfrentarse al ejército musulmán, compuesto por unos 11000 infantes y 600 jinetes, Bernat Guillem de Entença, que sólo disponía de unos cien caballeros y 2000 peones, concibe una estratagema para hacer creer al enemigo que el número de caballeros era mucho mayor. De manera que ordenó que con las mantas y sábanas imitasen gualdrapas en los mulos y rocines, utilizados como animales de carga, incrementando con tal engaño el número real de caballeros (Crónica de Desclot).

Y es el mismo Jaume I el que, encontrándose en Huesca, nos confirma la importancia del caballo cuando al enterarse de que en la batalla de El Puig o de Enesa se habían perdido 86 caballos, sin dudarlo un momento, y emocionado por la victoria cristiana, decide comprar ese número de equinos y llevarlos personalmente al castillo de El Puig para entregarlos a los caballeros que los habían perdido (Crónica, caps. 219, 220). Además, esta pérdida tan grande de caballos confirma la dureza de la batalla de El Puig, en la que unos 100 caballeros llegan a perder 86 caballos.

Jaume I sabía muy bien que sin el caballo era difícil llevar a término sus planes, pues sin él no podían enviar mensajes con la rapidez necesaria, atacar a las poblaciones o alquerías musulmanas que rodeaban València mediante cabalgadas, y, por supuesto, tenían pocas posibilidades de ganar en un nuevo combate, al tener muy mermada la caballería.

Tan importante fue el caballo en la conquista valenciana que dio lugar a la famosa leyenda de la ‘Patá’ en la que el mismo caballo de Jaume I, al escasear el agua para el ejército, propinó una fuerte coz que hizo manar agua del mismo rodeno de la montaña del castillo de la Patá.

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