Análisis

La Junta Electoral adelanta la campaña

El alud de denuncias avanza un periodo electoral a cara de perro. La cuestión es si la ciudadanía tiene derecho a saber de medidas que le pueden beneficiar o toda información oficial es ya propaganda. Por ahora, las encuestas denotan mucho nerviosismo

Mompó, Mazón, Gamarra y Moragues.

Mompó, Mazón, Gamarra y Moragues.

Alfons Garcia

Alfons Garcia

La precampaña es solo formal. Esto es ya la batalla electoral. Antes incluso de que los partidos registraran sus candidaturas ya empezaron a llover denuncias en la Junta Electoral. El autor, como es natural, es el principal partido de la oposición, aunque también Vox está en la carrera. El PP ha presentado ya una treintena de reclamaciones por mensajes en redes sociales de cuentas de la Generalitat o del president que considera que vulneran la ley porque son promoción del Botànic. La Junta, encabezada por la presidenta del TSJ, Pilar de la Oliva, ha ignorado la mayoría, pero sí ha atendido dos referidas a la campaña de declaración de la renta.

Más allá de lo que decida el árbitro electoral, la situación avanza una campaña a cara de perro. Se ha establecido que el resultado va ser muy ajustado, por lo que la consigna partidista es pelear ya, a mes y medio de elecciones, hasta el último voto.

Más allá de veredictos concretos, la cuestión de fondo es no solo si la vida del Gobierno ha de ser plana desde la disolución de las Corts, sino si la ciudadanía tiene derecho a conocer que existen unas deducciones fiscales ahora que se ha abierto el periodo del IRPF o que se puede solicitar ya un bono compra de 90 euros para familias vulnerables. La cuestión es si cualquier comunicación es propaganda.

El criterio de la Junta expuesto hasta ahora es que la información pública no puede ser ofrecida como «logro o mejora» del Ejecutivo, pero que los lindes son finos lo demuestra que prosigue la entrada de denuncias.

No hay que olvidar además que la Fiscalía abrió diligencias contra unas octavillas ofensivas con Puig que los socialistas atribuyen al universo ‘popular’. Esta campaña ha empezado a jugarse pronto en las salas de justicia. Y el barro es difícil despegarlo después de las botas.

Encuestas de parte. El contexto de las encuestas internas de los partidos es más interesante que su contenido. Por ejemplo, el PSPV dio a conocer una esta semana y lo que llama la atención es por qué difundirla ahora cuando el trabajo de campo es de mediados de febrero. El resultado es (sobra decirlo) positivo para los socialistas, pero ofrecerlo ahora transmite una idea de nerviosismo, de intentar salir al paso del runrún en los ámbitos políticos que dice que el PPCV tiene sondeos favorables para su causa.

La encuesta iba con una estimación de escaños que el partido prefirió guardar. Por prudencia. Hay resultados que solo pueden ser creíbles si se producen la noche del 28 de mayo. Avalados solo por una encuesta producen un cierto sonrojo y desmotivación. La consultora situaba al partido de Ximo Puig en los 40 escaños, trece más que en 2019.

Y además está el CIS de Tezanos, que introduce el elemento de distorsión ahora de Sumar, con un 10 % de afines, a pesar de que la marca no juega en las autonómicas y las municipales del 28M. Quién busque la papeleta quedará despistado. Mal momento para la confusión.

Campaña sí, campaña no. No va a ser una excepción. Se repite el clásico. Los partidos en el Gobierno quieren la menor campaña posible, mucha gestión y los menores espacios posibles para la confrontación. Se trata de reducir las posibilidades de cometer errores y de dar oportunidad a los rivales (menos conocidos) de ganar notoriedad. Por eso, Puig y el PSPV han dicho que mejor las plazas que los platós. Y han dicho que no, entre otros, al debate electoral de esta casa, Prensa Ibérica.

España sí, España no. ¿Ayudan estas decisiones a una campaña más sana democráticamente y valencianizada? Parece difícil, si se tiene en cuenta que cada vez es más claro que este territorio va a ser el gran espacio de confrontación el 28M (alcaldía de Barcelona mediante). La presencia de Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en València el fin de semana central de la campaña en sendos actos poderosos (uno, el del PP, con la seña tradicional de la plaza de toros, y otro, el del PSOE, aún por definir) abunda en la idea de que la C. Valenciana es la pieza de caza mayor en estos comicios. Y ello presagia que la agenda española va a estar muy presente, porque los protagonistas la llevan consigo.

Este asunto lleva insertas unas cuantas paradojas, no solo la del PSPV con los debates. Que el candidato de Compromís exprima presencia mediática en Madrid mientras en sus redes se dedica casi en exclusiva a la agenda valenciana es casi bipolar.

Valencia vs Alicante. Las encuestas de los partidos dirán lo que dirán, pero posiblemente sea más significativo para saber cómo llegan los candidatos al 28 de mayo su situación territorial. Y ahí es claro que Puig llega con un panorama mucho más ordenado (el poder hace eso) que Carlos Mazón, con demasiados conflictos internos en ciudades importantes de Valencia. Porque puede que al final estas elecciones sean un enfrentamiento entre Valencia y Alicante, donde el PP casi ha hecho tabla rasa de Cs. Enfrentamiento electoral, por supuesto.

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