Análisis

Mazón quiere jugar al póker con Puig

El PP echa en falta un contacto al más alto nivel (entre líderes) para renovar los órganos consultivos, que los socialistas sí han hablado con Compromís, Unides Podem y Ciudadanos. La partida acaba con tránsfugas en el tablero, el comodín de la política valenciana

Mazón, junto a Almeida y Catalá, viendo la mascletà

Mazón, junto a Almeida y Catalá, viendo la mascletà / LOYOLA PEREZ DE VILLEGAS MUÑIZ

Alfons Garcia

Alfons Garcia

La política valenciana lleva marcada a sangre y fuego la figura del tránsfuga. Es así desde el marujazo, el episodio de captación de una concejala socialista, con desaparición incluida durante unas horas, con el que Eduardo Zaplana (PP) llegó a la alcaldía de Benidorm en el inicio de su fulgurante carrera, que le llevaría a la presidencia de la Generalitat y al Ministerio de Trabajo y, más tarde, a la detención por presunta corrupción. Lo de Maruja Sánchez fue en 1991. Más de 30 años después, tras el tamayazo madrileño, el caso de Murcia de 2021 y un presunto pacto antitransfuguismo, el desencuentro valenciano por los órganos consultivos ha acabado ahora con dos diputados de Ciudadanos en Alicante abandonando la formación para mantenerse al lado de Carlos Mazón, presidente provincial y candidato del PP a presidir la Generalitat dentro de setenta días.

Mazón ha optado por romper la baraja y no presentar mañana candidatos para esos órganos, algunos tan importantes como el que fiscaliza las cuentas públicas o el que ha de informar de todas las leyes valencianas. Se juega quedar sin participación en ellos durante unos años. Lo que suceda está en manos de Ciudadanos: si ocho de sus trece apoyan al Botànic la renovación saldría. ¿Pasará? Lo más probable es que no, pero esto ha acabado en partida de póker y habrá que ver las cartas al final.

Por ahora ha quedado claro que en el momento que la nueva líder de Cs, Mamen Peris, se ha acercado al president, Ximo Puig, y al Botànic la descomposición de su partido, en caída libre electoral, se ha agudizado.

De momento, los gestos de fuerza del PP (se vio también cuando Cs intentó moverse para bajar el listón electoral al 3 %) dan a entender que tiene ese flanco bajo control y con los ritmos dominados. Juega además con el factor riesgo a favor: la imagen de una votación final de legislatura perdida por el Ejecutivo sería nociva para él y daría a Mazón la estampa ideal de un fin de ciclo y viento de cola hasta el 28 de mayo. En el PSPV lo saben y se repiensan si llegar hasta ahí o dejar las cartas sobre el tapete. Eso ha sido y es así, pero en una partida no se sabe el final hasta que no se enseñan las cartas y esta no ha acabado.

Esta es la epidermis de la historia. Pero debajo de ella se puede observar un choque de nueva y vieja política. Los socialistas han actuado con sus socios de izquierda (Compromís y Unides Podem) y han negociado con los centristas de Cs, aquellos partidos que en 2014 representaron la vitola de la nueva política. El PP, sin embargo, ha echado en falta un diálogo al más alto nivel, Puig y Mazón, en busca de una solución caballerosa contando con la segunda gran fuerza, como se había hecho en el pasado, cuando era también casi siempre a favor de los ‘populares’, que tenían la hegemonía. El fondo ha pesado además la no aceptación por el PP de algunos de los nombres propuestos por los nuevos partidos.

Al final, la historia de falta de entendimiento y ajedrecismo político de los entes consultivos ha sido más coral, pero ha transitado por los caminos de la vieja política, entre órdagos y frases del estilo de «se hará [la renovación] contigo o sin ti» y «arrieros somos..»”

Y al final, el PP ha mostrado su fuerza a Cs abriendo los brazos, como poco, a los dos diputados que Cs tenía hasta hace una semana en la Diputación de Alicante, que se han ido con palabras altas y gruesas contra la dirección actual. Son los dos escaños necesarios para la mayoría de Mazón en la institución. Al final, el desencuentro ha conducido a la vieja escuela del transfuguismo.

Al final, lo sucedido hasta ahora en esta partida demuestra que Puig y Mazón no se entienden. Quizá no se podía esperar otra cosa a dos meses de elecciones más que una partida de póker.

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