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El autoconsumo solo cubriría un tercio del objetivo de la UE en renovables

La falta de espacios adecuados y de mano de obra cualificada limitan la implantación

Viviendas de Castelló con placas fotovoltaicas instaladas en los tejados. | I.G.JIMÉNEZ/MED

El nuevo reglamento que ha enviado la Unión Europea a los Estados para agilizar la instalación de energías renovables obligará a las administraciones a responder en un mes a aquellas personas que soliciten autorización para instalar una planta de autoconsumo. De no hacerlo en ese plazo, se considerará el silencio administrativo como una valoración positiva.

Es un ejemplo más de que acelerar la implantación de las producción energética con renovables se ha convertido en un asunto central en la política europea que también llega a la Administración valenciana. En el caso autonómico, el objetivo está claro: lograr los 6.000 megavatios que pide la UE antes de 2030 y que el president de la Generalitat, Ximo Puig, fijó en 2026. Es una obligación marcada por Bruselas que se debe cumplir sí o sí. En cómo lograrlo es donde aparecen las dudas y choques.

En ese camino, el autoconsumo será un aliado, pero lo será más bien a medias. O a un tercio, mejor dicho. Es la cantidad máxima que considera el director general de Transición Ecológica, Pedro Fresco, que la Comunitat Valenciana podría alcanzar con el impulso del autoconsumo. «Más de 2.000 megavatios antes de 2030 es poco realista», asegura Fresco. De hecho, esa cifra la considera ya de por sí «muy optimista».

En este sentido, se basa en las cifras del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Este considera que en un escenario de «penetración alta» del autoconsumo, la capacidad de toda España sería de 14 GW, que para la Comunitat Valenciana implicaría en torno a los 1.650 MW, una cifra que el director general de Transición Ecológica cree que se puede superar, pero «no más allá de los 2.000 MW».

La Comunitat Valenciana destaca por su buen ritmo en instalaciones de autoconsumo. Así, pese a ser estructuras con menor capacidad que las de generación, hay prácticamente la misma potencia instalada: 414 MW en plantas de generación por los 365 MW de autoconsumo. Es el formato que se está potenciando desde una parte del Ejecutivo, que ve con más recelos el desarrollo de aquellas plantas más grandes y que tienen más afección sobre el territorio. Este modelo a escala pequeña es el que esta misma semana defendía Compromís en las Corts.

Sin embargo, este sistema no podrá ser la solución al retraso valenciano sobre los objetivos europeos. Primero, porque hay muchas dudas de que estas cifras puedan ser contabilizadas dentro de las exigencias europeas que pedirían generación eléctrica solamente, no autoconsumo. De hecho, se ha pedido clarificar y fijar un objetivo de cada uno de los formatos.

Pero el freno, explican los expertos consultados, viene más por las propias limitaciones del modelo y su desarrollo en relación a las cantidades necesarias. Un estudio del Ivace indicaba que el potencial de la Comunitat Valenciana si se instalaban placas fotovoltaicas en todos los tejados era generar suficiente electricidad (14 gigavatios) como para abastecer el consumo de 6,5 millones de hogares.

Dificultades técnicas

«Ese es el potencial físico, el real acaba siendo una fracción minúscula», desgrana Fresco. A partir de ahí empieza un «embudo». Tras la cantidad de tejados disponibles está el «potencial técnico», es decir, en los sitios donde realmente se puede instalar. Luego está el «potencial económico», que pueda ser rentable por la cantidad de horas solares. Y luego acaba estando el «potencial real», todavía menor, al descontar espacios que no se quieren dejar de usar para instalar placas —por ejemplo, una terraza— o las pérdidas tras su instalación definitiva. «Lo importante es lo que generas, no la potencia instalada», añade Fresco.

No son las únicas limitaciones. En el desarrollo también aparecen otros tres factores. Está la cuestión de la agilidad administrativa, que intenta solventar el nuevo reglamento europeo. Está también la dificultad de obtener todo el material necesario para llevar a cabo estas instalaciones. Y, por último, quién puede ponerlas en marcha. La falta de mano de obra especializada se convierte en la última traba para esta aceleración. A todo ello, Fresco añade: «Además, 2.000 megavatios de autoconsumo no generan lo mismo que 1.500 megavatios en tierra».

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