«La Comunitat Valenciana ha de ser la primera en adaptarse al cambio climático»

Hidraqua y Levante-EMV analizan con expertos las medidas adoptadas para conseguir una sociedad más sostenible

Hidraqua y Levante-EMV analizan con expertos las medidas adoptadas para conseguir una sociedad más sostenible

Raúl Flores

Si hay un problema (y reto) al que se enfrentan las sociedades a día de hoy, ese es, sin duda, el cambio climático. Prueba de ello es que, según un estudio del Departamento de Geografía de Universitat de València (UV), las precipitaciones se han reducido en más de un 10 % en los últimos 70 años o, sin ir más lejos, las temperaturas veraniegas que España ha registrado durante la última semana. Cierto es que ya se están poniendo en marcha medidas a raíz de esta situación, pero cabe también preguntarse si estas acciones son las más apropiadas para ello o si como sociedad estamos aprovechando de manera efectiva toda nuestra capacidad.

Levante-EMV e Hidraqua -empresa líder en el sector de la gestión del ciclo integral del agua-, en el marco del Día Mundial del Agua que se celebra hoy, organizaron un encuentro en la sede de Dinapsis en València –el centro de operación digital del sector del agua y salud ambiental de la compañía- para poner fin al ciclo «Climas para el cambio» que ha desarrollado la compañía durante 2022 y este inicio de 2023.

La cita sirvió para analizar, precisamente, cómo afrontan los diferentes sectores valencianos la crisis climática. Para recoger una valoración mucho más experta, reunieron a tres personalidades de varios sectores: Jordi Azorín, consejero delegado de Hidraqua; Débora Domingo, vicerrectora de Desarrollo Sostenible de la Universitat Politècnica de València (UPV); y Jorge Hermosilla, catedrático de Geografía de la Universitat de València (UV).

¿El camino correcto?

Para reflexionar sobre el presente y el futuro, primero es necesario tener una visión general de dónde venimos, es decir, el camino que se ha seguido hasta ahora. «La Agenda 2030 es el punto de partida», fijó Hermosilla. Casi diez años después de su aprobación –la ONU le dio luz verde en septiembre de 2015–, su importancia es tal que ya ha conseguido situarse como un elemento imprescindible de cualquier programa político y administración en forma de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). No es para menos. «La Comunitat Valenciana ha de ser la primera en adaptarse a las consecuencias del cambio climático e intentar mitigar sus consecuencias», opinó Azorín. Pero «todavía estamos en una fase muy incipiente», advirtió el catedrático Hermosilla.

"Los ciudadanos han de ser conscientes de que pueden innovar en su día a día"

Jordi Azorín

— Consejero delegado de Hidraqua

Es verdad que se están haciendo avances. Por ejemplo, desde el sector educativo el mensaje ya ha calado. «Las nuevas generaciones lo están reclamando y las ciencias medioambientales están siendo una prioridad para los estudiantes» hasta el punto de que ya demandan asignaturas específicas relacionadas con este ámbito, explicó Domingo. Es la demostración de que la educación y la investigación ya van de la mano con la vista puesta en «mitigar y paliar los efectos del cambio climático».

Desde un punto de vista empresarial, Azorín explicó el caso de Hidraqua. «Nosotros adaptamos una serie de indicadores y acciones a cada uno de estos objetivos [ODS] para que no se queden solo en números. Tenemos acciones concretas para contribuir a cada uno de ellos y todos los años evaluamos dónde estamos respecto a cada uno».

Asimismo, han hecho ciclos para «detectar qué sectores son en los que hay que implicarse más». Eso sí, también coincidió con Hermosilla en que, como una empresa que gestiona uno de los recursos tan básico como el agua, y ampliando el foco a todos los sectores, «no estamos del todo orgullosos, pero se están dando los pasos necesarios y se están haciendo las cosas bien».

Un camino irrenunciable

Gran parte del trabajo recae sobre las empresas. Hasta hace un tiempo se mostraban reacias a invertir en sostenibilidad, pero poco a poco –y sobre todo desde que el precio de la energía se ha disparado y el estallido de la guerra en Ucrania–, las compañías se han dado cuenta de que es una inversión de futuro. Con la crisis energética «muchas empresas han optado por las energías renovables para abaratar costes», dijo Hermosilla.

«Las empresas tienen claro que se tienen que descarbonizar», aseguró Domingo. De hecho, en València ya está calando el nuevo modelo, por ejemplo, en el sector turístico. Pero también es verdad que la sostenibilidad es cara, y aunque su coste ya se puede amortizar en unos pocos años, todavía hay muchas empresas –sobre todo pymes–, que no se pueden permitir una inversión de esta magnitud. Por eso, «las grandes compañías tenemos la obligación de facilitar y ayudar», dijo Azorín, y concreta: «En la Comunitat Valenciana, trabajamos con más de 2.000 empresas y las ayudamos en su transformación y a asumir ese sobrecoste» que ya es indispensable para su supervivencia en el futuro.

Pero esto no solo concierne al sector empresarial. Para alcanzar las metas establecidas «es necesaria la colaboración por parte de todos los actores» implicados, dijo el catedrático de la UV. Esto incluye al ámbito educativo, pero también al resto de la sociedad. «Este tema está muy bien planteado para la gente que se forma, pero me preocupa la de fuera de estos sectores porque es la mayoría de la población», señaló el alto cargo de Hidraqua. No obstante, para concienciar a la sociedad de que ser sostenible es una ventaja, primero hay que convencerle de ello. La cuestión es cómo.

Y aquí es donde entran en juego las alianzas entre instituciones que recoge el ODS número 17. «El ciudadano recibe todo lo relacionado con la sostenibilidad desde las universidades, las empresas y la administración pública. Por eso, cuando hay alianzas entre las primeras y las segundas –la conocida como colaboración público-privada–, ven que el compromiso va en serio y esto «les alienta a seguir trabajando en esa dirección al considerarlo como un desafío propio», explicó Domingo. Y aclara que este trabajo en común no podría entenderse sin las universidades «porque es el centro donde se genera el conocimiento» que después es transferido a la población a través de las organizaciones, reivindicó.

"Las políticas educativas deben adaptarse a cada colectivo y territorio"

Jorge Hermosilla

— Catedrático de Geografía por la Universitat de València

Otro factor a tener muy en cuenta es que ese mensaje o enseñanzas no se pueden expresar de igual manera para todos. Se deben adaptar «a los distintos niveles, colectivos y territorios porque no es lo mismo educar a personas de ciudad que de pueblos», defendió Hermosilla.

El sector ya comprometido

La idea de sostenibilidad ya ha calado en el sector turístico. Y esto es muy importante porque representa el 16 % del PIB de la Comunitat Valenciana, lo que lo hace enormemente estratégico. Empresas y administraciones se han puesto las pilas en dirigir sus acciones hacia la sostenibilidad y esto es de gran importancia para un turista que cada vez más quiere viajar y que el impacto ambiental que genera sea el menor posible. «La Comunitat Valenciana es maravillosa en cuanto a turismo sostenible y es el modelo al que debemos dirigirnos todos», aseguró Débora Domingo.

Ahora bien, habría que «aplicar acciones en función de la singularidad de cada territorio», desde fomentar el producto local hasta gestionar mejor las materias primas –como contabilizar el consumo de agua y energía– pasando por, y esto es la gran asignatura aún pendiente, acabar con «la masificación y la estacionalización» del turismo, dijo el catedrático en Geografía.

"La Comunitat Valenciana tiene el modelo de turismo al que debemos dirigirnos"

Débora Domingo

— Vicerrectora de Desarrollo Sostenible de la UPV

Para conseguirlo, coincidieron los tres profesionales, la tecnología es uno de los grandes aliados. «La digitalización es una de las herramientas o vectores de acción para mejorar», dijo Domingo, pues sin ella es imposible generar objetivos mucho más específicos. Sin embargo, existe un riesgo: caer en la idea de que su mera aplicación ya resuelve todos los problemas, y eso no es así. «Digitalizar por digitalizar es inútil porque no aporta nada», señaló Azorín. Por tanto, hay que verla como lo que es, una herramienta para alcanzar objetivos concretos.

Una hoja de ruta común

Estas estrategias contra la crisis climática no serán del todo efectivas solo con la aplicación de medidas. Se deben concretar en avances sociales, lo que conlleva un cambio de hábitos. «Debemos formar en ámbitos como la inmigración o fomentar la cohesión social, que debe acompañar a la innovación tecnológica», explicó Jorge Hermosilla.

Por eso mismo, es necesaria «una hoja de ruta común para todos [...], un modelo de gobernanza que nos facilite este camino». Y esto «pasa por las alianzas», se mostró convencido Azorín.

Pero el camino no es fácil, pues «todo lo que supone un cambio conlleva un riesgo», señaló Débora. Todas las acciones que se adopten puede que no tengan siempre el éxito deseado, «pero eso no debe frenar la apuesta por la sostenibilidad». Porque, aunque no lo parezca, todo sirve para hallar el camino óptimo a seguir.

Los lectores pueden inscribirse para visualizar este miércoles, 22 de marzo, a partir de las 19 horas el streaming con las conclusiones, al que podrán a través de este enlace.