Sinhogarismo

Hambre y frío en la València sin hogar

Unas 500 personas duermen en la calle cada día en la ciudad, muchas de ellas adictas y que beben para olvidar | La semana que viene se esperan temperaturas de cero grados y el ayuntamiento ha habilitado 75 plazas de albergue

Gonzalo Sánchez

Gonzalo Sánchez

Entre un centro comercial de 113.000 m2 y un hotel de cuatro estrellas hay un parque con el suelo de grava donde Mohamed, que acaba de cumplir 18 años, duerme. O lo intenta. Salió hace dos semanas del centro de menores y lo mandaron a la calle. Es un adulto con cara de niño que aparca coches junto a Hamza, de 22. Durante la entrevista un par de chicas a las que han aparcado les traen un bocadillo que devoran con ansia. Se nota que pasan hambre. Tienen un ojo en el periodista y otro en la calle. Cuando ver llegar un Audi a5 (54.000 euros sin extras) echan una carrera y le dicen 'tira-tira, para-para'. De la ventanilla sale una mano y el conductor, muy bien vestido, les da una naranja y se mete en el hotel.

Hamza reconoce que es adicto. Que bebe y se droga a diario para evadirse y olvidar. La semana pasada se plantó tres días seguidos a las 5 de la mañana porque, por fin, le iban a dar trabajo en la naranja. El primer día no llegó nadie, el segundo tampoco, y el tercero tampoco. Tiene papeles en regla y solo quiere trabajar. Solo eso. Trabajar.

Los dos son parte de un grupo de jóvenes sin hogar itinerantes. Otro Mohamed, de 24 años, está visiblemente ido a las 6 de la tarde, Anwar, de 28, va en chanclas y calcetines en enero con una sudadera de la selección francesa. Van juntos y cada noche duermen en el suelo, el de grava del parque o el del cauce del río debajo de un puente. Se van moviendo. Ellos son uno de tantos grupos de chavales, pero no sabrían decir con certeza cuantos hay. Dicen que cientos.

Todos reconocen que están enganchados a algo, y no lo dicen con orgullo. Pero es lo que hay. La calle rompe a las personas. Mohamed, el de 18, ya está probando estas sustancias y te lo cuenta mientras baja la mirada. Hamza confiesa que más de una vez ha pensado seriamente en que le metan en la cárcel. "Al menos ahí podría dormir bien, comer y descansar, y hasta dejaría de tomar droga", explica. Aún así, con la voz decidida te asegura algo: "te apuesto lo que quieras a que si me dieran trabajo dejaría de beber, de drogarme, yo no quiero esto para mí, quiero una vida digna", reivindica. Él y todos los chavales del río.

Un grupo de jovenes marroquis malvive aparcando coches junto al hotel Turia y duermen en el rio

Un grupo de jovenes marroquis malvive aparcando coches junto al hotel Turia y duermen en el rio / German Caballero

Mohamed y Hamza son dos personajes de la València que no sale en las postales. En la València que pasa hambre y frío. Un chaval con los 18 recién cumplidos ha sido lanzado a la calle sin red, escupido por el sistema de acogida como tantos. "Luego se habla de que estos chicos delinquen, que se drogan, que están bebidos y molestan ¿Podemos culparles de eso?", explica Sanae, de Casa Marruecos, que se acerca a ellos cada domingo a darles algo de comida y alguien con quien hablar.

75 plazas para 500 personas

"Hoy nos han entrado 20 personas por frío", Cristian López es uno de los integradores sociales que forman el equipo de campaña de frío del Servicio de Atención a Urgencias Sociales (Sauss) del ayuntamiento de València. Cada noche sale a comprobar el estado de la gente que vive en la calle junto a Noelia Micó. El equipo también cuenta con una psicóloga y otra integradora que gestionan llamadas de emergencia y su coordinadora, Mireia García.

"Estamos muy atentos porque la semana que viene esperamos temperaturas de cero grados y alguien podría morir en la calle. Es común que haya personas con adicción al alcohol", cuenta Mireia. Este es el primer año que el ayuntamiento de València refuerza el personal del servicio para la campaña de frío.

El último censo hecho por entidades y servicios sociales arrojó que hay 500 personas que viven en la calle en la ciudad de València. A parte de los albergues -que suelen estar llenos- el ayuntamiento cuenta el Centro de Atención a Emergencias Sociales (CAES) que tiene 18 plazas (16 fijas y dos para emergencias). Pero como novedad, la semana que viene se ampliarán las plazas a 25, ofreciendo 25 más en un polideportivo del Cabanyal ampliables a 50, y otras 6 de emergencia en el Centro de Atención al Inmigrante (CAI). Es decir, 81 plazas en total con un censo de 500 personas en medio de unas temperaturas gélidas.

Salida nocturna con el Sauss del Ayuntamiento de Valencia durante la ola de frio

Salida nocturna con el Sauss del Ayuntamiento de Valencia durante la ola de frio / German Caballero

Noelia, Cristian y Mireia cogen algo de café caliente en un termo, un buen puñado de mantas y se echan a la calle con la furgoneta de servicios sociales. "Nadie se queda en la calle solo por adicciones, es un cúmulo de cosas que suele ser también la falta de recursos económicos y sobre todo no tener una red que te ayude", dice García.

Muchos beben y consumen. "Es muy normal el abuso del alcohol y de drogas. Va desde la cocaína hasta medicamentos como la benzodiazepina... Muchos han entrado en una espiral en la que comen con ayuda de las entidades y lo poco que ganan lo gastan en estas sustancias", cuenta García. También es común que, con el tiempo, desarrollen enfermedades mentales.

Vidas al día

Andrés es de Albacete, del barrio de "Las 600 viviendas", la zona con la renta per cápita más baja de toda España y uno de los barrios considerados más peligrosos del país. Lleva un año durmiendo en la calle en València. Aunque dormir fue una palabra muy grande para él los primeros días. "La primera noche es horrible, te desvelas... y al final a la fuerza te acostumbras, pero te puede pasar cualquier cosa".

"Pueden intentar quemarte, pegarte, y a mi me han robado ya dos veces hasta que aprendes a defenderte", cuenta Andrés. En una maleta de mano cabe todo lo que tiene, y duerme encima de una alfombra tapado con varias mantas. Algo más aislado que otros asentamientos, que duermen con cartones en el suelo.

Valencia. Salida nocturna con el SAUS del Ayuntamiento de Valencia durante la ola de frio

Valencia. Salida nocturna con el SAUS del Ayuntamiento de Valencia durante la ola de frio / German Caballero

Recuerda un encontronazo que tuvieron hace poco en el interior del pasaje donde duermen. "Vino un grupo de 15 chavales jóvenes, tendrían veinte años todos, y nos empezaron a insultar y a decirnos de todo. Que nos iban a pegar una paliza y cosas peores. Pero al final se fueron porque pasó la policía, la verdad es que ellos nos cuidan mucho", explica.

Estos hechos no son aislados ni raros, todo lo contrario. Como explica María García, los delitos de odio hacia personas sin hogar son de lo más habitual. "Vemos incluso agresiones físicas a personas sin hogar, pero es muy cotidiano que les molesten o que les insulten, eso nos lo cuentan constantemente", remarca. Se llama aporofobia; odio al pobre.

Radiografía de la calle

Personas sin hogar hay de todo tipo y procedencia, pero de cinco años a esta parte se ha producido un fenómeno que ha cambiado la población de la calle. "La migración que hemos vivido se ha traducido en las calles, vemos muchas personas latinas y también del África subsahariana junto a los españoles", explica García. Es un fenómeno relativamente reciente.

Otro tipo de personas en la calle, las menos, son mujeres. "Hay pocas, pero tienen muchísimo riesgo de ser violadas o sufrir una agresión sexual", explica García. "Ayer y hoy atendimos a varias por agresión sexual", remarca Micó.

Valencia. Salida nocturna con el SAUS del Ayuntamiento de Valencia durante la ola de frio

Valencia. Salida nocturna con el SAUS del Ayuntamiento de Valencia durante la ola de frio / German Caballero

En la puerta del CAES hay dos personas, una mujer de 50 y un hombre de 60, pidiendo entrar porque quedan plazas libres. "El centro se llena todos los días a las nueve de la noche, no hay día que no se acabe llenando pronto, está súper solicitado", dice García. El interior es una sala grande y alargada separada por biombos donde las personas tienen una cama y una pequeña mesa y todos duermen a pierna suelta.

Valencia. Salida nocturna con el SAUS del Ayuntamiento de Valencia durante la ola de frio

Valencia. Salida nocturna con el SAUS del Ayuntamiento de Valencia durante la ola de frio / German Caballero

Fuera, las dos personas no entienden que no se les deje pasar cuando hay dos plazas que sobran. "Pero esas dos plazas son para emergencias y las personas que las necesitan ya las estamos trayendo", trata de mediar García. Uno de ellos es una persona recién dada de alta del hospital por una neumonía que están tratando de encontrar porque llamó por la tarde para pedir ayuda. Al final, las puertas se cierran, y ella y él buscan sitio para dormir donde sea.

Valencia. Salida nocturna con el SAUS del Ayuntamiento de Valencia durante la ola de frio

Valencia. Salida nocturna con el SAUS del Ayuntamiento de Valencia durante la ola de frio / German Caballero

En el cauce del río, en los pasajes, en la sombra de un porche escondido o incluso dentro de setos... València tiene muchos recovecos que no se ven a simple vista. Hay que saber callejear para encontrar los resguardos de la población de la calle, pero cuando uno los conoce se da cuenta de que hay muchas personas viviendo a la intemperie. También hay mucha que está a simple vista y a plena luz del día, pero no los queremos ver, pasamos de largo o nos hacemos los suecos. Incluido el que escribe.

Mohamed se ha fundido el bocadillo y la coca cola casi sin respirar, y la naranja la está abriendo un compañero suyo. Con su cara de niño dice que esta noche volverá a pasar mucho frío debajo de algún puente del río. Seguramente beba algo para no ocupar la cabeza en pensar cómo va a conseguir comer mañana.