El abril más seco desde que hay registros augura un verano muy duro

La falta de precipitaciones se arrastra desde principios de otoño y ahora se está agudizando - La escasez de lluvias contrasta con la primavera pasada, que fue la más húmeda de la historia

Dos imágenes del nuevo cauce del Turia con un año de diferencia

Dos imágenes del nuevo cauce del Turia con un año de diferencia / F. Calabuig

Abraham Pérez

Abraham Pérez

Tras un marzo extremadamente seco, el segundo más cálido desde que la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) tiene registros, las altas temperaturas que se están registrando durante este mes auguran que abril de 2023 será uno de los más cálidos de la serie histórica, si no el que más. De hecho, preocupa que esta tendencia se repita durante el próximo mes ya que «si no llueve en lo que queda de primavera el verano será muy duro», señala Samuel Biener, climatólogo de la Universitat de Alicante (UA).

Biener asegura que todo apunta a que esta vaya a ser la primavera más seca desde que se tienen registros debido a la ausencia de precipitaciones. Una situación que la Aemet destaca que se lleva arrastrando desde el inicio del año hidrológico, el 1 de octubre, pero que se está pronunciando en los últimos meses. La situación era preocupante en marzo, donde hubo un déficit de agua del 95% en la Comunitat, pero se está agravando en el mes de abril ya que entre el 1 y el 17 de este mes no se han registrado apenas lluvias en toda la región.

Esta situación contrasta con la vivida el año pasado ya que «hemos pasado de la primavera más húmeda de la historia a la más seca», afirma el climatólogo de la UA. Las precipitaciones registradas durante varias semanas consecutivas en marzo y abril de 2022 en la Comunitat hicieron que esta fuera la primavera más húmeda desde que hay registros. Así, el Resumen Climático de Aemet muestra que la precipitación acumulada en ese periodo superaba los 435 litros por metro cuadrado, lo que dejó una primavera extremadamente húmeda.

Contrastes más pronunciados

La abundancia de lluvias explica que los embalses valencianos estén a una capacidad del 62,2% a pesar de la ausencia de lluvias y el clima extremadamente seco. «Estamos viviendo de rentas del año pasado», asegura Biener, quien explica que a pesar de que ahora los niveles de agua son óptimos, si no llueve en las próximas semanas «nos la jugamos».

Además, señala que los contrastes extremos de los últimos meses son típicos en climas mediterráneos y aclara que «esto no es nuevo». Sin embargo, matiza que los contrastes son cada vez más pronunciados por el cambio climático. De hecho, destaca que desde la gran sequía que afectó a la Comunitat entre 2014 y 2016 las rachas secas son cada vez más comunes, pero las lluvias intensas e irregulares «las cortan».

"Hay que empezar a asumir que no tenemos agua para todo lo que nos gustaría"

Enrique Cabrera, catedrático de mecánica de fluidos en la Universitat Politécnica de València (UPV) asegura que la situación de sequía que amenaza a algunas zonas de España "no es un problema que afecte en estos momentos a la Comunitat". Sin embargo, advierte que el problema llegará si la ausencia de lluvias persiste.

El experto señala que los problemas de sequía se van a volver peor con los años ya que "estamos en una zona en la que vamos a sufrir seguro". Así, plantea la necesidad de cambiar la mentalidad sobre este recurso y centrar los esfuerzos en optimizar los usos. Además, insiste en que "tenemos que estar preparados para sequías muy duras".

Así, incide en la idea de que hay que priorizar su uso "de la misma manera que las administraciones priorizan el dinero en función del presupuesto disponible". Así, destaca que los gobiernos deben tomar medidas y "decidir el modelo de uso de queremos tener cuando no haya".

Cabrera descarta la idea de limitar su uso, por lo menos a corto plazo. Sin embargo, aboga por regular las tarifas para optimizar su consumo "de la misma manera que se ha hecho con la luz" ya que en algunas zonas de España "es extremadamente barata". Así, destaca que aumentar el precio de este recurso generaría beneficios más allá de los recaudatorios y permitiría mejorar una infraestructura que califica como "deficiente". No obstante, apunta que la regulación del precio se tendría que dar en los usos no básicos.

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