Análisis

La importancia de los entes que no importan

El bloqueo de los órganos consultivos, unido a una precampaña embarrada, ahonda en el descrédito de las instituciones y en el alejamiento de la ciudadanía. Al final, alimenta los populismos

El presidente de las Corts y los 
vicepresidentes, en una 
reunión con las portavoces de 
los grupos.  josé cuéllar/corts

El presidente de las Corts y los vicepresidentes, en una reunión con las portavoces de los grupos. josé cuéllar/corts / alfons garcia. valència

Alfons Garcia

Alfons Garcia

La precampaña está lanzada, con Isabel Díaz Ayuso hoy de madrina del PP valenciano de Carlos Mazón, y ha empezado con barro. Unos folletos difamatorios sobre Ximo Puig han aparecido en Alicante y varias zonas de Valencia. Los socialistas responsabilizan al PP y Mazón dice que a él no le miren. Por algún grupo de mensajería electrónica ha circulado también estos días una foto del mismo candidato del PP saludando a la ex de Vox Macarena Olona en el balcón del Ayuntamiento de València durante una mascletà. Todo pinta a una campaña fea reflejo de una situación electoral muy ajustada.

Este es el contexto político en la C. Valenciana a dos meses y tres días de las elecciones autonómicas. Es el ambiente también en el que los dos grandes partidos han roto puentes después de que los ‘populares’ cerraran la puerta a renovar los órganos consultivos (alguno caducado desde hace dos años) hasta la próxima legislatura.

El Consell Jurídic, el de Transparència, el de Cultura o la Sindicatura de Comptes puede que tengan funciones básicas como la fiscalización de las cuentas públicas, pero son entes lejanos a la ciudadanía. Puede que su mención aburra a la mayoría de mortales, como pasa posiblemente cuando se cita el Consejo General del Poder Judicial, pero el bloqueo y el uso partidista de estas instituciones, más allá de sus efectos directos, ahonda en el virus del descrédito de la democracia. Las consecuencias pueden tardan en manifestarse pero suelen ser graves.

El PPCV dice que abandona la renovación porque el proceso se ha politizado en exceso a la vista de algunos de nombres propuestos por la izquierda, si bien cargos de origen político los ha habido en estas instituciones en el pasado: la exconsellera Marcela Miró, por ejemplo, es miembro de la Sindicatura de Comptes.

En todo caso, es una obviedad que tras las elecciones del 28 de mayo le correspondería una mayor representación en todos estos organismos si las encuestas de hoy se acercan a lo que sucederá. Es decir, saldría beneficiado en el reparto.

Así, la respuesta de Puig ha sido que el PSPV no les dará esa oportunidad, al menos hasta que haya una nueva dirección en el partido de la derecha.

El bloqueo en la renovación de estas instituciones traslada un mensaje doble. Por un lado, sugiere a la ciudadanía que son entes que no importan, a pesar del coste que comportan (el Jurídic, por ejemplo, tiene este año un presupuesto de 3,1 millones). Por otro, puede inducir a pensar que estas entidades en las que los partidos se afanan por tener mayoría son la llave para el verdadero control del poder.

Los mensajes en apariencia pueden ser contradictorios, pero conducen hacia una misma conclusión: el desprestigio de unas instituciones que forman parte del andamiaje (joven) del autogobierno.

Al final, no solo son estas entidades las que sufren un desgaste de su legitimación pública. La pugna y su utilización partidista favorece la propagación de los populismos. Es alimento para propagar mensajes contra la autonomía y sus instituciones y favorecer su deterioro. Puede que parezca que no importan cuando funcionan con normalidad, pero su manoseo erosiona la convivencia.

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