De escuchar música a recitar el Corán

Cerca de 250.000 musulmanes celebran la festividad islámica con sus familias y conocidos en la Comunitat Valenciana

Una familia paquistaní residente en Valencia rompe el ayuno en Ramadán.

Una familia paquistaní residente en Valencia rompe el ayuno en Ramadán. / LOYOLA PÉREZ DE VILLEGAS MUÑIZ

La casa de la familia Anwar está cerca del río Túria pero sus raíces tienen un pie aquí y otro en Pakistán. Naveed y Saima vinieron hace más de dos décadas desde su tierra natal -las ciudades de Gujranwala y Layyah-, y sus hijos son españoles. Los dos hijos mayores, Mahed y Fabea, de 21 y 20 años, trabajan ayudando en la empresa familiar, que confecciona productos deportivos. El hogar está rodeado de un ejército de gatos guardianes que el jueves andaban revolucionados alrededor de la cocina.

El olor a múltiples especias que se desprende de la olla de Saima, que va vestida con un hermoso salwarkameez, el vestido típico de su país, de tonos anaranjados. El arroz biryani de las ocasiones especiales está casi listo. Ya han tocado las siete de la tarde. Es el primer día de Ramadán, así que los miembros de la familia han ayunado todo el día. El ocaso está previsto para las 19:16. Ese es el momento marcado para romper el ayuno, así que la mesa está preparada. Sin embargo, Fabea y Saima oyen que por la radio suena el inicio del rezo y se miran algo preocupadas: su padre y su hermano no han vuelto a tiempo. Saima llama a su marido, que por fortuna enseguida contesta. Él y Mahed solo han tenido que quedarse a tratar un asunto del trabajo que se les ha complicado, así que romperán el ayuno en la empresa con algo de comida que se llevaron por la mañana.

En otra situación tal vez los esperarían, pero llevando doce horas sin pegar bocado no importa lo mucho que estén acostumbradas a ayunar en Ramadán. Así que cogen un dulce y jugoso dátil, como marca su tradición, y rompen el ayuno comiéndolo casi de forma ceremoniosa. Saima, que un rato antes se ha encargado de abrirle la puerta de su casa a Levante-EMV, explica sobre el arroz biryani "primero se hace la salsa aparte con diversas especias y con pollo". Paralelamente se hierve el arroz y luego se mezcla. "Es un plato muy especial, es como para vosotros la paella", describe Fabea.

Fabea (i.) y Saima (d.), preparando la cena para romper el ayuno por Ramadán.

Fabea (i.) y Saima (d.), preparando la cena para romper el ayuno por Ramadán. / LOYOLA PEREZ DE VILLEGAS MUÑIZ

Con ese biryani empieza para esta familia paquistaní el Ramadán, un mes especial para las cerca de 250.000 personas que profesan el islam en la Comunitat Valenciana, según la Unión de Comunidades Islámicas de España. Es un mes en el que hay mucho más que ayuno ya conocido. Se trata de cuatro semanas de introspección en el que los musulmanes aparcan muchas actividades para centrarse en la oración.

Del reggaetón al Corán

"Por ejemplo, este mes yo lo que cambio es dejar de escuchar música. De normal tengo mis playlists, con música en inglés, en español, con reggaetón... Pero este mes suelo escuchar recitaciones del Corán, es un mes que me transmite mucha paz y tranquilidad. Tienes la oportunidad de que Dios te escuche y ser más puro", cuenta Fabea, que ha crecido con una mezcla "al cincuenta-cincuenta" entre la cultura paquistaní y la occidental.

Saima y ella han tenido sus más y sus menos durante la adolescencia de Fabea, con el fuerte componente social español. El choque fue complicado pero al final ambas han podido aceptarse. "Se puede ser feminista dentro del islam", opina Fabea, quien lo ejemplifica con las mujeres afganas. "Yo, en mi lectura del Corán, veo que el islam busca la igualdad entre el hombre y la mujer. En Afganistán es muy entendible que haya feministas defendiendo sus derechos, que son derechos humanos que les están quitando. Siento muchísima suerte de no haber nacido en un país como esos, en una situación de opresión que no debería pasarle a ninguna musulmana. Siento suerte y muchísima pena al ponerme en la piel de esas mujeres. Además, muchas de ellas pierden la fe, porque piensan 'si esto es la religión, no debería seguir rezando. Pero el islam no es lo que defienden los talibanes", expresa Fabea, que ha estudiado un grado medio en Estética y ahora quiere estudiar un grado superior, quizá en Administración de Empresas. La joven confiesa que siempre le ha picado el gusanillo del periodismo aunque nunca se ha decidido a entrar en la carrera.

Hacer buenas acciones

Realizar buenas acciones con las personas más vulnerables de la comunidad también está en el centro del significado del Ramadán. "También un mes para que estés haciendo honor a la gente que no tiene comida", relata Fabea.

En ese momento entra en casa su hermano Mahed, que se sienta rápido para servirse biryani. Mahed escucha a su hermana y agrega: "Es cuando tus buenas obras tienen mejor calidad". Para él, el Ramadán es una ocasión de mirar hacia sus adentros.

"Cuando te abstienes de hacer algo, eres más consciente de lo que realmente te sienta bien en el cuerpo", agrega. "Es un mes en el que uno tiene que adaptar su estilo de vida para conocer a Dios", argumenta Mahed. Después del mes sagrado, dice, puede poner en práctica los conocimientos que ha adquirido.

Abderrahim Elbourdany, miembro aprendiz de la directiva del Centro Cultural Islámico de Valencia, expresa a este diario que el Ramadán es comparable a las técnicas de "mindfulness y meditación" a las que recurren los occidentales para tomar conciencia de sí mismos. "Día tras día estamos con muchas cosas, pero a veces necesitamos una terapia de choque. El Ramadán es nuestro tiempo más alargado de reflexión, comparas cómo actuabas antes con cómo actúas después", dice Elbourdany, de origen palestino y de apenas 23 años. Él estudia Ingeniería Eléctrica en Alcoi y este año la UPV ha habilitado un espacio para los estudiantes musulmanes durante Ramadán. "Hemos sentido por primera vez como si celebráramos el Ramadán con nuestras familias", afirma.

Suscríbete para seguir leyendo