Los flamencos nidifican por primera vez en l'Albufera y en pleno invierno

Los expertos hablan de hecho «excepcional» que atribuyen a las altas temperaturas y a la calidad y extensión este año de la 'perellonà'

La colonia de flamencos crece en el Parc Natural de l'Albufera

La colonia de flamencos crece en el Parc Natural de l'Albufera / GERMAN CABALLERO

Minerva Mínguez

Minerva Mínguez

La colonia de flamencos (Phoenicopterus) asentada en el Racó de l’Olla ha nidificado por primera vez en el Parc Natural de l’Albufera. Un hecho «excepcional» por la época en la que realizaron la puesta, en el mes de diciembre cuando suelen hacerlo en marzo, y por la cantidad de huevos, miles, que ya han eclosionado. Los expertos señalan como causas posibles a la extensa perellonà de este año, con agua de calidad y en cantidad llegada de los sistemas Júcar y Túria, así como a la desestacionalización por la crisis climática.

El Servicio de Devesa-l’Albufera del Ayuntamiento de València elevó una consulta a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) al tratarse de un ave que no figura en ningún catálogo de protección. Todo lo contrario, pues se encuentra en expansión en todo el Mediterráneo. Con una población de más de 12.000 ejemplares censados en los últimos dos años, el control llevado a cabo por los técnicos y la Policía Local con drones permitió contabilizar miles de nidos.

Flamencos, con las instalaciones del puerto al fondo.

Flamencos, con las instalaciones del puerto al fondo. / GERMAN CABALLERO

El interrogante es si las miles de crías podrán salir adelante conforme avance el ciclo del arrozal

La principal preocupación, ahora, es la interactuación entre la fauna y los ciclos de gestión del arrozal. Los primeros flamencos empezarán a volar en abril pero hay una segunda puesta en marcha cuyos polluelos alzarán el vuelo en mayo. Los campos desecados ya no serían fuente de recursos, lo que podría complicar su supervivencia. En cualquier caso, se trata de una especie con una enorme capacidad de resistencia, capaz de desplazarse más de 400 kilómetros en apenas diez horas o volar hasta el Fondo d’Elx, otra zona de hibernación. Necesitan grandes extensiones de agua poco profunda, normalmente salobre o alcalina, de ahí que desde hace años proliferen en l’Albufera, Torrevieja y Santa Pola.

La Conselleria de Agricultura y Transición Ecológica está llevando un control exhaustivo del proceso

Las zonas de reserva del lago de l’Albufera, a solo unos kilómetros del área metropolitana de València, se demuestran como un polo de atracción para nuevas especies que no encuentran en otras zonas húmedas de España las condiciones óptimas. En cualquier caso, desde la Conselleria de Agricultura y Transición Ecológica se está llevando a cabo un exhaustivo seguimiento de todo el proceso. No está claro si se trata de algo circunstancial o por el contrario l’Albufera desplazará definitivamente a otros espacios donde solían criar.

La inundación invernal en el Parc Natural de l'Albufera alcanzó este año una de la mayor lámina de agua con la llegada de los desembalses técnicos programados por la Confederación Hidrográfica del Júcar, las aportaciones de la Acequia Real del Júcar y el sistema Túria, anegando más de 10.000 hectáreas. Encharcar los arrozales, además, ayuda a combatir la creciente salinización del enclave por la subida del nivel del mar.

En todos caso, biólogos y representantes públicos piden máximo respeto tanto para la fauna como para la flora de este ecosistema, especialmente con la llegada del tiempo primaveral y el aumento de las salidas al medio natural. "La conservación de la biodiversidad es lo más importante", repiten con asiduidad tanto desde el Ayuntamiento de València como desde la Conselleria de Agricultura.

«Es una especie compleja de gestionar en un humedal donde ya hay mucha presión»

La nidificación de flamencos en diciembre no es una cosa extraña en el particular ecosistema del Parc Natural de l’Albufera. Otras especies, como las garzas reales (Ardea cinerea) y los martinetes (Nycticorax nycticorax) también suelen adelantar sus ciclos reproductivos, como explica Mario Giménez, delegado de SEO Bird/life en la Comunitat Valenciana. «Los inviernos no son tan extremos y hay alimento disponible», comenta.

Para Giménez que hayan criado ahora casi la mayoría las doce mil parejas no es garantía de que vayan a volver a hacerlo en años venideros. «En Santa Pola no crian todos los años», remarca. Tampoco tiene claro que vayan a poder sobrevivir todos, aunque recuerda que se trata de una especie especialmente longéva que está fuera de la categoría de las amenazadas. Pueden llegar a vivir cerca de ochenta años aunque solo ponen un huevo cada año.

«Van probando humedales, a veces se establecen en uno pero van y vuelven a otros que son como satélites, si hay alimento suficiente y se dan las circunstancias óptimas una pareja se lanza a nidificar y tiene como un efecto dominó», argumenta. «No se sabe qué desencadena la nidificación, aunque esperábamos que pronto o tarde acabara pasando aquí», desgrana.

Equilibio del medio natural

Eso sí, Giménez, incide en que el aumento de las colonias de flamencos pueden acabar teniendo repercusiones sobre otras aves como los charranes o especies autóctonas que cabe preservar. Una perspectiva que no hay que perder de vista, especialmente si escasea la comida. En ese punto recuerda que no se trata de mascotas, sino de fauna silvestre y que el medio natural ejerce sus propios equilibrios aunque l’Albufera sea un humedal muy antropizado e intervenido.

«El flamenco es una especie compleja de gestionar, además no peligra y en l’Albufera ya hay mucha presión», reitera. En su modus operandi suelen establecer como metapoblaciones desde puntos como la Camarga hasta el norte de África, con más de 60.000 parejas solo en la zona del Mediterraneo.