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Vivienda

Vivienda finiquita las ayudas que el PP no pagó hace 15 años

El Botànic abona este año los últimos 6,6 millones de la "deuda Bonig" que ascendía a más de 300 millones de euros

Los afectados en una imagen de archivo de la plataforma que crearon ante los impagos Levante-EMV

La denominaron "deuda Bonig" porque fue ella (Isabel Bonig), quien estaba al frente de la Conselleria de Vivienda, que percibió 320 millones de euros del Estado para repartir entre miles de beneficiarios a unas ayudas que nunca llegaron al bolsillo de las más de 65.000 personas que debían recibirlas. Los planes de Vivienda tenían tres líneas: la adquisición de vivienda protegida, la rehabilitación de casas y las ayudas al alquiler. El Consell, en manos del PP, recibió ese dinero pero lo dedicó a otros menesteres.

Este fue el "regalo" que recibió el Botànic en 2015 cuando accedió al poder de la Generalitat Valenciana y comprobó facturas en los cajones, expedientes en las estantería y una deuda que ascendía a más de 300 millones de euros.

Concentración de los afectados en 2014. Fernando Bustamante

Siete años ha tardado el Consell en ponerse al día y acabar con todos y cada uno de los expedientes, abonando pagos pendientes desde hacía diez y quince años. Una inversión de más de 300 millones, un "verdadero lastre" para una Conselleria que cuenta con un presupuesto similar a esa cuantía (de hecho, en 2023 el presupuesto de la Conselleria de Vivienda es de poco más de 400 millones de euros).

Pero lo han conseguido. Siete años ha tardado el Consell, pero este año concluye la tramitación de los últimos 5.000 expedientes, los más "costosos y difíciles" que suponen una inversión de entre dos y tres millones de los 6,6 con los que se finiquita esta deuda histórica del PP que desde el Botànic se han encargado de saldar.

Adiós a un lastre histórico

El director general de Calidad, Rehabilitación y Eficiencia Energética, Alberto Rubio, reconoce el sabor agridulce con el que finaliza una pesadilla para los beneficiarios y un lastre económico para una Administración, además, con recursos humanos limitados.

 "Acabamos con la 'deuda Bonig', tras un esfuerzo tremendo pero con un sabor agridulce porque ya sabes que hay un daño irreparable de legitimidad y eso es muy duro de asumir porque estás pidiendo a todo el personal un sobre esfuerzo terrible, también presupuestario a la Generalitat, a sabiendas que lo que ha pasado ya es irreparable", explica Rubio.

Y añade: "La gente que pidió esas ayudas ha tardado 10 o 15 años en recibir ese dinero. Esa gente que ya no confía en la Administración. Y con toda la razón porque para muchas familisa hubo un antes y un después. Y nosotros hemos tardado en arrancar ese II Botànic en gran parte porque existe esa rémora. La gente sigue creyendo que la Generalitat dice que va a darte una subvención y no se la va a pagar. Mucha gente que necesitaría de nuestra ayuda renuncia al derecho de tener una subvención por pura desconfianza y eso me lo he encontrado con mucha frecuencia", explica Rubio.

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