A leer sobre tiempo y clima
Jorge Olcina
En mis años de carrera, hace ya varias décadas, recuerdo que los profesores, en los primeros días de impartición de su asignatura, nos recomendaban la compra de los manuales básicos con los que podríamos completar, ampliar, comprender, las enseñanzas impartidas en el aula. En mi titulación, y para estudiar las asignaturas de geografía física, de climatología, resultaba fundamental comprar el manual sobre Geografía Física de N. Strahler, la Climatología de G. Viers, la Geografía de los aires de F. Durand-Dastes, el muy novedoso libro Atmósfera, Tiempo y Clima de Barry y Chorley, los Climas de España de José Jaime Capel Molina, la Climatología de España y Portugal de Font Tullot, o el delicioso manualito esencial para el comentario de los mapas de tiempo de Javier Martín Vide, entre otros. Eran los libros de referencia, en los que uno encontraba explicación, ayuda, ampliación de los procesos atmosféricos comentados en el aula. Y acudíamos veloces a las librerías o a las bibliotecas para hacernos con un ejemplar de cada uno. Y leerlos con gusto. Es una de las mejores herencias que me quedan de mi vida académica. La formación de una biblioteca particular de los libros y manuales básicos a lo largo de una carrera universitaria es un indicador del interés personal en el proceso de aprendizaje. Sólo la clase no basta. Es necesario la formación personal a través de las lecturas. Incluso en forma de fotocopias de los capítulos esenciales. Pero últimamente en las clases apenas se lee. Llevo años sin ver un libro de la asignatura, un manual de referencia, encima de los pupitres. El alumnado se limita a repetir lo que contienen los powerpoint que el profesorado cuelga en las plataformas digitales. Con eso se aprueba y, por tanto, no hay que molestarse más en seguir formándose. Es lo que yo llamo el “cumpli-miento”. Y no debería ser así. Es un empobrecimiento del proceso formativo en unos años fundamentales. Este curso he vuelto a dar una asignatura de climatología en mi universidad. Y he decidido, de entrada, no subir a la “nube” el powerpoint que se utiliza en clase como complemento de la explicación de los diferentes temas. Volvemos al manual, como referencia principal para el estudio. Además de la docencia presencial en el aula con realización de dibujos, esquemas y figuras en la pizarra. Volvemos a la lectura. Volvemos al libro. Y no lo hago por mi comodidad como enseñante. Al contrario, supone un esfuerzo de preparación de las clases mayor, un tiempo extra de selección de lecturas, de capítulos, de artículos sobre tiempo y clima. Lo hago para recuperar la costumbre de leer, la obligación de escribir bien y la necesidad de expresarse correctamente en público a unas generaciones que hemos abocado a un sistema de enseñanza cómodo, que les empobrece en su formación académica y cultural como he comprobado de primera mano. Espero estar a tiempo de revertir esta situación. Lo voy a intentar.
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