Se cumplen ahora cuarenta años desde la “pantanada de Tous”, que fue también episodio de graves inundaciones en la ciudad de Alicante. Los efectos económicos y en pérdida de vidas humanas para el territorio valenciano fueron tremendos. Se han publicado en estos años numerosos artículos científicos y reportajes periodísticos que explican las causas y muestran las dramáticas consecuencias de aquella “gota fría” que dejó cantidades enormes de lluvia en la Ribera y en la ciudad de Alicante. El contexto histórico de aquel 1982 era, como sabemos, muy distinto del actual también en materia de predicción, prevención y gestión de emergencias. En apretado balance la siguiente relación incluyen las cuestiones que no teníamos en ese año y afortunadamente hoy sí tenemos: radar meteorológico, sistemas de alerta meteorológica, una red mallada de observación meteorológica potenciada hoy con la aportación de los aficionados a la meteorología, planes de gestión de emergencias de protección civil (que se había creado precisamente ese año), Unidad Militar de Emergencias (UME), cartografía de riesgo, PATRICOVA, ley del suelo que obliga a incorporar el riesgo en la planificación urbana y territorial, seguro frente a riesgos extraordinarios. Afortunadamente hoy podemos disponer de todas estas estructuras y servicios que han mejorado enormemente el tratamiento del riesgo natural en la sociedad española. Pero ahora se presenta un nuevo escenario: el cambio climático, que nos obliga a seguir mejorando, diseñando, desarrollando mecanismos de gestión del riesgo. Porque los extremos atmosféricos van a ser más numerosos y seguimos registrando numerosos daños económicos y pérdida de vidas humanas. 13 de octubre, Día Internacional de Reducción del Riesgo de Desastres. En España, avances en un contexto de elevada incertidumbre futura.