Tienen formación y titulación como personal sociosanitario pero la realidad es que su trabajo se centra en limpiar las casas de los usuarios. Son trabajadoras del Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD), una asistencia de los Servicios Sociales de cada ayuntamiento pero externalizada que depende de empresas que han convertido la limpieza de las viviendas de los usuarios en el día a día de estas trabajadoras.

Unas empleadas del sector sociosanitario que deberían emplear su jornada laboral en el apoyo al usuario en su aseo y cuidado personal, en ayudarle a comer si lo precisa, en acompañarle fuera y dentro del hogar, en fomentar su movilidad, en facilitarle actividades de ocio o en ayudarle en sus tareas cotidianas. Sin embargo, se han convertido en "chachas" a bajo coste. "Y con dinero público previsto para otro tipo de atenciones".

Por eso denuncian la "perversión" del sistema, se han unido en la recién creada Associació de treballadores i treballadors del SAD de València, han protagonizado varias protestas en la Comunitat Valenciana y tienen prevista su asistencia a la manifestación que hay convocada en Madrid el próximo día 26 de noviembre. Porque el suyo es un problema generalizado en todo el país.

Protesta de las empleadas del SAD en València Levante-EMV

Los ayuntamientos sacan pecho del SAD. Es la puerta de entrada a la asistencia y son los servicios sociales municipales quienes determinan las horas a las que tiene derecho el usuario y las labores que precisa. Todos los expedientes incluyen dos horas de limpieza a la semana pero la realidad es que los usuarios prefieren que sean ellas quienes limpien y que sean sus familiares quienes las atiendan.

"Y como los usuarios lo que quieren es que alguien les limpie la casa pues lo determinan así y eso es lo que nos marca la empresa. Así que estamos las 8 horas de jornada laboral diaria limpiando. ¿Y para eso nos piden una titulación? Si lo que precisan es un servicio de limpieza que contraten u oferten este servicio pero este no es nuestro trabajo. Nosotras nos dedicamos al sector cuidados", explican desde la asociación.

En la Comunitat Valenciana hay más de mil trabajadoras del SAD. El sueldo medio es de 800 euros por 29 horas semanales. Las que tiene un contrato mejor suman 35 horas y rondan los 1.000 euros en bruto. Trabajan en un servicio del ayuntamiento pero son "empleadas de segunda". Ni entran en la Ley de Prevención de Riesgos Laborales y tampoco se les reconoce ninguna enfermedad laboral. La gran mayoría no llega ni a jubilarse. Por eso piden la jubilación a los 60 años ya que la mayoría llegan a esa edad con enfermedades crónicas, sobre todo musculoesqueléticas, lumbares y problemas cervicales. "Somos grúas humanas", aseguran.

Somos grúas humanas"

La inestabilidad laboral es una tónica en el sector. La carga emocional es brutal. No existe relevo generacional. La media de edad supera los 45 años. "Se presenta como una opción laboral del sector cuidados que precisa de una preparación. Por ello se exige una titulación y es un trabajo bonito y vocacional que consiste en atender a personas vulnerables. Pero en la práctica es un trabajo de limpieza en unas condiciones de miseria", explican desde el servicio del SAD de València.

Y en la pandemia, esenciales pero las últimas

En la pandemia, además, se mostró que su trabajo era "esencial" y que su "maltrato" una realidad. "Se nos consideró personal esencial pero fuimos las últimas en todo. En contar con material de protección y hasta en vacunarnos. Demostramos que sabemos estar a la altura de las circunstancias y que no nos valoran. La pandemia fue la gota que colmó el vaso y fue entonces cuando decidimos formar la asociación porque la unión hace la fuerza y tenemos que pelear por dignificar nuestro trabajo y nuestros salarios", añaden.

Las mujeres se han unido en un frente común ante las condiciones laborales que empeoran con el paso de los años. En los testimonios que ha recogido Levante-EMV, las trabajadoras del SAD de la Comunat Valenciana aseguran que es "más importante la limpieza que la atención personal" y que, aunque es un servicio previsto para atender a quienes no tienen familia que les ayude ni recursos para pagar una atención privada, la realidad es que el servicio de limpieza se ofrece a todo el mundo y es lo que los usuarios quieren. Alguien que les limpie la casa, que les haga la comida, les baje a comprar, les lave las cortinas, lave, planche, haga las camas... Es decir, una criada por dos duros". Y si se "plantan", y explican al usuario que su función no es la limpieza sino la atención integral "ya tienes el lío montado porque lo que quieren es la casa limpia y creen que esa es nuestra función".

Imagen de archivo del SAD Levante-EMV

El SAD cuenta con un impulso importante desde la Conselleria de Igualdad en aras de que las personas mayores permanezcan en sus casas lo máximo posible y vivir en una residencia sea la última alternativa. Por eso, las empleadas del SAD afirman que "si lo que necesitan es quien limpie la casa que se contrate a limpiadoras, porque nosotras somos auxiliares sociosanitarias y nuestro trabajo en el sector de los cuidados se queda sin hacer".

Sin embargo, ayuntamientos, como el de València, potencian sus servicio de ayuda a domicilio con la adjudicación de un megacontrato que amplía las coberturas. Las empleadas, sin embargo, afirman que no existe control sobre la gestión real y exigen que se municipalice el servicio como, por ejemplo, está en la localidad de Silla donde "las condiciones de las compañeras y el servicio son infinitamente mejores, precisamente, porque la gestión es directa y no está externalizada con empresas privadas".