Flor de Navidad: cambiemos su destino

La flor de Pascua requiere muchos cuidados.

La flor de Pascua requiere muchos cuidados. / Levante-EMV

Natacha Payá

El día de Navidad ya ha pasado pero eso no quita para que muchos tengamos en casa la querida flor de Pascua decorando alguna esquina. No quiero ser gafe, pero no me extrañaría que después de Reyes los contenedores de basura se llenen de esta entrañable planta que no suele durar mucho tiempo, ¿o sí? 

Hará cosa de dos semanas escribí para Meteored un artículo muy interesante sobre la flor de Navidad; después de prepararlo y publicarlo lo puse en práctica. Sorprendentemente tengo mi planta igual de bonita que el primer día. La flor de Pascua, también conocida como Poinsettia, viene de México y América Central y es la flor por excelencia de la Navidad. Como su origen es tropical necesita calorcito y unos cuidados especiales. En México, por ejemplo, el clima es muy variado. El trópico de Cáncer divide el país en dos grandes zonas climáticas: la zona templada y la zona tropical, de donde surge la flor de Pascua. 

Pues bien, una vez sepamos un poco más sobre su origen tropical, hay que retirarle el plástico que la cubre, ya que la puede asfixiar. Luego, hay que evitar los emplazamientos fríos y las corrientes de aire, ya que suelen dañarlas y provocar la caída de las hojas. 

La flor de Pascua necesita buena luz, pero no directa del sol. Si la ponemos en un rincón oscuro, por muy ideal que quede, al cabo de unos días comenzará a marchitarse. Busca calorcito pero no la calefacción... ¡también es dañina! La temperatura diurna de la casa tiene que rondar los 22 ºC y por la noche no tiene que bajar de los 15 ºC.

Si no recibe el agua necesaria sus hojas se marchitarán rápidamente, tanto por falta como por exceso. La cuestión fundamental es que «bebe» mucho, por ello lo ideal es sumergir la maceta en un cubo con algo de agua durante 15 minutos, esto unas dos veces por semana en la época de Navidad. En el resto del año con una vez semanal bastará. ¡Ah! Y por cierto, no le gusta nada que pulverices agua sobre sus hojas. La teoría es fácil, ahora a por la práctica... ¡a cuidarla!