Casi el 40% de la zona calcinada en el Alto Mijares tiene una grave erosión

El Centro de Estudios Ambientales certifica que los enclaves más dañados por el fuego se sitúan en Fuente la Reina, Puebla de Arenoso y Montán | La mayor parte del terreno afectado es de titularidad privada

Vegetación afectada por el incendio en Villanueva de Viver

Vegetación afectada por el incendio en Villanueva de Viver / Jorge Gil - Europa Press

Abraham Pérez

Abraham Pérez

La zona calcinada hace unas semana en el Alto Mijares presenta zonas dispersas con un elevado grado de erosión. Esta es una de las principales conclusiones que se desprenden del informe elaborado por el Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM), donde se analiza el impacto del incendio forestal que se produjo el pasado mes de marzo en Villanueva de Viver y que afectó a varios municipios con una zona afectada de 4.462 hectáreas.

Según el documento del centro de investigación medioambiental de la Generalitat los municipios más vulnerables al desgaste del suelo son Puebla de Arenoso, Fuente de la Reina y Montán, ya que en ellos la severidad del incendio fue alta-muy alta, lo que provoca un riesgo de degradación terrestre de esa misma escala.

Para calcular el nivel de gravedad del incidente, el CEAM utiliza el índice dNBR, una herramienta que permite analizar la pérdida de biomasa de vegetación y necromasa del suelo por el paso de las llamas. Así, este instrumento concluye que el nivel de severidad ha sido variable, siendo baja en un 21% de la superficie quemada, media en el 35%, alta en el 34% y muy alta en el 5% del terreno.

Grado de severidad de las zonas afectadas por el incendio

Grado de severidad de las zonas afectadas por el incendio / CEAM

Recomendaciones tras el fuego

De esta manera, tras la extinción de las llamas y para prevenir los daños que puedan surgir como consecuencia de ellas, el centro de investigación ha publicado una serie de recomendaciones para minimizar el impacto del incendio en los meses posteriores a su extinción.

En la fase inmediata las pautas se centran en la prevención de daños directos en personas e infraestructuras y en la estabilización del suelo, aunque esto último precisa de tiempo para poder movilizar los medios necesarios, lo que deja al terreno expuesto a los agentes erosivos durante un tiempo.

Urgen también, y en un grado de máxima prioridad, a tomar medidas para prevenir los daños que la caída de troncos podría provocar en algunas vías de comunicación y aconseja llevar a cabo estudios que analicen la conveniencia de construir diques en algunas zonas. Esta última medida busca proteger poblaciones como Montanejos, que podrían quedar aisladas por los daños detectados en la intersección entre la carretera CV-195 y el barranco de la Boscaja.

Además, con una prioridad media, el CEAM señala la necesidad hacer un seguimiento de la fauna, especialmente de las aves, así como de las posibles plagas de escolítidos que podrían surgir de los pinos parcialmente quemados. Por último, para reducir el riesgo de incendios en una zona que cuenta con una cantidad abundante de árboles, la entidad recomienda romper la continuidad de la masa forestal mediante cultivos para limitar la expansión de las llamas.

Balance del incendio

La prospección del terreno que el servicio de estudios ambientales de la conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica ha llevado a cabo concluye que el incendio afectó a más de 4.500 hectáreas, la mayoría de titularidad privada. De hecho, solo 367 hectáreas de todo el terreno calcinado eran propiedad de la Generalitat.

El 96% de la superficie afectada es suelo forestal en el que predominaba la superficie arbolada, y donde el pino carrasco maduro (Pinus halepensis) era la especie más predominante, una especie que ha ido "colonizando los campos que progresivamente se han ido abandonando", señala el informe. Otras especies vegetales, como la carrasca (Quercus ilex), también se vieron afectadas aunque de una forma más significativa.

Regeneración muy alta

Respecto a la regeneración del terreno, el CEAM prevé una capacidad muy alta de rehabilitación ya que, tras el paso de las llamas, se han abierto gran cantidad de piñas. Esto podría dejar una población de pinos similar a la que había antes del incendio, y en la que en algunos casos alcanzaban hasta los diez mil ejemplares por hectárea.

Primeros brotes en la zona afectada por el incendio

La caída de piñas de los pinos favorece la regeneración del terreno / CEAM

En el incendio del Alto Mijares la mayor parte de la flora calcinada ha sido el pino carrasco originado por regeneración natural. En el 58% de la superficie afectada había una densidad media, con 659 pinos por hectárea, aunque en zonas de alta insolación había una densidad mucho menor, con alrededor de 100 ejemplares por hectárea.

Sin embargo, los mayores índices de población de pino se han localizado en las zonas afectadas por los fuegos que se declararon en 1993 y 1994, donde la densidad superaba los 2.800 pinos por hectárea, lo que facilitó la propagación de las llamas. Por su parte, la alta presencia de especies rebrotadoras favorecerá de forma muy alta la recuperación de la cobertura vegetal.

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