Dia de la Mujer y la Niña en la Ciencia

Invisibles: el grupo de investigadoras que rastrea la brecha de género de la ciencia

Expertas de la UV, la UPV y el CSIC inician un proyecto para arrojar luz sobre la desigualdad en los centros de investigación | Las primeras conclusiones constatan que tener hijos perjudica más la carrera científica de la mujer

Investigadoras del proyecto Invisibles

Investigadoras del proyecto Invisibles / Levante-EMV

Gonzalo Sánchez

Gonzalo Sánchez

La ciencia en España es una tubería rota para las mujeres. Imaginen una cañería que sube, pero que está llena de agujeros. Cada año entran a la carrera científica más investigadoras que investigadores, y todos inician sus primeros contratos en la base de la tubería. Pero cuando toca subir, las mujeres empiezan a caerse, y si nos vamos a los escalafones más altos, como catedráticos o profesor investigador, casi todo son hombres.

La academia está llena de testosterona, los roles de género siguen reproduciéndose para que los cuidados caigan sobre ellas, y una misma baja de maternidad o paternidad les penaliza más -mucho más- a las mujeres que a los hombres. Tener hijos perjudica más a la carrera científica de la mujer.

Con esas premisas nace el grupo de investigación INVISIBLES, formado por investigadoras de la Universitat Politècnica de València (UPV), la Universitat de València (UV) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y financiado por la Generalitat que está llevando a cabo un estudio para monitorizar la brecha de género en los centros de investigación de la Comunitat.

"Lo que más piden las investigadoras en los congresos es saber si hay una guardería para dejar a los niños. Eso nunca se lo hemos escuchado a ningún hombre", cuenta una investigadora

Rocío Póveda y Mónica García, ingenieras industriales, son las dos investigadoras principales del proyecto. Por el momento sólo se han monitorizado los centros de investigación de la UPV, pero el objetivo es llegar a las cinco universidades públicas. Lo hacen mediante encuestas a los centros de investigación y entrevistando a "personas clave", que pueden ser puestos de responsabilidad de un laboratorio, profesionales con personal a cargo o, en el otro extremo, investigadores junior que dan sus primeros pasos.

Varias de las investigadoras del proyecto, hoy en València.

Varias de las investigadoras del proyecto, hoy en València. / Levante-EMV

El objetivo del proyecto, cuando esté terminado, es tener un diagnóstico preciso de esa "tubería rota". Además, trabajan para crear una herramienta web para que cualquier laboratorio o centro de investigación pueda meter sus datos y ver si cumple con ser una empresa igualitaria. La herramienta constará de diferentes indicadores sobre representación, visibilidad, cultura organizativa y condiciones laborales de cada uno de los centros de investigación.

Machismo persistente

Una conclusión del estudio es que, en los estadios más altos, la brecha de género se percibe menos, incluso por las pocas mujeres que llegan. "En los puestos de dirección no se percibe tanto que haya una barrera por cuestiones de género, no se ve que exista un techo de cristal", explica Mónica García Melón, investigadora del Instituto INGENIO (UPV-CSIC).

En los puestos más bajos ocurre lo contrario. "Cuando hablas con investigadores e investigadoras junior sí que te confiesan que hay una brecha de género que notan", añade García. Esto también tiene que ver usualmente con la edad. "Las personas mayores te niegan que haya machismo, te dicen que solo se tienen en cuenta los méritos y que llega el que se lo merece, pero las personas jóvenes están mucho más concienciadas y educadas en el tema y sí que reivindican esa desigualdad de género", explica García.

Otra realidad es que la baja de maternidad, aunque ahora es igualitaria, no es igual para hombres que para mujeres. "Él y ella están obligados a tomarse el mismo tiempo de baja (16 semanas), pero la realidad es que cuando las chicas cogen la baja les afecta mucho a su carrera, y cuando les toca a los hombres no les afecta tanto", añade.

Carmen Agustín, neurobióloga y madre investigando en el campus de Burjassot

Carmen Agustín, neurobióloga y madre investigando en el campus de Burjassot / F. Calabuig

Esto es porque las mujeres disfrutan de todo el periodo de la baja "porque necesitamos recuperarnos físicamente", mientras que los hombres "se lo cogen a trozos, compaginándolo con el plano laboral". Al final resulta que una misma baja afecta de maneras distintas.

A partir de ahí, otra de las conclusiones es que tener hijos perjudica mucho más las carreras científicas de las mujeres. Un ejemplo son las estancias investigadoras en otros países, claves para conseguir méritos y escalar en la carrera académica. "No son obligatorias, pero en realidad casi que te obligan a hacerlas si quieres seguir avanzando y llegar a puestos más altos", explica García.

En las encuestas "la mayoría de investigadoras nos cuentan que ellas no pudieron hacer estancias de investigación porque estaban cuidando de sus hijos", explica García. Eso resta muchos puntos de cara a una futura carrera investigadora. "Pero claro, es muy difícil para una madre apartarse tanto tiempo (pueden ser 6 meses o un año) de la crianza de su hijo.

Despacho de la neurobióloga Carmen Agustín en la Universitat Politécnica de València, donde destaca el patinete rosa de su hija.

Despacho de la neurobióloga Carmen Agustín en la Universitat Politécnica de València, donde destaca el patinete rosa de su hija. / Francisco Calabuig

Guarderías en los congresos

Otra realidad que juega en contra de las mujeres; "la época en la que cualquier investigador debe publicar más para demostrar su valía y escalar son los 30 y 40. Eso nos coincide a muchas de nosotras con la maternidad, lo cual lo hace todo muy cuesta arriba", explican.

Además de las estancias de investigación son muy importantes los congresos a los que se asiste en otras ciudades. "Lo que más piden las mujeres es saber si hay una guardería para poder dejar a sus hijos, eso es algo fundamental para nosotras", cuentan las investigadoras. "Es algo que nunca se lo hemos escuchado a ningún hombre", reivindican.

La academia está llena de hombres porque son ellos los que llegan a los puestos más altos por una razón sencilla: en un panel lleno de varones, es más fácil que se elija a otro hombre más. "Esto está demostrado científicamente en muchos papers, lo de la paridad en todos los comités de la universidad no es un capricho", explica García. El objetivo ahora es que esa igualdad llegue a los puestos de responsabilidad para no seguir reproduciendo este círculo vicioso.

Otro problema a resolver: las mujeres no son visibles. "Cuando hay que presentar un proyecto o dar la cara en un congreso siempre están al frente ellos. Queremos concienciar a los centros de investigación para que sean ellas las que estén al frente, que se les vea en las ponencias y en las presentaciones de los resultados, porque si no parece que no existamos", reivindica García.