Seguridad Social

Deniegan la incapacidad al estibador que cayó de una grúa a 56 metros: "Así no tengo derecho ni a indemnización ni a nada"

La Seguridad Social obliga a Roberto Máñez a regresar a su puesto de trabajo a pesar de las secuelas y las operaciones pendientes. En 2020, un barco derribó la grúa en la que trabajaba

Roberto Mañez, en el Puerto de Valencia. Al fondo, grúas como la que derribó un barco con él dentro.

Roberto Mañez, en el Puerto de Valencia. Al fondo, grúas como la que derribó un barco con él dentro. / Germán Caballero

Mónica Ros

Mónica Ros

Sobrevivió a una caída de 56 metros. La grúa en la que trabajaba la derribó uno de los barcos más grandes del mundo. Dentro de la cabina, vivió una experiencia similar a la de un coche en caída libre desde un décimo octavo piso, y con el conductor dentro. Pero está vivo, que ya es mucho. Que lo es todo. Eso sí, le han quedado infinitas secuelas. Dolores por todo el cuerpo. Algunos, de por vida. Operaciones aún pendientes. Rigidez. Movilidad limitada. Despistes. Ansiedad. 

Pero está «entero» y ese parece ser el principal motivo por el que la mutua decidió tramitarle el alta médica sin solicitar para él una incapacidad laboral (para su puesto de trabajo). El hombre la solicitó por su cuenta, pero la Seguridad Social se la ha denegado. Que trabaje. Que vuelva subirse a una grúa, a manejar maquinaria pesada. Que no hay problema. Que está en perfecto estado para ser el estibador que era. Pero no. Roberto Máñez Blanco no es el mismo. ¿Puede trabajar? De estibador, no. Si piensa siquiera en subirse a una grúa el vello se le eriza y despierta la ansiedad. Es una reacción inmediata. Le han dado un grado de discapacidad del 20%. Y el hombre no da crédito.

El domingo 13 de septiembre de 2020, Roberto Máñez Blanco trabajaba en la cabina de una de las grúas más altas del Puerto de València. No se puede trabajar a más altura. Cuando vio la maniobra del barco MSC Mia tuvo claro que iba a derribar la grúa, con él dentro. Así fue. Le llamaron «héroe» porque avisó al resto por radio para que la zona quedara despejada. Su rápida intervención (y la maniobra que realizó como experto estibador), salvó su vida e hizo que las muertes no se multiplicaran esa mañana en el Puerto de València. Protagonizó las portadas de los periódicos y abrió los telediarios de ese domingo en pandemia. La tremenda tragedia, el accidente inexplicable en un día soleado y en calma, sobrecogió al país dentro y fuera de la estiba. 

El juicio, en fase de instrucción

Dos años y medio después de aquella desgracia que cambió su vida para siempre, el estibador sigue esperando un juicio que continúa en fase de instrucción. No ha recibido indemnización alguna. Sin incapacidad laboral no hay nada. Ni el seguro, ni la mutua, ni la naviera... Nadie responde. Nada le han dado. «Ni las gafas de ver me han pagado, ni el móvil», lamenta con ironía. 

"Ni las gafas me han pagado, ni el móvil", lamenta con ironía

Los bomberos excarcelaron su cuerpo de entre un amasijo de hierros y cristales. Miró a la muerte y se alejó. Volvió a nacer. Despertó del coma y fue recuperando cuerpo y mente. Sin prisa pero sin pausa. No ha parado de trabajar en una recuperación que parece un milagro. Es un currante, y se nota. 

Hace un año, Roberto recibió una llamada de su empresa. Tenía que volver a trabajar.La prestación por incapacidad temporal había finalizado «tras agotar la duración máxima» y desde el INSS habían tramitado el alta médica. El hombre no daba crédito. «Nadie me había comunicado nada y yo aún tenía operaciones pendientes. Como tenía días de vacaciones pendiente los cogí y cuando volví al trabajo, por obligación, mi empresa me incorporó a hacer formación. Me dijeron que me buscaban un ‘acomodo’ porque sabían que yo no estaba bien. De hecho, no estoy bien. Por eso pedí la baja por recaída porque me tuvieron que operar otra vez», explica. 

Una cuestión de «voluntad»

Cuando Roberto comprobó que la mutua decidió proponer su alta médica en lugar de iniciar la solicitud de incapacidad permanente tramitó él mismo la petición. Mientras ésta se resolvía, «mi empresa dejó de cotizar a la Seguridad Social y me pagaba la mutua. Así he estado 7 meses, sin cotizar a la Seguridad Social y sin cobrar el 100%.Tendré un perjuicio en mi jubilación y encima me han denegado la incapacidad porque si Umivale me hubiera tramitado la incapacidad laboral la resolución habría sido otra. No entiendo que me digan que estoy genial para volver a subirme a una grúa. No entiendo al tribunal médico. Me entra una ansiedad increíble. No puedo, de verdad que no puedo. Yo quiero trabajar, quiero recuperar mi vida pero yo sé que no puedo ser estibador. Me han fastidiado la vida, por decirlo fino. Valoro mucho la estiba. Sé qué cualidades hay que tener. La responsabilidad es muy grande».  

Roberto Máñez. Al fondo, grúas a las debería volver a subirse según la Seguridad Social.

Roberto Máñez. Al fondo, grúas a las debería volver a subirse según la Seguridad Social. / Germán Caballero

Su empresa, sin embargo, le ha dado «tregua» y le asegura que no va a subirse a una grúa. Pero es una cuestión de «voluntades» y Roberto teme que esa decisión pueda cambiar.Por eso necesita una incapacidad total (como la que perciben 57.862 valencianos) que le asegure una pensión pero le permita trabajar en algo que no sea lo que lleva haciendo desde los 25 años, cuando leyó un anuncio en el periódico que le cambió la vida por primera vez: oposiciones para estibador. La segunda vez que su vida dio un giro de 180 grados fue, precisamente, por un accidente laboral del que nadie responde porque sin incapacidad laboral no hay ni indemnización, ni seguro, ni respuesta.